Desde
hace tres semanas hay un debate en la arena pública sobre si en el
enfrentamiento en Tanhuato el 23 de mayo, donde murieron 43 presuntos miembros
del Cártel Jalisco Nueva Generación, se les dio un tiro de gracia. Esta
afirmación, hecha por Carlos Loret en su columna en El Universal, llevó a las
autoridades a revivir un episodio que querían olvidar y a reiterar lo que desde
el principio Enrique Galindo, comisionado de la Policía Federal, ha asegurado:
no hubo ninguna ejecución. Loret ha sostenido su información y las autoridades
federales y estatales han trastabillado. La verdad de Tanhuato, es peor de lo
que se ha reconocido.
Los
peritajes no mencionan tiros de gracia, pero no hay nada que desmienta el
espíritu de la acusación de Loret. En Tanhuato hubo una matanza. Más aún, la
Policía Federal quiso cubrir el abuso y exceso de su fuerza mediante la
alteración de pruebas, el ocultamiento de evidencia y sembrar armas a los
presuntos delincuentes, de acuerdo con una investigación de María Idalia Gómez
en el portal Eje Central. Lo saben el comisionado nacional de Seguridad, Monte
Alejandro Rubido y lo sabe Galindo. Si lo desconocen sus jefes, las pruebas
están en dos paquetes de fotografías que tomaron los federales y que por error
–dado el grado de incriminación–, distribuyeron a los medios.
Tanhuato
es un municipio en Michoacán donde está el rancho “El Sol”, en donde se dio el
enfrentamiento. Colinda con Tinaja de Vargas, una comunidad de menos de 700
pobladores donde la mayoría de ellos pertenecen a familias de sicarios. “El
Sol” figura en los anales de la lucha contra el crimen organizado desde 2005,
cuando fuerzas federales desmantelaron una base de operaciones que tenían Los
Zetas en Michoacán. Aquel 23 de mayo un convoy de ocho unidades con 41 policías
federales realizó un operativo en busca de Nemesio Oseguera, “El Mencho”, jefe
del Cártel Jalisco Nueva Generación, que de acuerdo con fotografías en poder de
la PGR, se encontraba en ese rancho.
Cuando
pasaron por Tinaja de Vargas, los federales comenzaron la persecución de un
vehículo donde notaron armas largas. Tres minutos después llegaron al rancho
donde empezó el enfrentamiento, que empezó en la zona boscosa de la propiedad,
donde un federal cayó muerto el perforarle una bala de AK-47 el chaleco antibalas.
El primer choque duró aproximadamente una hora. Unidades de la Policía Federal
que se desplazaron desde Morelia, a unas dos horas y media de Tanhuato,
arribaron a el rancho, al igual que un helicóptero artillado BlackHawk, que fue
atacado desde tierra con fusiles de asalto y un fusil de alta potencia, el
Barrett M82, que no lo impactó.
Fuera
del policía federal que murió en los primeros minutos del enfrentamiento,
ninguno otro cayó muerto o herido. Rubido aseguró que todos los abatidos dieron
positivo en las pruebas de radizonato de sodio y Walker, que probaba que habían
disparado armas de fuego. Nunca explicó el porqué, según su propia numeralia,
hubo más presuntos criminales con rastros de pólvora, que armas en sus manos.
Rubido
y Galindo siempre defendieron el operativo del 23 de mayo. Sin embargo, desde
un principio hubo dudas sobre la verdad oficial. Las sospechas tienen que ver
con lo que se llama el índice de letalidad. En ese sentido los federales
violaron el código de conducta y el documento de los Principios Básicos Sobre
el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de
Hacer Cumplir la Ley. Las evidencias apuntan al aniquilamiento.
El
índice de letalidad de la Policía Federal establece un policía muerto por 1.4
agresores; en Tanhuato fue un policía muerto por 42 agresores abatidos. El
excesivo uso de la fuerza debe ser una excepción, y cuando no se aplican los
protocolos, pueden ser consideradas ejecuciones extrajudiciales, sumarias o
arbitrarias, de acuerdo con los principios y estándares del Derecho
Internacional, de donde se puede desprender una responsabilidad directa hacia
el Estado.
Lo
que sucedió en el rancho El Sol tiene dos versiones oficiales. La retórica,
dicha por Rubido y Galindo, y la gráfica, que muestran las fotografías. Hay dos
paquetes distribuidos por la Policía Federal que revelan lo que hicieron en
Tanhuato. Las primeras fotografías que se distribuyeron muestran cuerpos
regados por todo el rancho, algunos en ropa interior y sin zapatos, donde no
abundan las armas. En el segundo paquete aparecen los mismos cuerpos pero con
armas que no estaban previamente. Entre las armas que aparecieron figura una
Barrett M82.
Cómo
llegaron las armas a los muertos no es un misterio. Fueron plantadas. Las fotografías
fueron tomadas por policías federales una vez que habían tomado el control del
rancho y abatido a todos los presuntos criminales. El Ejército, que participó
como apoyo perimetral, nunca entró al rancho. Hay algunos cuerpos que tienen
disparos a escasos tres metros de distancia. Eso podrá no ser un tiro de
gracia, como denunció Loret, pero para efectos prácticos lo mismo. Los
ejecutaron a corta distancia y, en algunos casos, sin que estuvieran armados.
Sembrarles armas y alterar la evidencia es un delito, al que se le debe sumar
la ejecución extrajudicial en la que incurrieron al violar sus reglas, normas y
protocolos.
(ZOCALO/
COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL” DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 28 DE AGOSTO 2015)
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