Al abrirse
formalmente las negociaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo para
avanzar en la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos 2014, el signo de
esas negociaciones es la discrepancia, el desacuerdo, la política de cero
concesiones.
Ayer hubo un primer
encuentro protagonizado por el secretario de Hacienda, Carlos Villalobos
Organista y legisladores de todos los partidos políticos. El resultado de ese
encuentro fue, lamentablemente ese: el desacuerdo.
El año antepasado la
historia comenzó a escribirse de forma muy parecida, hasta que a alguien, no sé
a qué genio asesor del gobernador, se le iluminó el cerebro y recordó que por
allí existía una figura llamada ‘reconducción presupuestal’ y que serviría muy
bien para casos como ese, en el que la ausencia de voluntad política impedía
arribar a acuerdos.
Y que se avientan
con su reconducción presupuestal para el año 2012, más como una manera de
probarle a la oposición que Guillermo Padrés era como la inspiración de José
Alfredo, que ‘con dinero y sin dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra
es la ley’.
La reconducción
presupuestal no es más que un recurso temporal, para salir al paso de los
tiempos fatales marcados por la Constitución para aprobar el paquete
presupuestal. En términos muy concretos, supone que, ante la falta de acuerdos,
la administración pública comience a operar el año fiscal siguiente con el presupuesto
del año anterior, y supone también que, por la problemática que algo así
genera, las partes en conflicto se apresurarían a consensuar un nuevo
presupuesto y la astringencia financiera podría durar un par de semanas o un
par de meses cuando mucho.
Eso, claro,
suponiendo también que las partes en conflicto tengan dos dedos de frente y
asuman que, si con un nuevo presupuesto siempre habrá insuficiencias, operar
con el presupuesto del año anterior sería un desastre.
En Memolandia, como
se ha dado en llamar a Sonora de unos cuatro años a la fecha y donde todos
vamos bien, vamos muy bien, aquello fue, efectivamente un desastre.
La falta de acuerdos
se prolongó por ocho meses y el presupuesto 2012 fue aprobado hasta agosto de
ese año. Para ese entonces, la administración pública estatal estaba en la
quiebra financiera, y ni qué decir de las finanzas municipales.
Huelga decir que en
condiciones normales, una reconducción presupuestal provocaría severos daños a
las finanzas públicas, pero en el contexto del nuevo sonora, donde el
presupuesto es un botín de guerra, objeto de la voracidad y la rapiña, los
daños se multiplicaron.
Así llegó el momento
de discutir el presupuesto 2013, donde se incluyó el malhadado impuesto
conocido como COMUN, que no es otra cosa que la tenencia disfrazada y se
incluyeron incrementos desmesurados a prácticamente todos los impuestos y
servicios, con el fin de paliar un poco los estropicios de la reconducción.
Lo que siguió es
historia conocida: menos recaudación y más rapiña fueron el signo de 2013.
Hoy, los diputados y
los funcionarios del Poder Ejecutivo abren la ronda de negociaciones para
aprobar el paquete presupuestal 2014 y el signo de ese debate sigue siendo el
mismo: el desacuerdo, la descalificación y las posiciones irreductibles.
Y la mala voluntad y
el ánimo de revancha, desde luego. El gobierno del estado plantea en su
propuesta asignar 30 millones de pesos para el municipio de Cajeme (¡30
millones de pesos!) y 26 millones de pesos para el de Nogales.
Eso es una vacilada
y es, desde luego una abierta provocación para que los diputados de la alianza
PRI-Verde no aprueben dicha propuesta.
Recientemente, esos
diputados de oposición plantearon una serie de condiciones para avanzar en la
aprobación del paquete fiscal 2014 y la eventual aprobación de la contratación
de créditos por más de 14 mil millones de pesos, entre las que destacan exigencias
para transparentar el uso de los recursos públicos, así como la rendición de
cuentas sobre el desastroso estado en el que el gobierno del estado ha sumido
su propia administración.
De la parte oficial,
la respuesta fue en el sentido de que valorarían las propuestas de los
diputados opositores, pero evidentemente la realidad es otra.
El punto es que,
dadas las situaciones que se están dando en estos momentos, relacionadas con
una terrible polarización entre las partes, no suena descabellado pensar en que,
llegado el momento, los genios asesores del gobernador apuesten nuevamente por
una reconducción presupuestal.
¿Que eso sería dar
la puntilla a unas finanzas públicas en estado de coma? Sí, definitivamente que
sí. Pero también es cierto que la historia reciente no muestra, ni por asomo,
un destello de responsabilidad en la parte gubernamental, que les haga
recapacitar sobre el verdadero estado de cosas que priva en Sonora, donde los
conflictos brotan por todos lados mientras el gobernador y sus panegíricos
caminan sobre una realidad aparte, un universo paralelo donde todo es miel
sobre hojuelas.
Eso es una muy mala
idea, pero no lo han entendido. El gobernador y sus asesores están convencidos
de que lo mejor de lo mejor es lo que están haciendo. Y están convencidos
también de que las disidencias, las posiciones críticas y quienes las sustentan
en espacios de opinión pública, deben ser escarmentados con todo el poder del
Estado.
Por eso el
gobernador Guillermo Padrés destina una considerable suma de recursos públicos
para alimentar en medios de comunicación alineados, y sobre todo en redes
sociales, a un nutrido equipo de funcionarios públicos habilitados como
trolles, para calumniar, ofender, denostar, atacar, insultar a quien no
coincida con el cochinero en que ha convertido a su administración.
De nuevo, fallan de
punta a cabo. La imaginería ciudadana, sobre todo en redes sociales, es
invencible, inagotable, despiadada y sobre todo, incontrolable.
Ayer, como todos los
días, los trolles al servicio de Guillermo Padrés, autorizados y auspiciados
por él mismo, intentaron una nueva ofensiva contra personas que participan en
redes sociales con un punto de vista crítico. El tiro, desde luego, les volvió
a salir por la culata.
Un solo ‘Meme’ a
propósito de la pista de hielo que están instalando frente a Palacio de
Gobierno, hizo estragos en la muy diezmada, aunque no tan inútilmente costosa
imagen del gobernador frente a sus gobernados.
Millones y millones
ha gastado el gobierno de Sonora en intentar reposicionar la imagen del
gobernador. Esfuerzos vanos. No pueden hacerlo y no lo podrán hacer, porque
mientras Guillermo Padrés siga siendo rehén de esa caterva de bandidos de tan
baja estofa, la respuesta ciudadana seguirá siendo más cruel.
Ese es el problema.
Padrés no está tratando de gobernar, sino auspiciando una política de
confrontación en la que siempre es él quien sale más raspado.
Nada más por eso,
por la irresponsabilidad de un gobierno más ocupado en pelear hasta con sus
sombras, antes que en diseñar y operar políticas públicas correctas, es que no
se descarta que en la coyuntura del nuevo paquete presupuestal, opte de nuevo
por la reconducción. Total, ellos están blindados con tanta ratería. Y el que
venga atrás que arreé
(DOSSIER
POLITICO/ Arturo Soto Munguía / El Zancudo.com.mx / 2013-12-03)
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