La
muerte de una egresada del Tec por presunta violencia de pareja causó conmoción
entre la comunidad del instituto y activistas de Monterrey, porque muestra que
éste es un mal que no distingue nivel educativo ni socioeconómico
“Si
ni ‘Angie’, quien siempre luchó por los derechos humanos, pudo identificar un
caso así o lo que estaba viviendo, me hace ver que la violencia de pareja es
una problemática muy fuerte”
Ofelia
Estrada
Compañera
de Angélica Ortiz Sena
"(Se
sugiere) estar al pendiente, incluso, de hablar a la policía si se ve algo
extraño, por mínimo que sea, porque estas cosas suceden aunque uno no crea”
Laura
Villarreal
Trabajadora
social de Alternativas Pacíficas
La
conmoción y la incredulidad se apoderaron de la comunidad del Tecnológico de
Monterrey y de activistas locales con el deceso de Angélica Ortiz Sena.
La
necropsia de la Procuraduría de Nuevo León mostró que la joven, de 24 años,
murió de una contusión en el cráneo, presuntamente a manos de su pareja, Jesús
Arturo Rodríguez Bastidas, de 25 años, quien después se suicidó.
Las
autoridades encontraron los cuerpos sin vida de ambos el lunes, en la calle
Notre Dame, Colonia Jardines del Paseo.
Ambos
eran egresados del Tecnológico de Monterrey: él había estudiado Ingeniería
Mecánica y ella era egresada de Relaciones Internacionales.
Para
profesores, amigos y familiares, es difícil de creer cómo Angélica, directora
de la organización Puertas Abiertas, para personas con discapacidad, y miembro
de Itinera: Museo de Derechos Humanos, fue víctima de violencia de género y
pareja.
“Ante
toda esta situación me queda una gran incógnita: ¿Dónde estábamos? ¿Dónde
estábamos aquellos que nos llamábamos sus amigos, sus confidentes?”, opina Lady
Huerta Hernández, quien también estudió Relaciones Internacionales.
“Si
ni ‘Angie’, quien siempre luchó por los derechos humanos, pudo identificar un
caso así o lo que estaba viviendo, me hace ver que la violencia de pareja es
una problemática muy fuerte”, comenta Ofelia Estrada, otra de sus compañeras
del Tec.
Especialistas
entrevistados por Reporte Indigo exponen que, aunque aún es un tabú en algunos
sectores sociales, la violencia familiar y la de género no distinguen nivel
educativo ni socioeconómico.
UN MAL SILENCIOSO
Laura
Villarreal, trabajadora social de Alternativas Pacíficas, asociación de Nuevo
León que protege a las víctimas de violencia familiar y de género, explica que
en ocasiones es difícil percatarse de una situación de abuso.
“Las
personas agresoras son muy seductoras, en el sentido que, mientras empiezan a
tener la confianza de la víctima, tratan de hablarle bonito y lo que la otra
persona quiere que se le diga”, detalla.
“Ante
los demás se puede presentar el agresor como una persona muy buena, muy serena,
muy tranquila, y ya en el entorno con la víctima se remarca quién tiene la
autoridad, es decir, es un ejercicio de la autoridad arbitraria y un
desequilibro de poder”.
Villarreal
precisa que los orígenes de la violencia de género están en cuestiones
culturales, como el machismo, y en pasadas experiencias de agresión
intrafamiliar, pues es algo cíclico.
Pero,
puntualiza, en los casos que se presentan en ámbitos sociales de un alto nivel
educativo y de niveles socioeconómicos medios-altos, lo que suele influir son condiciones
psicológicas y el consumo de alcohol o drogas por parte del agresor.
“Puede
ser que la persona no se sienta con la capacidad, cuestiones que se crean de
codependencia hacia el otro: ‘necesito estar al pendiente del otro y revisando
la vida del otro y agradando al otro porque sin él no puedo vivir’, porque así
lo vive la persona, inconscientemente”, explica.
“Es
un proceso en el cual la persona tiene que darse cuenta que requiere un apoyo
profesional porque son cosas que se van repitiendo o que se van haciendo más
grandes hasta llegar a la muerte”.
La
trabajadora social recomienda a amigos y familiares poner atención a los signos
de alerta: el posible agresor controla la ropa, los amigos, las actividades,
las palabras, los empleos, los documentos, el celular y las contraseñas de
redes sociales.
“Estar
al pendiente, incluso, de hablar a la policía si se ve algo extraño, por mínimo
que sea, porque estas cosas suceden aunque uno no crea”, sugiere Villarreal a
los allegados cuando han detectado un problema.
EDUCAR CONTRA EL MACHISMO
Irma
Alma Ochoa, directora de la asociación Arthemisas por la Equidad, informa que
este año han muerto, en promedio, cinco mujeres al mes en Nuevo León,
principalmente por violencia de género.
Casi
350 mujeres han sido víctimas fatales en Nuevo León desde el 2012 a la fecha,
agrega.
Ochoa,
quien también es integrante del Observatorio Ciudadano Nacional del
Feminicidio, apunta que falta educación sobre el machismo entre los
funcionarios públicos y la sociedad civil, incluso en los círculos sociales con
mayor educación.
“Hay
algunas mujeres que consideran que en algún momento el cariño y la relación que
tienen con el agresor va a hacer que el agresor cambie su perspectiva y su
actitud, y eso sí es realmente un mito porque nosotras no podemos cambiar
absolutamente a nadie”, subraya.
“Algunas
mujeres están en esa negativa porque consideran que aquello que les pasa es
normal, que es natural.
“Entonces
como sociedad civil, y el gobierno, tenemos que educar, capacitar, difundir,
que la violencia no es una situación natural”.
Ochoa
considera que es importante que se emita una alerta de género en los tres
niveles de gobierno de Nuevo León, para que haya campañas de concientización y
que se capacite a autoridades para atender a víctimas de este tipo de
violencias.
“Yo
veo que no lo están combatiendo (el problema), aquí en el estado de Nuevo León
hemos tenido una situación muy crítica”, apunta.
PARA NO VOLTEAR LA MIRADA
La
violencia de género y pareja trasciende niveles socioeconómicos y educativos,
por lo que debe ponerse atención a las señales:
SIGNOS DE ALERTA
> El agresor controla la vestimenta
de la pareja.
> Le impide a la pareja verse con
ciertas personas.
> Esconde documentos personales.
> Revisa el celular, los mensajes, el
Facebook.
> Le prohíbe tomar un empleo o
realizar actividades.
> Frases clave: ‘no te pongas eso’,
‘no salgas con ellos’, ‘no quiero que te unas a este grupo o tomes este
trabajo’.
¿Qué hacer si conozco a una víctima?
> Armar un plan de seguridad.
> Estar al pendiente de las señales.
> Comprender la situación de la
víctima.
> Acercarse sin confrontaciones ni
humillaciones.
> No temer.
> Entender que hay que llamar a la
policía si es necesario.
> Contactar a una asociación civil.
¿Dónde pedir ayuda?
Alternativas Pacíficas, A. C.
Tel: 8372-9066 /8372-9694
info@alternativaspacificas.org
Ignacio Zaragoza 555 Nte. 2do Piso,
Monterrey.
(REPORTE
INDIGO/ PEDRO PABLO CORTÉS - Viernes 10 de julio de 2015)
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