El grueso de los niños, adolescentes y
jóvenes en México no tiene esperanza sobre su futuro. Viven sin un plan de
vida, porque la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades les han
quitado todo. Son unos pocos los que llegan a estudiar una profesión o una
carrera técnica después de la preparatoria, y el Estado es insuficiente para
responder a las necesidades de la niñez mexicana, afirma la organización
internacional Save The Children.
Ciudad de México, 13 de
agosto (SinEmbargo).– La organización civil internacional Save The Children
afirma que en México existe desesperanza e incertidumbre sobre el futuro entre
la niñez y la juventud. Los niños y adolescentes no saben qué les espera en los
próximos años, producto de una década de “guerra contra el narco” iniciada por
el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, y continuada por la administración
del Presidente Enrique Peña Nieto.
Jorge Vidal, director de
Programas de Save The Children en México, dice en entrevista con SinEmbargo que
no sólo son los estados más golpeados por la inseguridad y la lucha de las
bandas del crimen organizado en territorios como Michoacán, Guerrero,
Tamaulipas o Chihuahua los que se encuentran en esa situación. “Es todo el país
el que está inmerso en una desesperanza”, afirma.
“Cada vez más nos encontramos
con una sensación de los adolescentes, de los jóvenes que no tienen
posibilidades de vida futura, de tener incertidumbre sobre lo que viene. Hace
unos 30 años que nuestros padres o nosotros mismos podríamos tener planeado hacia
dónde ibas, hoy ya no hay nada de eso eso. Hay chicos de 15 años a los que es
bien triste escuchar y que te dicen ‘espero poder acabar la secundaria y
después no sé qué es lo que va a seguir’. Tenemos que empezar a trabajar para
darles elementos y mantenerlos motivados en la construcción de un plan de vida,
enseñarlos a creer que ellos tienen la capacidad para hacer cosas diferentes”,
explica Vidal.
Entrevistado en las oficinas
de la organización y desde el jardín de la sede de Save The Children en México,
el directivo afirma que para rescatar a las nuevas generaciones de la
violencia, hace falta inversión y
políticas públicas a mediano plazo, acordes a cada una de las regiones del
país. Los esfuerzos del Gobierno mexicano son insuficientes.
“Los esfuerzos del Estado no
llegan a ser suficientes: primero, por presupuesto, y segundo, por la intención
de establecer una política pública uniforme para todo el país. Tenemos
condiciones diferentes que nos llevan a la necesidad a políticas públicas mas
particulares para cada zona del país”, detalla.
De acuerdo con el estudio
“Pobreza y derechos sociales de niños, niñas y adolescentes en México 2014”
–realizado por la Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)–,
México invierte en la atención de la niñez entre 0 a 5 años 0.8 por ciento del
Producto Interno Bruto (PIB), una cantidad inferior que países como Honduras,
Costa Rica, Argentina y Guatemala; aunado a ello, el gasto per cápita en
desarrollo humano es inferior en la primera infancia que en el resto de los
menores de 18 años.
Países como Honduras, Costa
Rica y Argentina destinaron 1 por ciento del PIB en 2014, con 1.6, 1.5 y 1.3
por ciento, respectivamente.
“Cuando se estima la
proporción del gasto público total en este grupo de edad, México sigue estando
por debajo de países como Honduras y Guatemala, y una tendencia similar se
observa al analizar el gasto en la primera infancia como porcentaje del gasto
público social, que en México fue de 7.6 por ciento, pero en Honduras fue de
14.1 y en Costa Rica de 13.3 por ciento, de acuerdo con el estudio sobre
inversión en la primera infancia en América Latina elaborado por UNICEF, la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (OEI)”, indica dado a conocer en abril.
Es decir, México destina
menos gasto público para elevar el Índice de Desarrollo Humano de la niñez –
aquel que mide salud, educación e ingreso– mientras que en otros rubros, como
en el gasto en obra pública se registró un incremento entre 2009 y 2014 (de 658 mil 200 a 820 mil
millones de pesos) según cifras del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEGI), sin que ello se tradujera en un mayor valor de la inversión
(866 mil 300 a 691 mil 800 millones de pesos).
***
La violencia ha provocado que cientos de
niños y adolescentes mexicanos intenten cruzar la frontera de EU cada año, en
busca de mejores condiciones de vida, alerta Save the Children. Foto: EFE.
–¿Cual es la realidad que ha
dejado la guerra contra el narco en México en la niñez y juventud?
–Lo que ha sido denominado
como ‘guerra contra el narco’ es una estrategia de Gobierno que ha tenido sin
duda movilizaciones en todas las características del actuar del Estado y que
también, debo decir, no ha sido esta estrategia que pudiera parecer que es
únicamente un elemento policiaco, militarizado. En realidad va acompañado de
muchas estrategias que el Gobierno federal ha realizado, como el rescate de
espacios públicos, acciones de carácter preventivo en escuelas, en instancias
juveniles, infantiles, a través de la cultura, el arte y la educación. Pero hay
mucho por hacer todavía, que es lo que da la pauta para que las organizaciones
de la sociedad civil participemos en esta suma de acciones con los gobiernos
estatales, municipales y federal. En muchas ocasiones de manera complementaria
ante las limitaciones que el Estado presenta para cubrir todo el espectro.
–¿Cuáles son los estados en
donde hay más problemas con los niños o donde los niños han quedado más
impactados por la violencia e inseguridad en México?
–A nivel impacto, pues todos
los días los niños y los adultos nos encontramos con información de todo lo que
está sucediendo en el país, incluyendo el estar muy conscientes de lo que pasa
en el día a día y que no sale en los medios de comunicación. Yo creo que el
reto es no dejar de ser sensibles ante lo que pasa. Ya es preocupante y
alarmante para nosotros las cifras de muertes que encontramos en los medios de
comunicación. Reconocemos toda la situación de violencia como un fenómeno que
está causado por muchos elementos: tenemos una gran falta de oportunidad en la
educación para los jóvenes en la etapa posterior a los 15 años años;
dificultades para el empleo, para la cobertura de atención de la salud, un
incremento en el embarazo adolescente, en la muerte de la población juvenil a
causa de accidentes de tránsito y que son parte de lo que genera un entorno de
violencia, inequidad e inestabilidad social. Pienso que el impacto es por igual
a todos los estados, no es sólo ante las muertes a partir del crimen
organizado, es una violencia generada en otros espacios, el acoso escolar por
ejemplo. En las estadísticas nacionales más de 30 por ciento de los niños
reportan haber sufrido violencia en las escuelas y cuando ves la gráfica por
estado es muy estable y similar en todo el país.
–¿Tienen datos de cuántos
niños han sido víctimas de la violencia?
–Mira tenemos un subregistro
muy amplio y lo que hacemos es basarnos en las estadísticas oficiales. Lo más
adecuado para hablar es tomar las bases oficiales, pero sí decirte que los
datos nuestros son una muestra de la gran diferencia que existe en el país. Hay
escuelas en espacios y ciudades con gran calidad de vida y altos niveles de
acoso. Hay escuelas rurales, indígenas con una gran armonía y mejores situaciones
de respeto que favorece la misma cultura local.
–Sobre los estados, mi
pregunta más concreta es: en Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo Léon, que son estados
golpeados por el crimen organizado y militarizados, hay muchos huérfanos de la
guerra contra el narco. ¿Qué pasa con estos niños? ¿Cómo están creciendo? ¿Cómo
están impactando en la sociedad?
–Es una buena pregunta porque
finalmente pone en la mesa un reto que el propio Estado empezó a dialogar con
la sociedad civil, en términos de reconocer que hace falta un programa de
atención y sensibilización, de acompañamiento a estos niños y niñas que han
quedado sin un padre y madre a causa de estas situaciones. Y no son las chicas
y chicos únicamente hijos de participantes en grupos del crimen organizado, sino
hijos e hijas de militares que forman parte de estos fenómenos y que tenemos
que mirar como sociedad a estos niños. Sobre todo pensando que representa un
reto para poner en la mesa otro tipo de oportunidades y poder mostrar que
debemos construir juntos espacios alternativos en donde el desarrollo económico
y social de su propia familia pueda darse dentro de un marco de ley, que hoy no
se está dando, y que muchas de las ocasiones los jóvenes y los adultos que
entran al crimen organizado, insisto, surge a partir de las dificultades y
falta de oportunidades que la gente tiene para una inclusión laboral en
espacios dignos. También debe uno decirlo, la inclusión de muchas estas
personas al crimen organizado es por amenaza, que es lo que pasa en muchas
ocasiones, cuando chicos de 16, 17 años se ven obligados a participar cuando
son amenazados, con relación a su propia vida y de la familia. Son atractivos
para el crimen organizado y las características del entorno no están brindando
la oportunidad a los jóvenes para poder negarse.
–Cuando hablamos de
características del entorno, ¿hablamos de una falta de atención de parte del
Estado a estos entornos como Chihuahua o Tamaulipas?
–Por supuesto en estas
ciudades y en cualquier otra, sin duda se ha visibilizado más el fenómeno en
estados como Guerreo Michoacán, Chihuahua y Tamaulipas. Pero pasa en todos los
estados donde tenemos un porcentaje importante de jóvenes que dejan la escuela
después de la secundaria o bachillerato, el número de planteles educativos se
reduce y los jóvenes tienen la escuela a 30 kilómetros de su comunidad, no hay
transporte que permita que se trasladen a estos espacios y no tienen los
recursos para poder pagar el transporte diario o para irse a vivir a la
comunidad donde está el plantel educativo.
–¿Cuántos jóvenes ya no
siguen estudiando?
–En términos oficiales hoy en
día el 62 por ciento de jóvenes entre 15 y 19 años están estudiando. Superior a
los 19 años, lo que es equivalente a la formación técnica, profesional
universitaria, solo están 25 por ciento. Cuando están arriba de los 25 años,
solo 7 por ciento, hablamos de posgrado. Hay una gran diferencia, pues tres de cada cuatro jóvenes mayores a 19 años
ya no están en un espacio educativo. Chicos que en el mejor de los casos tienen
una formación de preparatoria. Hay dificultades para que se empleen y
encuentran empleo en el sector formal con salarios no adecuados, que no son
suficientes para tener las condiciones de vida mínimas y una adecuada
alimentación y cobertura médica. Cuando tenemos jóvenes en esta edad de 19 a 24
años que empiezan con una vida económica, que han empezado una vida sexual, nos
encontramos con un porcentaje importante de chicas que están embarazadas, aun
siendo menores de 19 años. Recientemente presentamos un estudio en mayo con
relación al embarazo adolescente y nos encontramos con fuentes oficiales que
uno de cada seis embarazos en el país, están relacionado con chicas de 15 a 19
años. Tenemos chicas y chicos que no pueden seguir estudiando, que son padres y
madres de familias. Cada vez más nos encontramos con una sensación de la gente,
de los jóvenes que no tienen posibilidades de vida futura, de tener
incertidumbre sobre lo que viene. Hace unos 30 años que nuestros padres o
nosotros mismos podríamos tener planeado hacia dónde ibas, hoy ya no hay eso.
Hay chicos de 15 años que es bien triaste escuchar y que te dicen ‘espero poder
acabar la secundaria y después no sé qué es lo que va a seguir’. Tenemos que
empezar a trabajar en darles elementos y mantenerlos motivados en la
construcción de un plan, en creer que ellos tienen la capacidad para hacer
cosas diferentes.
LA DESESPERANZA
–Esto me parece muy
importante. Ya lo he escuchado de otros especialistas cuando se refieren a la
población en general y hablan sobre que hay una falta de esperanza. ¿Cuáles
serían los principales motivos que han llevado a que la juventud no vea un
futuro? ¿Es la violencia? ¿La pobreza? ¿La falta de empleo?
–Es todo lo que mencionas. Es
la falta de oportunidades en las comunidades. Es la falta de servicios para
todos, de políticas públicas realizadas de manera más específica a las
características y condiciones de cada uno de los sectores. No es posible que pensemos
políticas públicas generales que tienen que ser aplicadas por igual en todos
los entornos. Tenemos un país tan grande y complejo, en términos de una gran
cantidad de grupos indígenas, de situaciones, comunidades rurales, tenemos dos
fronteras importantes. Somos un espacio de tránsito para un grupo numeroso de
gente sudamericana que quiere llegar a Estados Unidos. Es importante decir que
la gente que migra del país, 47 por ciento están entre los 24 y 29 años, lo que
llamamos fuga de cerebros. Ellos tienen formación académica. Están en las becas
del Conacyt y otros organismos. Se van a estudiar al extranjero y ya no
regresan, porque las propias condiciones sociales de esos países, los invita a
quedarse en esos espacios. Es un grupo pequeño, el resto de los jóvenes son los
que esperan irse a Estados unidos y trabajan a partir de la fuerza física, como
parte de la fuerza informal de ese país que recibe a muchos compatriotas. La
migración es un fenómeno que hemos visto poco, pero que en México es una crisis
humanitaria.
–En México, ¿qué tantos niños
están dejando solos el país?
–Mira es un número
importante. Hay datos muy amplios, ahora se habla de un par de decenas de miles
de niños que intentan cruzar la frontera y que el gobierno estadounidense los
regresa. Muchos de ellos en búsqueda de sus familias, muchos los logran, porque
históricamente ha habido migración. Alrededor de 26 mil niños y niñas están
desaparecidos de México y Centroamérica, que iniciaron la ruta migratoria y no
llegaron a su destino.
–¿Ven que México esté tomando
medidas, visibles y medibles, para que este sentimiento de los jóvenes de que
ya no hay futuro en el país, se modifique?
–Sin duda hay un esfuerzo del
Gobierno mexicano, hay ejercicios de la Secretaría de Gobernación, de la Secretaría
de Desarrollo Social, hay acciones de la Secretaría de Salud, hay esos
esfuerzos cotidianos.
–¿Pero qué hace falta?
–Hace falta inversión, hay
una carencia importante del presupuesto para la inversión en el carácter
preventivo en niños y niñas, una falta de inversión en jóvenes. Los esfuerzos
del Estado no llegan a ser suficientes, primero por presupuesto y segundo, por
la intención de establecer una política pública uniforme para todo el país.
Tenemos condiciones diferentes que nos llevan a la necesidad a políticas
públicas mas particulares para cada zona del país. Falta eso y establecer
pautas para programas de mediano plazo. Los programas están definidos de manera
anual, no es posible mantener programas permanentes de acción en las
comunidades.
(SIN
EMBARGO.MX/ SHAILA ROSAGEL / AGOSTO 13, 2016 - 12:05 AM)
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