Tres
categorías de sueldos (150, 165 y 180 pesos por jornada), de acuerdo a las
características de cada empresa agrícola, la conformación de un sindicato
nacional de trabajadores del campo y un fideicomiso de 100 millones de pesos
para apoyar en infraestructura, son algunos de los logros de los jornaleros que
aún les saben a abandono. “El subsecretario Miranda me jaló y me dijo:
‘Fírmale, ¿eh? Hicimos un trato de hombres y yo no vengo a desvelarme 15 horas
como los pendejos de la otra vez’; y yo le respondí que el trato él lo había
traicionado”: Justino Herrera
Cuando
el pasado 4 de junio, algunos de los voceros de la Alianza de Jornaleros de San
Quintín dieron a conocer a los reporteros lo que llamaron logros históricos. El
rostro desencajado de éstos contrastaba con las buenas noticias.
Después
de la encerrona de cinco horas con el subsecretario de Gobernación, Enrique
Miranda Nava, el gobernador Francisco Vega y toda suerte de funcionarios, al
final de la reunión, las autoridades literalmente volvieron a huir y dejaron a
los líderes jornaleros para que ellos dieran a conocer la culminación del
último punto de los acuerdos: el aumento salarial, que no fue de 200 pesos como
exigían.
Las
partes habrían firmado el compromiso de que después de un análisis de todas las
empresas existentes en el Valle, se categorizaría a las mismas de acuerdo a sus
características, capacidad económica, tamaño, extensión territorial,
tecnología, número de empleados, esquemas de negocios y su competencia. De ahí
se fijarán tres niveles y, en base a los mismos, se establecerán los salarios
diarios: 180 pesos para empresas agrícolas categoría “A”, 165 pesos para la
categoría “B” y 150 pesos para las “C”.
No los 200 pesos que exigían y que incluso la autoridad federal se había
comprometido a “completar” en caso de que los patrones agricultores no
cedieran.
“Llevamos
esperando veinte años, quizá no mejora en su totalidad la vida de los
trabajadores del campo, pero sí viene a aliviar parte de las necesidades”,
justificó Fidel Sánchez, el vocero más politizado de la Alianza.
“Nuestra
lucha no significa nada más un salario digno”, apuntó para resaltar el logro
histórico de, por ejemplo, la constitución de un sindicato nacional de
trabajadores del campo y un fideicomiso de 100 millones de pesos para apoyar en
infraestructura para los jornaleros de San Quintín.
Por
su parte, Fermín Salazar justificaría: “Llegamos a ciertos acuerdos, no los que
la gente espera, pero no ha sido fácil enfrentar a las diferentes autoridades”.
En
plena reunión, quien se retiró de la mesa, y que el resto de los voceros no supo
explicar, fue Justino Herrera, caracterizado por asumir la actitud más bélica
al momento de exigir y enfrentarse a las autoridades. Herrera se retiraría
después de la conclusión de la propuesta salarial, que también causó desazón
entre los pocos jornaleros que afuera del salón Misión Santa Isabel esperaban
la respuesta: “¡180 pesos siguen siendo una burla… una bofetada!”, “¡Kiko Vega,
San Quintín te odia!”, fueron algunas de las consignas que gritaron como
respuesta.
Ahora
replegado, Herrera explica lo que lo llevó a negarse a firmar los acuerdos que
sus compañeros sí aceptaron, y confirma lo que subsecretario de Gobernación,
gobernador y delegado de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) se
negaron a precisar en su momento. Será salario mínimo diario “integrado”, y ahí es donde estuvo la
trampa.
Detalla
Herrera que la palabra “integrado” originalmente no estaba puesta en la minuta
de los acuerdos del 13 y 14 de mayo, y la minuta del 4 de junio fue agregada
echando abajo el punto 12 de los acuerdos firmados el 19 y 20 de marzo, donde
se establecía que se pagarían días festivos, séptimo día, horas extra,
antigüedad, vacaciones.
“Por
eso no firmé, le dije a Fidel pero no me hizo caso, era diferente al documento
original que hablaba de un salario mínimo base, sin la palabra ‘integrado’, ese
sí era un gran paso”, relata Justino Herrera. “El subsecretario Miranda me jaló
y me dijo: ‘Fírmale, ¿eh? Hicimos un trato de hombres y yo no vengo a
desvelarme 15 horas como los pendejos de la otra vez’; y yo le respondí que el
trato él lo había traicionado.
“¿Qué
les iba a decir a los medios? ¿Que traicioné?
¿Que
eché a la basura todas las prestaciones de los compañeros? ¿Que estoy orgulloso
de estos logros? Estoy decepcionado con la firma de mis compañeros”, expresó.
El
logro se redujo al pago del Impuesto
sobre el Producto del Trabajo, afiliación y pago del Seguro Social y dos
semanas de aguinaldo al año. Pero el resto de prestaciones como vacaciones,
días festivos, reparto de utilidades y sobre todo el séptimo día, irán en el
salario mínimo integrado. Lo ya firmado se perdió y Herrera lo explicó a los
jornaleros después que el resto de voceros de la Alianza no lo hizo bien.
Frustrado,
Herrera expone: “Hasta le hice cuentas a mis compañeros, con el séptimo día
incluido, el salario de 150 pesos iba a llegar a los 175; el de 165 pesos
subiría a 187, y el de 180 finalmente quedaría en 210 pesos. ¡Eso ya estaba
ganado! Si un jornalero cualquiera viera
y firmara el documento, estoy de acuerdo… no saben”.
—
¿Los chamaquearon entonces?
“Pues
los chamaquearon a ellos, a mí no, para que me chamaqueen a mí necesitan
encarcelarme o que me desaparezcan”.
En
las redes sociales, la desconfianza se ha volcado sobre los voceros de la
Alianza: “Yo creo que tienen razón cuando hablan de líderes vendidos, aunque no
haya ningún símbolo de pesos, ninguna moneda
puesta en nuestras manos, ni en la de ellos, yo no puedo asegurarlo”.
Justino
Herrera ahora pronostica otro conflicto entre los patrones, porque se van a
negar a pagar los 180 pesos y todos van a regatear, “empezando por el Rancho
Los Pinos”, para que los etiqueten como categoría “C”. Pero advierte, desde
ahora son como 25 empresas, todas las freseras, que sí se pueden inscribir como
“A” y, por lo tanto, la capacidad de pagar el tope. Enumera a los ranchos San
Vicente Camalú, Los Olmos, San Cruz, Coco García, Chava García, Conrado
González, BerryMex, Rancho Seco, Agrícola San Simón, San Marcos, Santa Mónica,
Los Pinos y Bella Vista.
El
vocero disidente anuncia que por lo pronto estará como espectador, a ver cómo
se pelean los patrones, y adelanta, será respetuoso del plazo hasta la primera
semana de julio, cuando haya nueva reunión para conocer los avances; pero lo
que sí no dejará, será la lucha de los jornaleros, la cual encabezará solo,
pues afirma que puede movilizar a la totalidad de los 70 mil trabajadores del
campo asentados en la zona.
“¡Yo
sí los levanto a todos! Ya no pelearé al lado de organizaciones, son unas ratas
méndigas, unas debiluchas, personas que no tienen el valor civil suficiente
para poderse ir hacia el fondo de una vez. ¡Me voy a hacer cargo yo!”, amenaza
Justino Herrera.
Mientras
Fidel Sánchez, el líder de facto de la Alianza, en medio del júbilo por el
aparente logro declararía: “Podemos perder la batalla, pero la guerra no,
porque hay mucho por delante”. Luego rectificaría: “No hemos perdido la guerra…
no la batalla”.
(SEMANARIO
ZETA/ GENERALEZ/ Juan Carlos Domínguez / 20 de Junio del 2015 a las 09:00:07)
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