miércoles, 20 de febrero de 2013

PEÑA NIETO SÍ SE ESCAPÓ A PUNTA MITA


Una fuente vinculada a la casa presidencial confirmó que, en efecto, la noche del 1 de febrero –en plena crisis de la tragedia que costó la vida a 37 trabajadores de la Torre ejecutiva de Pemex–, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, viajó a la exclusiva playa Punta Mita, en la Riviera de Nayarit.

La misma fuente ratificó que Peña Nieto se vio obligado a regresar por la tarde-noche del 3 de febrero, una vez que a través de las redes sociales se generó un escándalo –y que el tema alcanzó la categoría de trending topic– ante la aparente contradicción entre el duelo nacional decretado por el propio Peña Nieto y el hecho de que el Mandatario haya preferido el puente vacacional para acudir a jugar golf y descansar en la playa.

En su momento, en las redes sociales dijimos que –en nuestra opinión– no tenía nada de cuestionable que el Presidente viajara durante el puente vacacional –igual que miles de ciudadanos y de servidores públicos–, sobre todo porque los secretarios de despacho de su gobierno están para eso; para encargarse de temas como la gobernabilidad y la seguridad interna.

Hoy seguimos pensando lo mismo –porque el Presidente no es ni bombero ni rescatista, sino el Jefe del Gobierno y del Estado–, y también ratificamos que –como lo dijimos en esa ocasión– en todo caso el problema no se debió a que Peña Nieto prefiriera el descanso, sino a una grave falla en la comunicación social del Gobierno federal. ¿Por qué?

Primero, porque de manera equívoca se ocultó el hecho de que el Presidente también es un ciudadano como cualquiera, que requiere descanso, que tiene una familia que también merece atención y, en cambio, el descanso presidencial pretendió ser visto como si se tratara de un “pecado” del jefe de las instituciones.

Y, segundo, porque una vez que el Mandatario fue “pillado” por las redes sociales cuando vacacionaba –en plena tragedia–, los “genios” de la comunicación social cometieron un segundo y aún más grave error; el de guardar silencio, ocultar la verdad y salir al paso con una rápida maniobra política que hizo regresar al Presidente de manera apresurada de su retiro.

Es decir, que se hizo ver al Presidente –no como lo que es, un mortal como todos– como perseguido de las redes sociales. Y claro, como un perseguido de sus miles o millones de malquerientes, que le tundieron a placer. Y es que, en el fondo –y en su momento–, ésa fue la más grave falla del control de daños operado por los estrategas de la casa presidencial.

Dicho de otra manera, que por fallas en la comunicación social de Los Pinos, se alimentó el odio y la inquina que habitan en miles o millones de ciudadanos que no votaron por Peña Nieto y que –a causa de hechos como el de Punta Mita– ratifican su percepción de Peña Nieto es –según ellos– indigno del cargo. Lo cierto es que, en el fondo, algunos colaboradores de Peña Nieto parecen no entender que su papel es ayudar a Peña Nieto a salir del “buró de los más odiados”.

Y otro ejemplo de lo que pasa con “los más odiados” lo vimos en horas recientes –el pasado domingo–, cuando un aliado fundamental de Peña Nieto ratificó que es dueño a perpetuidad no sólo de la estupidez, sino de una franquicia en el “buró de los más odiados”. Resulta que el “Niño Verde” –al que pocos conocen como Jorge Emilio González– ratificó su mote al caer en el alcoholímetro –luego de cuatro tequilas– por cometer la niñería de manejar su propio vehículo cuando presume por todo el país de ujieres y choferes.

Pero el problema no es que el senador guste de las mieles de Baco, tampoco que sea un mortal como miles que caen en el alcoholímetro. No, el problema es la prepotencia exhibida al pretender evadir el arresto mediante un amparo. Y claro, el escándalo mayor es la estupidez de justificar el amparo con argumentos ñoños –de niño mimado–, como el frío, el hambre y la sed.

Todos saben que la sociedad mexicana no sólo perdona, sino que aplaude la irreverencia y la audacia. Pero la estupidez y la ñoñería “no tienen perdón de Dios”, como decían nuestros mayores. Y el “Niño Verde” –al que ahora motejan como el “Ñoño Verde”–, probó no sólo su pobreza intelectual, sino que es uno de los más odiados en México; lista en la que también aparece su aliado político, Enrique Peña Nieto.

Y en la misma categoría de los más odiados se reveló –también en días recientes– la señora Elba Esther Gordillo, que llegó al exceso de creerse la mismísima encarnación de Josefa Ortiz, y hasta anunció su ridículo epitafio. La respuesta en redes sociales fue contundente. Un crítico y bien ganado trending topic. ¿Cuántos políticos comparten el “buró de los más odiados”? Al tiempo.

(ZOCALO/Itinerario/Ricardo Alemán/20 DE Febrero 2013)

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