Estadísticas oficiales muestran que
1.600 niñas han sido violadas en el país en la última década y resultaron
embarazadas. Fueron obligadas a dar a luz por las autoridades sanitarias
La joven de pie es Carla Vanesa
Calderón, de 17 años, abusada cuando tenía 14.
Managua.- A Kathy de los
Ángeles Méndez, de 15 años, un medio ligado al gobierno del presidente Daniel
Ortega la celebró a lo grande el pasado mayo, a propósito de la celebración del
día de la madre en Nicaragua. La adolescente posó al lado de un colchón y
canastas con productos básicos, regalos de la Nueva Radio Ya. Su cara morena de
niña mostraba una sonrisa tímida a las cámaras, mientras sostenía un diploma en
las manos que la certificaba como la mamá más joven de Nicaragua. El vientre
hinchado fue declarado "la madre panza" y fue celebrado con música y
una gran exposición pública. Lo normal, en un país donde la vicepresidenta
Rosario Murillo ha declarado que el embarazo de una niña es un
"milagro", aunque las leyes establezcan que un embarazo en una menor
de 16 años es una violación y que el Estado está obligado a investigarlo y
enjuiciar al culpable.
Las críticas a la radio
oficialista fueron duras, y esta respondió en su cuenta de Twitter a la
defensiva. "No sabemos las circunstancias de esa niña, pero es más fácil
sacar la guillotina que investigar, ¿o no?", respondieron unos periodistas
que violaron el Código de la Niñez al exponer a una menor.
El caso de Kathy de los
Ángeles no es el único en Nicaragua, país que cuenta con las tasas más altas de
embarazos en niñas entre diez y catorce años en América Latina. Estadísticas
oficiales reunidas en un estudio de la organización IPAS Centroamérica,
muestran que en la última década –coincidiendo con los diez años de gobierno
del presidente Daniel Ortega– 1.600 niñas entre 10 y 14 años han sido violadas
y como producto de esa violación resultaron embarazadas. Como en Nicaragua el aborto
terapéutico fue prohibido hace ya una década con el apoyo del Frente
Sandinista, el partido del presidente Ortega, a estas niñas no se les recomendó
abortar y, por el contrario, fueron obligadas a parir por las autoridades de
salud pública.
"En Nicaragua no hay
opciones para una niña que sufre violencia sexual y como resultado queda
embarazada", dice Marta María Blandón, directora de IPAS. "Hace diez
años, con la penalización del aborto en Nicaragua, en este país a la niña no le
queda otro camino que parir, y una vez que la niña pare, tampoco es bien visto
que se le ofrezca que dé al niño en adopción, porque existe todavía el estigma
de que la madre que engendra tiene que criar, así se trate de una niña de nueve
años. A las niñas que han sido abusadas nadie les recomendó la interrupción del
embarazo, que deberían, porque pone en peligro su vida, porque es una tortura,
porque no es adecuado que una niña asuma responsabilidades físicas,
emocionales, espirituales, de una mujer adulta", agregó Blandón.
La pesadilla de ser niña en
Nicaragua la ha vivido Carla Vanesa Calderón, de 17 años, violada cuando tenía
14. La adolescente vive en una choza hecha con tablones de madera, láminas
oxidadas, plásticos y cartones en una chabola localizada a las afueras de la
ciudad de León, en el Oeste de Nicaragua. Es aquí donde contó su historia:
Máximo Rayo García, un conocido de la familia, abusó de ella constantemente.
"Me pagaba cuando abusaba de mí. Cuando no me quería dejar hacer nada de
él. Me trataba a trompones (golpes), me amarraba de las manos y de los pies, me
decía que me iba a matar si yo hablaba. A mí y a mi mamá", relató Carla
Vanesa.
Como resultado de las
violaciones quedó embarazada y aunque no quería ser madre, la joven fue
obligada a parir. "Me sentía mal, porque ya no iba a ser la niña que era.
Por eso cuando estaba embarazada pensaba que quería botar a la niña. Me pegaba
para que se me cayera. Me golpeaba en la panza. Cuando nació la niña no sentía
cariño ni amor, porque pensaba que ella me había desgraciado mi vida. Mi mamá
me decía que le agarrara amor, que la niña no tenía culpa, que el papá era un
cobarde y que yo no tenía por qué desquitarme en la niña. Yo le decía a mi mamá
que no quería ver a la niña", dijo Carla Vanesa.
Ella se convierte en adulta
al lado de una bebé, en un mundo de miseria que las hace más vulnerables, sin
que el Estado las proteja, más bien manipula los embarazos adolescentes,
catalogándolos como un milagro, en un guiño a los sectores más conservadores de
un país que, según organizaciones que trabajan contra el abuso sexual, sufre
una epidemia de violaciones contra sus niñas. "El Estado y todas sus
instituciones tienen responsabilidad", dijo Lorna Norori, directora del
Movimiento Contra el Abuso Sexual. "No hay una política de protección. Las
instituciones de Nicaragua no solamente no están haciendo nada para proteger a
esta niñas, lo que ya es grave, sino que están lesionando sus derechos cuando
convencen a una niña de diez, once, trece años de que tiene que aceptar su
maternidad", afirmó Norori.
(EL MAÑANA DE REYNOSA/ EPS30 / JULIO / 2017 - 10:57
A.M)
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