lunes, 29 de diciembre de 2014

ENSENADA: DICIEMBRE EN CRISIS


No hay lucecitas multicolores ni adornos, los pinos navideños que nadie compró se van secando, las calles lucen melancólicas y solitarias. No hay ánimos ni fiesta, no hay dinero. Ensenada vive la más triste y pobre Navidad en muchos años.

Además de los embates económicos que el Gobierno Federal ha propinado a todos los mexicanos, a los ensenadenses les han pegado otras desgracias. Ya no sienten tanto lo duro, sino lo tupido. Primero los cruceros que ya no venían, luego la homologación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), el municipio en la frontera que paga la más cara gasolina y, claro, la Carretera Escénica cerrada, acabó de amolarlos.

El amargo trance lo vive no solamente el sector turístico, hoteleros, restauranteros, curioseros, sino todo el comercio está en crisis; cierres, recortes, deudas, son de todos los días. Diciembre de suyo es de bajas ventas, pero nunca como ahora.

Para empezar, no hay ocupación hotelera. Está el caso de uno de los de más tradición en Ensenada, Casa del Sol, que de 40 habitaciones, en esta temporada ha alcanzado a ocupar nada más cuatro o cinco. Hay días en que solamente hay una persona hospedada. Y todos los hoteles están igual, indica la propietaria Janise Izabal Bitterlin.
La empresaria menciona el aumento del IVA y el cierre de la Escénica como uno de los tantos factores de la debacle, que no la habían vivido desde 2008, cuando la ola de secuestros y asesinatos en Tijuana también les afectó.

 Los hoteles sobreviven gracias a las regatas que se celebran en el puerto en marzo y abril, las carreras de la Baja, el turismo familiar que llega principalmente de Mexicali, Sonora o San Luis Río Colorado en julio y agosto, pero los eventos son menos y los norteamericanos cada vez están más ausentes.

Las tarifas hoteleras se han mantenido hasta donde se ha podido. Pero no se pueden bajar a menos de 500 pesos el día. De ese importe, hasta un 20 por ciento se va en puros impuestos por pagar. Está el caso de hoteles más plus, como el Coral y Marina, que ha tenido que manejar paquetes promocionales de 100 dólares, incluyendo comidas y spa.

Pero los de menor capacidad tienen que buscar reducir gastos de agua y electricidad. “Parte del agua de compra de pipa, otra a la CESPE, la ropa siempre ha sido un dilema, si se lava aquí o en la lavandería”, narra la propietaria de Casa del Sol. También se ha tenido que recortar personal.

Los hoteles son el reflejo de las calles de Ensenada y su malecón, desoladas, por lo menos de turistas. La llegada de los barcos y cruceros en realidad no reportan un gran flujo, los turistas que desembarcan “no compran nada… una cobija, unos totopos y una cerveza”. No quieren ni gastar 80 o 100 dólares para un recorrido.

PURO TURISTA POBRE

Para los comerciantes de las “curios” hay dos noticias, una buena, y otra mala. La buena es que ya llegan más barcos al puerto ensenadense.

Lo malo es que sus visitantes no compran, las ventas son mínimas. De los dos días a la semana en que llegaba un crucero a la ciudad, pasaron a ser cuatro por semana, que son los únicos días en que se tiene la posibilidad de vender algo.

“Pero el turismo no trae dinero, cada día nuestro turismo es más pobre”, lamenta Yolanda Ramírez López, propietaria de Curios Yolis, negocio que lleva establecido más  32 años, y que empezó a padecer la crisis de 10 años para acá.

La clientela de los “curios” se conforma en un 95% de turistas -gringos y mexicoamericanos-, y solo un 5% de locales. Las ventas han tenido una baja hasta del 50%. Y la paradoja: “Ahora vienen más turistas, pero compran menos”.

Por decir algo, si antes un turista gastaba 100 dólares en souvenirs y demás chucherías, ahora solo gasta 25 dólares, “su poder adquisitivo ha bajado muchísimo”. Para enfrentar la crisis y bajar costos, en el establecimiento procuran tener los focos apagados y así gastar menos energía eléctrica, y sí antes contaban con cuatro empleadas, hoy la dueña tiene que atender directamente el negocio.

Quedaron atrás los tiempos en que la tienda Yolis compraba grandes cantidades de mercancía, hoy se va resurtiendo nada más lo que va haciendo falta, porque si antes los artículos permanecían un mes en los estantes, ahora pueden quedarse hasta dos años sin venderse. De un año para acá, con el cierre de la autopista, los turistas ya no caminan por la calles del Centro y se cierran negocios todos los días.

SI LOS TURISTAS NO TRAEN DINERO, MENOS LOS CLIENTES LOCALES

Antojitos Mexicanos Maribel, ubicado en el Centro Comercial Villa Mexicana desde 1990, viene ofreciendo sabrosas comidas corridas y a la carta, básicamente a público local.

Nunca habían enfrentado una crisis como la actual. La ventas han bajado a la mitad: “Antes aquí estaba lleno, y mire usted ahorita, dos o tres clientes”, ilustra su propietaria, Rosa Ortiz Ramírez.

Han bajado las ventas, los que vienen comen menos, los que vienen lo hacen por necesidad porque son trabajadores de la Zona Centro, y en sábado y domingo cada vez son menos los paseantes que pasan por ahí. Los mexicoamericanos, que antes llegaban mucho, ya casi no se ven, “ha bajado desde lo de la Escénica”. 

“Ya no es como antes que venía toda la familia, y si antes comían aquí, ahora piden para llevar”, explica la restaurantera, quien ofrece comida corrida a 65 pesos, después de que hace poco tuvo que incrementarle 5 pesos al precio.

Los costos de operación han aumentado en su totalidad, ya ni pueden pagar los 6 mil pesos que les llegan de luz, y tienen que hacerlo en tres pagos. Han tenido que despedir a tres empleados y deben preparar menos comida, aprovechar lo más posible los insumos.

Por ejemplo, si se les queda pollo asado, tienen que improvisar para el día siguiente unas tortitas de pollo. “Y aquí vamos sobreviviendo porque somos pura familia la que atiende, yo creo que los que tienen empleados simplemente no la  hacen”, considera Ortiz.

Y en toda la plaza lucen locales vacíos, ahora el boom es abrir barecitos y cafés alrededor, “pero duran más en abrirlos y meter cosas, que en cerrarlos definitivamente”.


Hasta en los vicios han tenido que irse limitando los ensenadenses.  Está el caso de la tradicional cervecería El Pirata, que por varias décadas ha funcionado sobre la mera Calle Segunda de la Zona Centro.

 Una de esas cantinas que funciona con un público cautivo, los mismos de siempre, pero que no consumen igual que antes. “Si estos tipos antes se tomaban cinco caguamas, ahora solo se toman tres”, explica el propietario de este sitio atendido por la familia Verdugo.

Según ellos no han subido los precios, pero ya no fían. A la botana de cortesía “hay que ponerle más frijoles” y ofrecerla solo tres días, son medidas con las que procuran sobrevivir.

Son afortunados porque sus vecinos han muerto en el intento, cerraron a un lado la sub-agencia, una birriería, el restaurante Ensenada y los billares de al lado ahora está convertido en un estacionamiento público.

LOS OXXOS, OTRA CALAMIDAD

Si la cerveza es tan socorrida y ahora falta el dinero para darse el gusto, para comprar café los ensenadenses también se la están viendo difícil.

“El consumo ha bajado muchísimo este año, ahora vendo 700 cafés menos”, revela Janise Izabal, propietaria de las negociaciones ubicadas en varios puntos de la ciudad, Zu Taza, muy aclientado con el público local por su servicio de bistro, café y vino. 

Refiere el mismo problema, menos clientes, y los que van, consumen menos, a pesar de que el café regular es el más barato e incluye refill. Botellas de vino ya ni han surtido porque ni se está vendiendo.

 Dicen que de septiembre a la fecha se ha agudizado el problema, las ventas han bajado hasta la mitad en relación al año pasado. El promedio de venta por persona antes era de 51 pesos, ahora bajó a 43. “Si antes pedían café y pastel, ahora sólo piden el puro café. O nada, una vez a la semana comen pastel”, ejemplifica.

Por su giro, aparte de los problemas enumerados en los anteriores casos, la propietaria de Zu Taza advierte que la apertura indiscriminada de tiendas de oportunidad como  Oxxo y 7 Eleven, construidos prácticamente en cada esquina, les ha venido a dar el tiro de gracia.

Para abatir la situación, buscan reducir gastos, tener bien controlado su stock para que los consumidores no tomen azúcar o crema de más, concientizar a los empleados para evitar mermas, aprovechar al máximo los insumos, por lo que han podido evitar el despido de empleados.

“No he recortado porque tengo ciertas ventajas, soy propietaria, yo me puedo bajar la renta, pero en otros lados sí despiden. Y ahí ves a mucha gente buscando trabajo”, argumenta la entrevistada.

La empresaria dice que desde hace dos años han estado cerrando negocios. Y que los ensenadenses ya no pueden salir viernes y sábado de fiesta, pueden hacerlo solo un día, pues el acudir a los restaurantes más conocidos de la ciudad implica un gasto de 500 a mil 500 pesos, tipo el Manzanilla, donde el consumo puede ascender hasta mil pesos por persona. Hay una clase social ensenadense con buenas posibilidades económicas, “pero es muy pequeña”.

Por ello los restaurantes de tradición se mantienen prudentes ante el tan llevado y traído boom gastronómico que se presume en la región, porque en lo que respecta a Ensenada, “sí, hay muy buenos lugares, y mucha fama, pero no tenemos gente local suficiente para eso”. Citan el caso del restaurante Casa Plascencia, que así como abrió, cerró; “creyeron que con el puro apellido era suficiente”.

A toda la serie de calamidades que les han venido a dar al traste a sus negocios, se agrega el hecho que el gobierno, de los tres órdenes, en nada les ayuda, al contrario, se dirigen a ellos solo en plan recaudatorio. Narra la hotelera y restaurantera cómo el hostigamiento de la Secretaría del Trabajo y Protección Civil, por ejemplo, llega al absurdo, queriendo imponer multas hasta por los detalles administrativos más insignificantes, pero con multas de 16 mil hasta 200 mil pesos.

Pero eso es otra historia. “Ha bajado mucho el poder adquisitivo”, es el diagnóstico propio. Y el pronóstico no puede ser más sutil: “Sí le tenemos miedito al próximo año… con lo del IVA, ¡nomás con eso tenemos!…”.

CIENTOS DE NEGOCIOS CERRARON EN BAJA CALIFORNIA

“Ahorita estamos viendo un repunte de la economía, por la temporada decembrina, pero no podemos recuperar en un mes, los once meses que tuvimos de problemas. Hasta el mes pasado (noviembre) cerraron 800 negocios en el estado”, dijo a ZETA el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO) Delegación Tijuana, Gilberto Leyva.

A decir del consultado, la mayoría de los establecimientos son pequeños, excepto tres restaurantes Sanborns que también bajaron la cortina en 2014.

“Tijuana fue el más afectado -aunque no dio porcentajes-. El más afectado fue el tema de abarrotes. La razón de la caída, tuvo que ver más con la homologación del IVA al 16 por ciento en la frontera”, aseguró.

Por otro lado, la fuga de consumidores a la Unión Americana era de 6 mil millones de dólares anuales, pero con la homologación del Impuesto al Valor Agregado, la cifra podría elevarse a 7 mil 200 millones de dólares.

Respecto a la expectativa para 2015, Leyva advirtió: “Siempre hablamos de la cuesta de enero, pero ya tenemos varios años que la cuesta es de todo el año, y el próximo no va a ser la excepción. Los tres primeros meses van a ser muy difíciles para el sector agremiado de CANACO”.

Por lo anterior, recomendó al comercio organizado dar buenos precios, atención y garantías para retener al consumidor que no tiene visa para cruzar, apoyando así a la entidad.

Por otro lado, y de acuerdo a la Asociación de Comerciantes de la Zona Este de Tijuana, en la ciudad han cerrado cuando menos el 30 por ciento de comercios pequeños y grandes por el aumento del IVA al 16 por ciento, además del tema de la inseguridad.

Cabe recordar que en 2014, la Secretaría de Desarrollo Económico Municipal registró 395 comercios (papelerías, loncherías, estéticas), muchos cerraron ante la falta de consumidores, quienes en el presente año experimentaron el encarecimiento de la canasta básica y el aumento de impuestos.

De acuerdo a la CANACO, en Playas de Rosarito se espera un cierre de negocios en 2015 (el padrón municipal cuenta con 4 mil registros). Los comerciantes están esperando el fin de año para dejar de vender, la estimación es de un 10%,  relacionado con las cargas fiscales. Cabe mencionar que solo mil 700 establecimientos pagaron sus impuestos en 2014. El comercio establecido de Rosarito tiene en sus filas 110 comercios.

LA DIFÍCIL SITUACIÓN DEL COMERCIO ORGANIZADO EN ROSARITO

Entre 30 y 35 comercios organizados de Playas de Rosarito cerraron durante 2014, y algunos más lo harían tan pronto termine el ciclo fiscal, aseguró a ZETA el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO) en ese municipio, Javier Rodríguez.

Esto se debe a las dificultades que de manera más específica han experimentado los pequeños y medianos negocios para alinearse a las políticas fiscales implementadas durante el año, así como los incrementos a los aranceles de importación y la homologación del IVA en la franja fronteriza al 16 por ciento, consideró.

“Ya no es un sueño dorado contar con un negocio propio”, declaró Rodríguez, señalando que no solo se trata de la cuestión de los impuestos, sino la estricta contabilidad fiscal que se debe llevar de acuerdo a las disposiciones actuales, lo que motivará que negocios cierren definitivamente y otros más opten por la informalidad.

“Los pequeños comercios no pueden con ello, aunque algunos siguen aguantando con una utilidad menor”, agregó, para luego mencionar que muchos de estos negocios familiares cada día son menos redituables.

Hugo Torres Chabert, ex presidente municipal de Playas de Rosarito y empresario afirmó que aún más perjudicados que los dueños de los comercios en ese municipio, son los ciudadanos, al ver reducido su poder adquisitivo debido a los impuestos federales.

La falta de competitividad contra los precios y los impuestos que se manejan en Estados Unidos, es lo que Torres considera está provocando el cierre de tiendas de ropa, perfumerías, zapaterías y otros giros comerciales que dependen de proveedores o de la importación de sus mercancías.

El ex alcalde expuso que los 6 mil millones de dólares que de manera inicial la Cámara de Comercio de San Diego había proyectado de derrama económica por parte de Baja California en 2014, actualmente rebasa los 9 mil millones.

“Se viene un año muy difícil, en que algunos comercios van a cerrar y otros solo a sobrevivir” declaró el empresario hotelero.

“Los costos de tener un negocio con todas las de la Ley, con Seguro Social, INFONAVIT y las diversas disposiciones del SAT, son muy gravosos…una empresa que está en la informalidad y la invitan a regularizarse, la va a pensar mucho. Esperamos una recapacitación por parte de las autoridades federales”, concluyó.

Por su parte, el Director de Desarrollo Económico y Turismo en Playas de Rosarito, Orlando Hernández, señaló a este Semanario que si bien las disposiciones fiscales que entraron en vigor en 2014 han afectado a toda la franja fronteriza, la situación “se está solventando”.

El funcionario opinó que mediante el Programa de Apertura Rápida de Apoyos a Pequeños Comerciantes que esta dependencia lleva a cabo en coordinación con la Secretaría de Economía, se logró la apertura de 260 negocios en Playas de Rosarito durante el presente año, la mayoría de carácter familiar.

Sobre el cierre de negocios, Hernández negó contar con estadísticas.


 (SEMANARIO ZETA/ REPORTAJEZ/ Juan Carlos Domínguez/ Héctor Ortiz/ 29 de diciembre 2014)

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