Cansados de la delincuencia y de que la
policía “no hace nada”, habitantes de la capital guatemalteca tomaron la
justicia en sus manos para cazar a los pandilleros de su colonia. Se han
reproducido los grupos vecinales de exterminio que utilizan las redes sociales,
como Facebook, para anunciar “operativos de limpia” y exhibir sus homicidios.
La medicina resultó peor que la enfermedad: los residentes están fuera de la
ley, no han acabado con la inseguridad pública y ahora libran una guerra con
las maras.
CIUDAD DE GUATEMALA
(Proceso).- La noche del 31 de enero la cuenta de Facebook Villa Nueva Denuncia
avisó a sus más de 12 mil 600 seguidores la aparición de un grupo de
exterminio. En un video casero y anónimo, grabado por un presunto grupo de
vecinos encapuchados y armados, se exigía a los delincuentes abandonar la
colonia Santa Isabel II, del municipio Villa Nueva, en la capital guatemalteca.
Si no se marchaban, serían ejecutados.
Dos días después,
consternado, Byron Jiovany Cuéllar Cabrera me compartió el video para contarme
que se trataba de sus vecinos, quienes pronto comenzarían la cacería contra
gente como él. Sabía de lo que hablaba: ocho años atrás un grupo similar
ametralló su casa.
En un principio acordamos que
no revelaría su identidad, pero ya no es necesario. Jiovany estaba retirado de
la mara (pandilla) 18th Street. Él había decidido, tiempo atrás, ganarse la
vida tatuando para mantener a sus dos hijos. También era mi informante.
El video que circuló en
Facebook se titulaba Por una colonia sin delincuencia, donde cinco hombres
posaban con armas de corto y largo alcance, diciendo con voz distorsionada que
se dedicarían a hacer una “limpieza social” contra mareros y otros grupos de
ese tipo. Decían estar hartos de la delincuencia y también aseguraban tener
ubicados a los criminales de la colonia.
El mensaje fue el siguiente:
“Atención a toda la población de Santa Isabel II, Zona
3, Villa Nueva Proyectos que estamos padeciendo de tanta delincuencia.
Decidimos organizarnos como vecinos para poder erradicar este flagelo que
trunca el desarrollo de nuestra comunidad y nuestro país.
“Como ciudadanos honestos, trabajadores y honrados,
que cada día nos sacrificamos para ganar el sustento de nuestras familias (…)
no es posible que otros vengan a arrebatar fácilmente el pan de nuestros hijos.
¡Ya no, señores, ya basta de tanta delincuencia! Por eso hacemos un llamado a
aquellos padres de familia que tienen hijos involucrados en maras o en
cualquier otro grupo delincuencial. Sólo les pedimos que abandonen pacíficamente
la colonia. Esto es un aviso, no respondemos por lo que pueda pasar si no
tomaron en cuenta este mensaje.
“Somos defensores de nuestras familias y de nuestra
comunidad. Señalamos a los delincuentes que ya están marcados: El Chupete, El
Caballito, la banda del Diablo, El Tercero, El Mascota, Mario alias El Skate,
El Hojuelas, El Seco, El Elvis, El Bucado, El Chinco, El Tula y un grupo
llamado El Panda que son delincuentes del sector Campero. ¡Ya basta, ya los
tenemos vistos, ya les estamos avisando!”
PATRULLAJE A PIE
Algunos de los mencionados
eran antiguos compañeros de pandilla que Jiovany había tatuado –me lo mostró en
un video de su celular–; ahí estaban El Elvis, El Seco, El Tercero, El Skate y
un par más.
La advertencia en Santa
Isabel II no llamó la atención ni de la prensa ni de las autoridades. El
mensaje era local y por eso las redes sociales se delimitaron a ser la arena
pública del tema.
De acuerdo con un
administrador de la cuenta Villa Nueva Denuncia, el video fue enviado de manera
anónima por un vecino que posteriormente cerró su cuenta. “Nos enviaron la
información de un perfil falso y ya no supimos más. Y ahora que lo
corroboramos, sabemos que el perfil fue cerrado”.
Este administrador del perfil
en la red social contó a Proceso que los vecinos de la colonia “estaban
preocupados por la violencia del sector y que, cansados de eso, se han
organizado para enfrentar a la delincuencia. Nos pidieron como un favor subir y
compartir el video. Cuando nosotros les pedimos que nos lo enviaran por
WhatsApp contestaron que no podrían y ya no respondieron más”.
La publicación causó
aceptación entre los seguidores del perfil que la celebraban presionando el
botón “Me gusta” y con comentarios en favor de hacer justicia por propia mano.
El video apareció una semana
después de que otra cuenta de Facebook, Yo amo Ciudad Peronia, publicó fotos de
un supuesto grupo vecinal patrullando parte del suroeste de la localidad. De
acuerdo con lo visto, los grupos de exterminio a manos de vecinos son comunes
en la capital de Guatemala. Mauricio, integrante de uno de estos “comités –como
él los llama–” dijo a este semanario que desde hace seis meses sale a patrullar
cada tercer día, de 11 de la noche a las cuatro de la mañana, con machete en
mano junto a otros residentes de la colonia San Pascual. Lo hago para proteger
a mi familia, justifica.
“Los vecinos nos organizamos para salir en la noche a
patrullar, me entiendes. Salimos 15 con machetes, bates y, si tienen pistola,
con pistola. Luego, pues si agarramos a uno, pues a darle en su puta madre, que
más queda. De que lloren en mi casa a que lloren en la de él…”, cuenta.
Mauricio dice que hace poco
mataron a un hombre que le apuntó en la cabeza a un niño para robarle una tablet.
Como la Policía Nacional Civil no enfrenta a estos grupos, “mejor se les pide un favor: que no se metan y ya”, agrega.
LA CACERÍA
No pasó ni una semana para
que la amenaza de los vecinos de Santa Isabel II se cumpliera. El 5 de febrero,
Juanfred, alias El Bucado, uno de los mencionados en el video, fue baleado en
la cabeza frente a una escuela de la colonia. Era un viejo pandillero de la
18th Street, y el primero de la lista. Con total impunidad, la siguiente
víctima llegó tan sólo un día después. El pandillero Cristofer, El Tercero, de
18 años, también fue abatido a balazos cuando regresaba de firmar su registro
de libertad condicional.
Así, en una semana ya estaban
muertas dos personas que habían sido amenazadas en el video que subió Villa
Nueva Denuncia a redes sociales. Pese a ello, los homicidios no llamaron la
atención de la justicia guatemalteca. Facebook se convirtió en una especie de
reality show en el que las noticias de los “exterminados” aparecían casi en
tiempo real y esa cuenta se convirtió en la plataforma para hacer llegar más
intimidaciones.
El 9 de febrero, Villa Nueva
Denuncia justificó los dos asesinatos; ese perfil también se transformó en una
especie de portavoz del grupo vecinal de exterminio. Después anunció en su muro
que los habitantes de la zona deberían estar alerta de lo que sucedía: “Viendo la situación en la colonia tomen sus
precauciones. Aunque ustedes no tengan nada que ver con el listado de nombres
que han mencionado en el video, tomen precauciones y eviten ser confundidos.
Como pueden ver, hay muchos muertos últimamente y dos de ellos fueron nombrados”.
La mañana del 21 de febrero
cayó el tercer delincuente. Giovanni, conocido dentro de la pandilla como
Smurf, también fue eliminado a balazos. Aunque él no apareció en el video
vecinal, nuestra fuente supo que los encapuchados lo eliminaron. El día del
velorio me confió que tenía miedo y rabia al mismo tiempo. “La neta no sé qué hacer, man. Pues ahorita no sé qué irá a pasar,
porque yo ya no estoy activo (en la pandilla)”. Después agregó que “no sé cómo van actuar los homies (sus
excompañeros)”.
Al celular de Byron Jiovany
llegaron imágenes en las que se pedía a los vecinos que no denunciaran los
homicidios contra los pandilleros, pues lo que estaba sucediendo era parte de
una “limpia social”.
La venganza de las maras
llegó. Jiovany me reveló que unos pandilleros ejecutaron “a un tal Chaneke”,
quien presuntamente era uno de los vecinos que asesinó a El Bucado. La
violencia había generado más violencia. El 28 de marzo los jóvenes Iram Castro
y Guillermo Oliva, quienes según Jiovany eran ladrones de poca monta,
aparecieron muertos en una carretera lejana a Santa Isabel II. A diferencia de
los otros casos, el de ese par sí llegó a las redacciones de la prensa.
A cuatro meses de la
publicación del video la cacería seguía. A mediados de mayo, el cadáver de la
mujer de El Gato, uno de los amenazados por los “comités de limpia”, fue
encontrado en su casa. Una semana después El Gato sufrió la misma suerte.
A la par de los hechos
violentos, Jiovany enfrentaba una antigua orden de captura que lo llevaría a pasar
dos años en la cárcel de Pavón, una prisión controlada por excompañeros de
pandilla. En más de una ocasión me dijo: “Yo
ya no quiero estar con los homies. Ya del barrio no quiero saber nada”.
Estaba tan convencido de su decisión que él mismo dijo que se entregaría para
reducir su condena. Lo único que le angustiaba de no estar con sus compañeros
era no poder pagar la “talacha”; es decir, poder evitar limpiar pisos y baños
ajenos.
La última vez que me
comuniqué con Jiovany fue el 25 de julio, el mismo día que le llegó su hora. En
esa ocasión me comentó que “gracias al de arriba” todo estaba bien, que tenía
varios clientes ávidos de tinta en la piel. Fueron sus últimas palabras.
Ese día, a las dos de la
tarde, había terminado de arreglar el auto de su novia, según testigos. Después
pensaba ir a tatuar a un cliente, pero en su camino lo emboscaron. En pleno
centro de la capital ocho balazos le perforaron la vida. Ahí quedó, boca arriba
y en medio del asfalto. Y aunque Jiovany, alias El Joker, no estaba en la
lista, alguien le cobró factura.
Con su muerte se fue una vida
y una ventana para conocer los alcances de una sociedad que se queja de la
delincuencia, pero también es parte de ella al tomar justicia por propia mano.
Este reportaje se publicó el 15 de octubre de 2017 en
la edición 2137 de la revista Proceso.
(PROCESO/ PRISMA INTERNACIONAL/ JUAN CARLOS FERRA
GARCÍA/ 22 OCTUBRE, 2017)
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