lunes, 23 de noviembre de 2015

DIPLOMACIA EN TIEMPOS DE GUERRA

Dos ciudadanas mexicanas murieron en los atentados terroristas de París hace una semana. Meses antes, varios turistas fallecieron en una operación militar mal calculada en Egipto. ISIS está detrás de ambas tragedias. ¿Qué está haciendo el gobierno de EPN para proteger a sus ciudadanos de la amenaza del Estado Islámico?

"La humanidad tiene una opción, detener la carrera armamentista o enfrentar su aniquilación”

Alfonso García Robles
Mexicano, Premio Nobel de la Paz en 1982

Las mexicanas que murieron en los atentados de París fueron identificadas como Nohemí González, una estudiante de 23 años de la Universidad de California en Long Beach y Michelle Gil Jaimes, originaria de Tuxpan, Veracruz

Hasta hace unos años el terrorismo islámico en México se consideraba un fenómeno lejano y asilado de nuestra realidad.

En México la preocupación gira en torno al terrorismo provocado por las redes del narcotráfico y el crimen organizado, incrementado exponencialmente desde el año 2006.

Sin embargo, las posibilidades de que fundamentalistas islámicos afectaran directamente la seguridad de ciudadanos mexicanos eran, hasta hace poco, mínimas.

Cuando un ataque terrorista ocurre en algún lugar del mundo, las autoridades mexicanas se limitan a emitir condolencias y ofrecer apoyo moral a los países afectados. Esto ha cambiado un poco en los últimos meses.

Catorce turistas mexicanos fueron atacados durante un operativo antiterrorista en Egipto que buscaba eliminar a militantes del Estado Islámico.

Claudia Ruiz Massieu, ex secretaria de Turismo y ahora al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, viajó inmediatamente al Cairo.

Ahí, en conferencia de prensa aseguró que el gobierno de México ofrecería todo el apoyo consular a los familiares de las víctimas y exhortó enérgicamente al gobierno de Egipto a ofrecer una explicación detallada de los hechos.

Además, la canciller reafirmó el compromiso de la cancillería con la protección de los mexicanos que se encuentran en el extranjero.

Los visitantes mexicanos que hacían una parada para almorzar, fueron ultimados por las ráfagas de fuego que provenían de helicópteros piloteados a distancia. El saldo fue de ocho connacionales y cuatro egipcios muertos.

México es un país pobre, pero el número de mexicanos que logra organizar sus recursos para conocer otras regiones del mundo se ha incrementado en los últimos años. Esto gracias a las actuales facilidades para comprar boletos de avión y noches de hospedaje a bajo precio.

Egipto es uno de los destinos turísticos más populares del mundo. París es aún más visitado.

Y este segundo destino no sólo es la ciudad que más turistas recibe en el planeta. Muchos mexicanos a lo largo de varias generaciones han elegido a la capital francesa como su preferida para vivir y estudiar maestrías y doctorados.

Políticos notables como Manuel Bartlett o Marcelo Ebrard estudiaron posgrados en universidades galas.

En Francia hay más de 3 mil estudiantes mexicanos, lo cual coloca a este país en tercer lugar en ese rubro, después de Estados Unidos y España.

Se calcula que además de los estudiantes, hay alrededor de 2 mil 100 ciudadanos mexicanos que viven de manera permanente en París.

Hace nueve días, tres mexicanos fueron alcanzados por las balas de los atacantes que aterrorizaron el Bataclán, el State de Francia y varios cafés de los barrios 10 y 11 de París.

Dos mexicanas con doble nacionalidad, una estadounidense y la otra española, perdieron la vida durante los atentados del 13-N. Un mexicano más fue herido, trasladado al hospital y ya se reportó fuera de peligro.

¿Cuál ha sido la reacción de las autoridades mexicanas?

Como ya se mencionó, la reacción de la cancillería mexicana después de la muerte de los turistas originarios de Jalisco en el desierto de Egipto fue enérgica.

Parafraseando la clásica expresión atribuida al ex Presidente Luis Echeverría, la cancillería prometió que “llegaría hasta las últimas consecuencias, se harían las averiguaciones correspondientes y no se detendrían caiga, quien caiga”.

Al momento todavía no se han definido culpables y la investigación parece estar esperando a que Egipto resuelva otros asuntos más importantes para su gobierno.

Inmediatamente después de los atentados terroristas en París, tanto la canciller Ruiz como el presidente Peña actualizaron sus cuentas de Twitter para expresar condolencias y ofrecer apoyo a los franceses.

Un poco más tarde la SRE confirmó el fallecimiento de las mexicanas.

Rápidamente, la cancillería informó que mantiene contacto y coordinación permanente con la Embajada de México en París y su sección consular, para dar seguimiento y ofrecer la protección necesaria a los connacionales.

La Embajada de México en París puso a disposición del público números telefónicos y correos electrónicos de emergencia para canalizar las dudas de los mexicanos que viven en Francia y las de los familiares que investigan el paradero de sus seres queridos desde México.

La SRE recomienda consultar constantemente las recomendaciones preventivas, seguir al pie de la letras las indicaciones de las autoridades locales y revisar los avisos al viajero que publican los diferentes gobiernos europeos.

En general, la respuesta del Servicio Exterior Mexicano ha sido apropiada, pero estándar.

UN PROBLEMA MÁS ALLÁ DE NUESTRAS FRONTERAS

Para fortuna de México, las pérdidas humanas de nuestros connacionales no han sido cuantiosas.

No obstante, los atentados del 13 de noviembre en Francia han traído a la mesa una discusión más amplia sobre el involucramiento de México en la lucha contra el terrorismo y la crisis migratoria de los exiliados sirios.

Desde septiembre de este año, el gobierno mexicano ha estado analizando abrir puertas para los refugiados sirios que huyen de la guerra.

Pero, antes de dar ese paso, la cancillería considera que es prioritario reforzar el diálogo multilateral para solucionar el conflicto.

En resumen se lee que las puertas de México están abiertas, pero sería mejor que el problema se arreglara en otras latitudes antes de agregar una preocupación más a la agenda de la política interior mexicana.

No hay que olvidar que México es un país que ya tiene una larga tradición de problemas migratorios.

Millones de personas provenientes del Caribe y de Centroamérica huyen de situaciones precarias en sus países y desean pasar por México para llegar a Estados Unidos, la tierra prometida. Muchos no logran llegar a EU y se quedan a buscar mejores oportunidades en México.

La recepción de los mexicanos en las fronteras y en varios lugares, no ha sido, a lo largo de los años la bienvenida más cálida.

Es claro que el conflicto migratorio ocasionado por las invasiones de Occidente y el surgimiento del Estado Islámico no han representado todavía un problema grave para el gobierno de Enrique Peña Nieto.  Él tiene problemas igual de graves, pero todos al interior de su país.

La cuestión es que ante el acuerdo de todos los países del G20 – grupo al que pertenece México - para erradicar a ISIS del Medio Oriente, México se encuentra en una posición donde su liderazgo internacional se puede ver afectado si no se integra de una u otra manera a la conversación predominante.

Probablemente, México no necesita mandar tropas a Siria para ayudar a Francia, a Rusia y a Estados Unidos para destruir los bastiones del Estado Islámico.

Sin embargo, sí podría liderar a la región, como lo hizo durante la segunda Guerra Mundial o durante la Guerra Civil Española, para abrir las puertas a los sirios que huyen de ISIS y poner el ejemplo en la región.

Lo anterior no se ha confirmado. Y tampoco se espera que sea fácil de lograr.

México ha recibido principalmente a católicos y a judíos. La población musulmana en México no es tan grande y las autoridades deben considerar que los índices de xenofobia, racismo e intolerancia religiosa en México son altos y no conviene obviarlos.

Pero sobre todo, México deberá tomar en serio una cuestión básica. Ya hay víctimas mexicanas que han sido afectadas por la violencia generada por el Estado Islámico. Es posible que la lista se incremente.

La máxima de los servicios consulares alrededor del mundo es salvaguardar la seguridad de nuestros connacionales.

Con la amenaza de ISIS haciéndose cada vez más grande. Las embajadas, consulados y autoridades mexicanas, principalmente en Europa, tendrán que involucrarse más rápidamente para impedir más muertes de mexicanos a manos de ISIS u otros grupos terroristas.

El problema principal para que todo esto suceda, es que México vive su propio terror al interior de sus fronteras.

Cualquier movimiento del gobierno en apoyo a la causa francesa será evaluado como un acto de hipocresía.

Cuando el subsecretario de Relaciones Exteriores, Carlos de Icaza marchó en las calles de París en apoyo a las víctimas fatales del ataque a la revista Charlie Hebdo, muchos protestaron por la incongruencia de dicho acto.

Sobre todo al contrastarlo con la indiferencia que mostró el presidente Peña Nieto,  cuando decidió continuar un viaje oficial a China, en lugar de regresar para atender la crisis de Ayotzinapa.

Por otro lado, México tienen una tradición importante con respecto a negociaciones diplomáticas rumbo a la paz. El mexicano Alfonso García Robles obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1982 por su trabajo para evitar la proliferación de armas.

El ejemplo de este prócer de la diplomacia mexicana puede servir como un pretexto, para que México asuma una posición de liderazgo y ofrezca una visión alternativa para impulsar la reconciliación en las negociaciones anti terroristas. Una visión que, hasta el momento nadie se ha atrevido a proponer oficialmente.


(REPORTE ÍNDIGO/ SERGIO ALMAZÁN / LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015)

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