A
tres días de que se cumpla un año de la detención de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán,
el líder más mediático del cártel de Sinaloa, la organización no sólo no ha
decaído, sino que se ha fortalecido gracias a la restructuración de su
funcionamiento.
Antes
se regían por una estructura piramidal, con un mando visible, ahora se
modernizaron y utilizan una forma de dirección horizontal, en la que lejos de
debilitarse se robusteció ya que se hizo una especie de ‘muralla’, con lo que
adquiere mayores niveles de resistencia, afirman los investigadores colombianos
Luis Jorge Garay Salamanca y Eduardo Salcedo-Albarrán, autores del libro
‘Narcotráfico, corrupción y Estados’. Cómo las redes ilícitas han reconfigurado
las instituciones en Colombia, Guatemala y México.
Entrevistados
en México, cinco días después de la recaptura de Guzmán Loera, relativizan el
alcance de la detención por parte de la Marina y la DEA, el pasado 22 de
febrero en Mazatlán, Sinaloa.
“Estaba
mediatizado como el gran concentrador del poder en la organización. Puede haber
duda de que eso fuera así en las últimas épocas, porque el de Sinaloa ya no es
un cártel sino una estructura de redes que trabaja simultáneamente en al menos
una decena de mercados ilegales”, explica Garay.
Se
han vuelto más sutiles en su forma de conducirse, los años de Ferraris y
Corvettes con la música alta ya pasaron, ahora en un tono más discreto siguen
dirigiendo una de las organizaciones delictivas más lucrativas de
Latinoamérica.
“El
cartel está ahí. No se le nota débil, resquebrajado, dividido o en riesgo de
desaparecer. No ha nombrado a un sucesor, al menos, visible”, dijo Javier
Valdez, director de Riodoce, una publicación de referencia en la ciudad.
LOS PUNTOS CLAVE DE LA RESTRUCTURACIÓN
Cada
quien tiene responsabilidades, y no hay un todo poderoso aunque si de jerarquía
se trata Ismael ‘Mayo’ Zambada es el más fuerte, ya que se encarga del control
de la policía.
El
hijo del Chapo, Iván Archivaldo, controla el menudeo en Culiacán, aunque son
funciones autorizadas por Zambada. Y como en todo negocio, la idea es
reinventarse o morir, y con el auge de las drogas sintéticas ha llevado también
a los capos sinaloenses a invertir grandes cantidades en laboratorios
clandestinos. Los mexicanos no tienen que importar la mercancía desde Colombia
o Bolivia con el gasto que eso conlleva.
Las
farmacias ambulantes se instalan en edificios de la zona urbana de Culiacán o
en lugares remotos de la sierra de Sinaloa, donde históricamente se ha
cultivado la amapola. En esas brechas de difícil acceso se producen toneladas
de la droga conocida como cristal. El transporte y venta de cocaína y heroína,
sin embargo, siguen siendo las principales fuentes de ingresos del cartel.
En
ausencia de El Chapo, la tasa de homicidios en el Estado de Sinaloa se ha
reducido, aunque ninguno de los analistas consultados puede ofrecer una
explicación. En 2013 fueron asesinadas mil 208 personas, por 986 al año
siguiente. La tasa por cada mil habitantes es de 33.33, solo superado por
Guerrero.
(Eje Central)
(RIODOCE/
REDACCION/ 19 febrero, 2015)
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