Alex
Lora celebró los 48 años de vida del Tri, la banda de rock que nació llamándose
Three Souls In My Mind, con una nueva canción en contra del presidente Enrique
Peña Nieto. La letra, muy a la Lora, incluye esta estrofa: “Mientras más
quieras alegar que no hiciste una pendejada, mas nos demuestras que eres un
pendejo, de nada te sirve el poder, ya no sabes qué hacer con él, y a cada paso
la estás cagando”.
Se
refiere por supuesto al fiasco de la visita de Donald Trump a México, de quien
hace “compadre” y del supuesto plagio de su tesis de licenciatura y los casos
de corrupción. Súper. Lora cantando contra Peña Nieto y decenas de miles de
descargas del video en YouTube.
La
canción fue festejada al presentarse la semana pasada, y retomada por la prensa
política como un registro más del repudio a Peña Nieto. Fue el último botón de
muestra de semanas donde no músicos como Lora, que no tienen ninguna
responsabilidad para con la sociedad y ejerce su derecho a expresarse
libremente, sino de actores como periodistas y medios de comunicación, han
intercambiado su capacidad analítica por un lenguaje soez para expresar su
discrepancia con el Presidente.
Nunca
antes se había visto que en la prensa se utilizaran majaderías como sustantivo
de la crítica, ni insultos personales como sinónimo de confrontación de ideas.
Interesante que la diatriba con un lenguaje ordinario no está ubicado sólo en
la selva de las redes sociales, sino en medios establecidos.
Muchos
de quienes ahora gritan, antes eran sumisos. En los tiempos en que el
autoritarismo reinaba sobre el sistema político mexicano, algunos de quienes
hoy vociferan fueron entreguistas con gobiernos priistas, trabajaron con ellos
y los ayudaron a manipular conciencias.
Hay
celebridades mediáticas que antes trabajaron en las mazmorras donde se
fabricaba la propaganda del régimen, y líderes de la revolución en marcha que
acudieron por favores al mismo despacho presidencial en Los Pinos.
Hay
muchos más que ni siquiera habían pisado un medio de comunicación y desconocen
cuando ejercer la libertad de prensa tenía consecuencias. Ser crítico hoy es
muy fácil; haberlo sido antes era diferente.
Denostar
hoy al Presidente en turno realmente no cuesta; algunos de los que aprovechan
la coyuntura, callaron cuando hacerlo significaba jugarse el empleo o se
rindieron sin dar la pelea y se fueron del país.
Canciones
como las de Lora, que dejaron de ser marginales para ser masivas, son resultado
de todos esos años de lucha por la apertura democrática, que pese a todo, sigue
todavía en necesidad de expandirse.
Las
maravillosas redes sociales son la expresión más pura de la libertad, con todos
sus excesos, fabricaciones y adulteración de la realidad. No se les puede pedir
responsabilidad social como a los medios porque por definición no son quienes
proporcionan la arena pública para el debate y tienen como una de sus tareas,
no escritas, modular a través del rigor de su información, del registro puntual
de los hechos, de la interpretación y el abordaje crítico de las políticas y
las acciones, los valores y creencias de la gente, sus percepciones y
comportamiento.
Pero
el que no lo sean, no significa que la pregunta central que se le debe hacer a
los medios no sea también motivo para que, cuando menos, hagan una reflexión:
¿Acabar con Peña Nieto a dónde nos lleva como país? No nos confundamos.
De
ninguna manera se trata de claudicar ante la crítica ni darle la tregua que
algunos intelectuales proponían hace unas semanas. El abordaje crítico de un
gobierno y de todos los actores políticos y sociales, así como los agentes
económicos, es fundamental para que una sociedad pueda estar informada, ver los
contrastes y que tomen las mejores decisiones posibles.
La
confusión está en cómo se maneja la oposición y la discrepancia por la forma
como gobierna Peña Nieto. La crítica no está volcada en su gestión y sus
políticas, sino en la persona.
Los
insultos personales no contribuyen a incorporar nuevas formas de analizar una
política o revisar una toma de decisión, sino polariza y lastima. No ayuda al
cambio sino enconcha y da armas a quienes tienen las mentes más retrógradas
sobre la libertad.
Pero
una vez más no nos confundamos. Peña Nieto no es sólo una persona pública, sino
el Presidente de la República. Muchos que no votaron por él lo reconocieron
implícitamente como Jefe del Ejecutivo. Sólo quienes están en la montaña con
sus guerras para provocar el cambio, o viven protegidos por las complicidades
institucionales para beneficiarse de los frutos de sus crímenes optaron, como
siempre lo han hecho, de no reconocerle autoridad alguna al Presidente.
Los
demás participamos del mismo sistema, con sus matices y posiciones políticas e
ideológicas, pero dentro del mismo marco de referencia.
(ZOCALO/ESTRICTAMENTE
PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 18 DE OCTUBRE 2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario