lunes, 30 de noviembre de 2015

CUALQUIERA, MENOS JESÚS VIZCARRA


El gobernador, sin duda alguna, será un factor de poder en la sucesión gubernamental. Lo está siendo ya. La campaña adelantada de su secretario general de Gobierno, buena parte de ella con recursos del erario, no podría ser sin su beneplácito—complicidad. Mario López Valdez midió con varas distintas las aspiraciones de otros de sus hombres del gabinete. Eduardo Ortiz y Roberto Cruz no corrieron la misma suerte y tuvieron que salir de la administración, cada quien en su contexto.

Gerardo Vargas Landeros, sin embargo, sigue con su precampaña, haciendo caso omiso de leyes y ordenamientos, de críticas, reclamos y memes. Va de frente, hasta ahora, contra lo que se atraviese, Malova cuidándole la espalda. Sabe que no tiene oportunidad en el PRI, pero se han propuesto, ambos, estirar la liga con otro propósito: que no sea Jesús Vizcarra Calderón el candidato. Si esto se logra, solo con eso, habrán cortado un trébol de cuatro hojas.

Desde luego que este factor tiene sus límites. Con el regreso del PRI a Los Pinos se acabó el breve lapso en que virrey ponía virrey. Le tocó hacerlo a Juan Millán con Jesús Aguilar Padilla y si las condiciones fueran aquellas, estaríamos viendo ya a Vargas Landeros como virtual gobernador.

Pero Malova llegó con el panismo y se retirará bajo un régimen priista, lo cual modificó drásticamente sus escenarios. Ahora tendrá que negociar con el centro del poder su retirada. Tampoco, no hay que confundirse, es un subalterno de Enrique Peña Nieto, quien, por su lado también le conviene un buen acuerdo porque ocupa ganar gubernaturas para ir preparando su retirada dentro de tres años.

El gobernador trae una carga muy pesada y eso lo obliga, por sí misma, a sentarse a negociar: la enorme corrupción que hay en su Gobierno. Ya no digamos aquello relacionado con la seguridad y la complicidad de sus estructuras con los grupos locales del narcotráfico —porque también el Gobierno federal cojea de la misma pata—, sino aquella relacionada con el dinero. Si un sello le ha impuesto Malova a su paso por el Gobierno, es ese: la corrupción. Y como siempre se dejan huellas —en realidad estos traen un embarradero—, no sería muy difícil, si ese fuera el propósito, fincar responsabilidades contra los que pronto se irán de la administración. Y no serían pocos, incluyéndolo a él mismo.

¿Les dice algo lo que está ocurriendo en Sonora? Desde que arrancaron las precampañas en aquel estado surgieron las advertencias de que el todavía gobernador panista, Guillermo Padrés, estaba siendo investigado tanto por la administración federal, como por el gobierno norteamericano, debido a que se descubrieron transferencias millonarias a cuentas de Padrés en los Estados Unidos y Holanda, producto de contratos otorgados sin licitar. Lo publicó el The Wall Street Juornal en marzo.

Luego, ya como gobernadora, la priista Claudia Pavlovich Arellano anunció, al segundo día de su mandato, que inició una investigación por el sobregiro de 10 mil millones de pesos que encontró de la administración anterior. Un mes después, la segunda semana de octubre, su gobierno solicitó 67 procedimientos penales contra 12 ex funcionarios por el presunto desvío de 760 millones de pesos y actos delictivos contra el patrimonio estatal.

Por si esto fuera poco, la esposa del ex gobernador está siendo involucrada en el caso de tráfico de bebés a través, presuntamente, del DIF estatal, y que ha sido atraído por la PGR para su investigación.

Una cosa es el ruido electoral que siempre se provoca al calor de las campañas, pero otra muy distinta lo que se hace ya como parte de un gobierno. Y Guillermo Padrés está en serios problemas. Y que conste, Pavlovich no trae nada personal contra el ex gobernador.

¿Quién de los aspirantes priistas estaría en la tesitura de investigar a la administración saliente de Sinaloa? Sin duda, solo uno: Guadalupe de Jesús Vizcarra Calderón. Con ganas de meter a la cárcel a más de cuatro, incluyendo a López Valdez. Ninguno del resto. Por eso el gobernador está puesto para una buena negociación con Los Pinos. Sabe que si el candidato es el empresario de la carne le pedirán, por lo menos, que no meta las manos en el proceso electoral, so pena de enfrentar al poder central. Con la obviedad de que, si el candidato no es Vizcarra, apoyará con toda la estructura del gobierno estatal al candidato que mande el PRI. Al que sea. A ellos les dará lo mismo: tendrían el trébol en sus manos.

BOLA Y CADENA

ESTO MISMO SE APRECIA EN EL SENTIMIENTO de mucha gente y lo expresa a través de las encuestas. No son pocos los entrevistados que dicen votarían por Jesús Vizcarra, entre otras razones, porque desean “que meta a la cárcel a Malova”.

SENTIDO CONTRARIO

ESAS MISMAS ENCUESTAS reflejan otro dato incontrovertible: los aspirantes que se movieron todos estos meses, legal o ilegalmente, subieron en las preferencias. Al grado de que Gerardo Vargas se le encaramó a Aarón Irízar, que se ha mantenido quieto en aras de “respetar” tiempos y formas. Subió también Heriberto Galindo y hasta el Morrín, aunque éste sigue estando muy abajo en las preferencias de los electores a nivel estatal por razones obvias. Vizcarra no ha dicho esta boca es mía y ha bajado puntos aunque sigue arriba de todos.

HUMO NEGRO

¿ES POSIBLE QUE HASTA EL MOMENTO el empresario Jesús Vizcarra Calderón no tenga definido él, en lo personal, si se viene o no a competir de nuevo por la gubernatura? Sí, claro que es posible. Lo último que supimos es que, en una charla con el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, éste le preguntó si se vendría o no y Vizcarra le habría respondido que no lo tenía decidido todavía. Y que solo se vendría en el caso en que el presidente de la república se lo pidiera. Lo que tal vez Vizcarra, con toda su experiencia no alcance  entender todavía, es que en este país el presidente no pide: ordena.


(RIODOCE/ REDACCION

/  29 noviembre, 2015)

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