México, DF.- El 19
de octubre de 2000, 22 mexicanos murieron calcinados en el club nocturno
Lobohombo del Distrito Federal. El dueño nunca pisó la cárcel, y las
autoridades tuvieron que “indemnizarlo” con 13.6 millones por expropiar el
terreno de la tragedia. El 19 de junio pasado, agentes liberaron a 46 mujeres
que eran esclavas sexuales en otro centro nocturno, de nombre Cadillac.
Las víctimas
denunciaron que políticos y funcionarios públicos eran asiduos visitantes de
ese lugar, en el que no sólo las obligaron a sus caprichos sexuales, sino que
las tatuaban, golpeaban, mutilaban. Les secuestraban y hasta violaban a sus
hijos y algunas hasta habrían sido asesinadas.
Los siguientes
testimonios, fueron levantados por las autoridades que siguen un proceso
judicial contra, se supone, los esclavizadores. Por su crudeza, se recomienda
discreción. También se recomienda que, mientras lee las siguientes historias,
se piense que México ocupa el quinto lugar mundial en trata, con 800 mil
adultos y 20 mil niñas que sufren de algún tipo de explotación sexual o
laboral…
“Karina” tiene seis
cicatrices en el cuerpo y todas son por los golpes que le propinaban los
traficantes de mujeres en el table dance Cadillac, donde fue explotada
sexualmente durante 5 años.
Uno de los clientes
“importantes” casi le arranca un pezón de una mordida, cuenta. Estuvo a punto
de perder los dedos de las manos. Fue brutalmente torturada.
Su denuncia ayudó a
detener a una buena cantidad de tratantes de mujeres y niñas y también ayudó el
testimonio de “Elvira”, quien fue llevada con engaños a ese table dance, luego
fue drogada con una bebida alcohólica y violada en uno de los salones VIP por
“el patrón”, Alejandro Iglesias Rebollo. Después fue sacada por uno de los clientes y
trasladada a un hotel para “probar la mercancía”. Allí fue violada por segunda
ocasión.
La historia de Perla
es distinta. Era promotora en la Zona Rosa y el Cadillac la contrató para “tarjetear”
e invitar a la gente. Se convirtió en bailarina y trabajadora sexual después.
Fue obligada a operarse los senos y hacerse liposucción. Ella fue una testigo
fundamental para identificar clientes “importantes”, cómplices y tratantes.
Las trabajadoras
sexuales –casi todas secuestradas– eran marcadas con tatuajes en las manos y en
otras partes del cuerpo para identificarlas de “por vida” a la red de trata que
opera aún en el DF y en otros lugares del mundo.
En el Cadillac no
sólo había trata de mujeres y niñas, delitos sexuales o drogas, también
asesinatos, ritos satánicos, secuestros y robos, según testimonios que
documentaron las autoridades.
‘Karina’
Cuando “Karina” vio
el lugar donde supuestamente sería mesera –lleno de mujeres desnudas– quiso
huir, salir corriendo. Pero un guardia de seguridad la detuvo y empezó su
pesadilla, cuenta.
“Me golpearon. Y fue
cuando por primera vez el señor Alejandro Iglesias abusó de mí. Después el
señor Ampudia, después unos de seguridad, meseros… y me dijeron que yo tenía
que trabajar allí. Ese día yo sentía morirme porque eran muchos tipos, yo tenía
mucho miedo”.
Muy pronto se dio
cuenta del lugar en el que estaba. Fue testigo de la muerte de una menor:
“Tenía 15 años. Se desangró porque la obligaron a tener relaciones con varios
clientes. Para mí fue impactante ver todo esto. Nos golpeaban, nos llevaban a
diferentes hoteles a dar sexoservicio. Yo no sabía a qué hoteles íbamos, puesto
que nos vendaban los ojos”.
Para “Karina”, lo
más aterrador era atender a los “clientes importantes” porque, dice, eran los
peores:
“Había un tipo
importante y después salieron tres más. Me golpearon y me violaron. Yo tenía
mucho miedo. Otro día que estábamos dos chicas con cuatro clientes en una mesa.
A una la lastimaron mucho. A mí me mordieron un pezón. Nos levantamos y nos
regresaron; nos obligaron a regresar otra vez”.
Cuando a “Karina” le
preguntan –en declaraciones a las autoridades– qué tipo de clientes había en el
Cadillac, contesta solamente que eran hombres “importantes”: diputados,
judiciales:
“La mayoría va a
drogarse. Son violentos. Se ve que son personas importantes. Nos amenazan.
Inclusive había días que iban policías judiciales. ¿A quién le pedíamos ayuda?
Si iban personas tan importantes, no podíamos pedir ayuda a nadie”.
“Karina” fue golpeada
y violada por algunos de esos “clientes importantes”. Llorando, recuerda el
caso de un subprocurador, posteriormente investigado. Se trata de Edgar Veytia,
subprocurador de Nayarit:
“Él me violó. El
señor Iglesias me golpeó para que yo estuviera con él. Yo me negué a tener
relaciones con él y el mismo señor Ampudia dijo que iba a regresar porque le
había gustado estar conmigo. Cuando él ya había dicho el puesto que tenía, se
retractó y dijo que se había equivocado, pero yo se que sí porque él lo dijo”.
Sacrificios
Las mujeres
explotadas del Cadillac daban servicio a hoteles o viviendas privadas, hasta
donde eran trasladadas. Les vendaban los ojos. Las colocaban en el suelo de una
camioneta y las llevaban con clientes VIP:
Cuenta que en el
patio del Cadillac tenían huesos de un humano y sacrificaban animales y
personas.
La “ofrenda”, dijo a
las autoridades, servía supuestamente para que el lugar tuviera muchos
clientes: “Mataban cabras, mataban pollos, gatos y personas. Y utilizaban su
sangre y la quemaban… Afuera en el bar hacían un rito y prendían fuego y no sé
lo que hacían. Tienen a un muerto allí. Y creen en unos santos. A ellos les
piden para que los proteja”.
A los ritos asistía
un señor al que le llamaban “El Padrino”. Eran invitados clientes “frecuentes”,
a quienes les regalaban una botella.
“Los drogaban y yo
ya no los veía salir; por eso se que los mataban, porque me tocó ver mucha
sangre y hubo un cliente que sus familiares lo fueron a buscar y dijeron que
no; pero yo lo vi”.
El día en que rindió
su testimonio a las autoridades, el llanto de “Karina” llenó, literalmente, la
sala en donde fue grabada. Asegura que ninguna de las trabajadoras de los table
dance de Iglesias están por su voluntad. Dice que hay de Veracruz, Oaxaca,
Puebla. Que están forzadas. Inclusive muchas de ellas se las llevan a EU a
trabajar.
Comenta que a las
extranjeras las llevan a Puerto Vallarta y a Torreón. La mayoría son
extranjeras. Entre ellas, algunas menores de edad, de 15, 16 años. Y también
adultas: “Ellas tienen miedo, están amenazadas. A algunas les hicieron lo mismo
que a mí: les destruyeron sus documentos”.
Cuenta que Iglesias
Rebollo fue denunciado por su propia hija por violación: “Y lo han dejado
libre. Yo tengo miedo porque si lo dejaron libre por la violación de su hija,
es muy probable que no lo agarren y si lo agarran, lo van a dejar libre. Me da
mucho miedo todo esto”.
–¿Sabes si algunos
eran funcionarios de alguna Delegación? –se le preguntó al rendir declaración.
“La mayoría eran
personas que tenían puestos altos en diferentes delegaciones, inclusive iban
policías, vestidos de policías”.
Dice que finalmente
se animó a denunciar por sus hijos: “Al saber de la violación de mi hijo. Eso
fue. Me violaron uno tras otro, me dejaron cicatrices para el resto de la vida.
Pero mis hijos son lo más importante. Ellos me dan valor y fuerzas para poder
haber hecho esto”.
Perla
“Yo lo vi con mis
propios ojos. Muchas y muchos lo vieron”, dice Perla.
Está segura de que
aquel hombre que “iba dos veces por mes” al Cadillac era Jesús Ortega Martínez,
ex dirigente nacional del PRD diputado federal en tres ocasiones; senador de la
República y actual líder de la corriente Nueva Izquierda.
Así lo declaró ella
ante las autoridades: “Un cliente que recuerdo bien su rostro, que yo no sabía
quién era pero después investigué porque me llamaba mucho la atención, porque
una compañera me decía: ‘Me lleva, me paga 10, 15 mil pesos’, y yo no sabía
quién era, hasta que me dijo: ‘Es el presidente del PRD’”.
Jesús Ortega
Agregó: “Entonces yo
tuve esa inquietud de verlo, para ver quién era el presidente del PRD; y como
iba una o dos veces por mes o luego variaba cada dos meses, dije: ‘¿A ver quién
es?’. Y, efectivamente, sí me di cuenta que, efectivamente, era el presidente
del PRD, Jesús Ortega o Arteaga. Él iba y siempre estaba. Como que él ya tenía
a su chica. La esperaba. Se tomaba uno o dos tragos y ya. La chica se vestía y
salía, y se iba con él”.
Perla fue testigo del
nivel de vida que se daban los “clientes VIP”: diputados, senadores,
funcionarios, alcaldes, gobernadores, artistas, funcionarios de primer nivel.
Así lo detallan otras esclavas sexuales en sus declaraciones ante las
autoridades.
“En cuestiones de
personas públicas con las que estuve, no me aprendí todos sus nombres. Pero sí
llegue a estar con diputados, senadores, funcionarios, artistas, jugadores de
fútbol.
“En una ocasión
cuando se cerró el Cadillac y nos fuimos al Nick, que está en Eje 10 e Insurgentes.
Llegó la Selección Mexicana. Entonces sí había de todo y también había privados
donde se hacía de todo. ¿Por qué era obvio? Un artista o un funcionario no era
cualquiera; para ellos, mejor en el lugar que salir con una chica”.
(ZOCALO-Sin
Embargo -03/12/2013 - 04:03 AM)
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