viernes, 11 de enero de 2013

¡ES UNA TRAIDORA" ACUSAN A DIPUTADA PANISTA



Le llovió candela a la diputada panista que con  un gesto festivo o quizá nervioso, alienta la irritación social que de la calle brincó al recinto parlamentario.

Héctor Froylán Campos Macías
HERMOSILLO.- “¡Véanla. Es una traidora. Que se devuelva al tianguis. Mírenla: qué calidad moral puede tener!.

Y a la panista Perla Zuzuki Aguilar se le dibuja una leve sonrisa. Ese gesto festivo o quizá nervioso, alienta la irritación social que de la calle brincó al recinto parlamentario.

“¡No más impuestos! ¡No más impuestos!¡No más impuestos!”. Bajo ese ensordecedor coro irrumpió el grupo de manifestantes desde el umbral del palacio Legislativo hasta el amplio salón de comisiones donde la directiva de Diputación Permanente abrirá su primera sesión del año.

Pero la legisladora de Acción Nacional creyó tener la voz completa para encarar el escarnio. Decenas de voces la maldicen. Una pancarta raya en la grosería, el insulto. El malestar ciudadano cruza los límites de la decencia. No deja resquicio para el decoro.

Y se ensaña con quienes han decidido que, son ellos, los contribuyentes, los sonorenses, la gente, quienes deben pagar los “platos rotos” del desorden financiero.

Zuzuki Aguilar está encorvada sobre el micrófono. Estoica asume que fue una de las que votaron el presupuesto donde se incluyó el cobro del impuesto a la tenencia vehicular.

“Pero estoy segura de que cuando vean los resultados de lo que se va a hacer….”.

Hasta ahí llegó su defensa. Una sonora bulla de los inconformes le arrebató su alegato.

Más allá del mediodía, los diputados integrantes de la directiva congresista, parecen congelados en sus sillones. Doña Perla, tiene los cachetes rojos. Acaso, José Lorenzo Villegas Vázquez, rompe por un instante su pose seria, circunspecta. Es hora de abrocharse los cordones de su zapato izquierdo.

Y el empalmense Carlos Enrique Gómez Cota, el que más tarde aceptaría que fue uno de los firmó el dictamen –el otro: el diputado presidente Próspero Ibarra Otero— que bajó al pleno en la sesión del 13 de diciembre pasado, da cuenta del “cerro” de correspondencia acumulado en estos días de asueto y de protestas citadinas y caravanas vehiculares.

El perredista Carlos Navarro López se abrió paso para buscar acomodo. Bajo el brazo lleva un lance tan complicado como imposible: la iniciativa para derogar el impuesto que grava la tenencia y uso de vehículos en Sonora. Le apodan COMUN. Pero su nombre completo es Contribución al Fortalecimiento Municipal.

Y es que, la propuesta luce improbable de prosperar porque, ningún panista –incluido Villegas Vásquez, panista de cepa, actualmente asilado en el grupo parlamentario de Nueva Alianza— está dispuesto a “dar marcha atrás”.

Pero el titular de la Representación Parlamentaria del PRD explora otras vías jurídicas. Reveló que el pasado lunes presentó un juicio de amparo ante los tribunales federales para exigir se reponga el procedimiento legislativo. Alega que nunca se discutió, ni se votó el resolutivo en la sesión de las comisiones unidas de Hacienda. Ese hecho –arguyó— violentó sus derechos como legislador.

“El paquete económico de este año no está legalmente aprobado”, advirtió Navarro López. Cuajado en las lides de los movimientos populares,  el diputado del PRD se siente mimado. Aplauden su empeño.

Que no es otro que el mismo que apremia el priista Humberto Jesús Robles Pompa, quien a punto de concluir el encuentro le puso las banderillas a la plebe. El de Nogales atisbó la oportunidad y aprovechó el escenario. Y vaquereó a ese grupo de ciudadanos que ya no está dispuesto a seguir “agachando la cabeza”, como dijo la señora Quintana.

“Vamos por dos diputados que tengan la voluntad de derogar el impuesto a la tenencia”, instó Robles Pompa cuando los panistas que lo flanquean –Perla Zuzuki y José Serrato Castell— hicieron mutis a pesar de su ruego: “vean por el futuro, no por el gobernador”, decía.

Y los gritos no cesan, cuando el presidente del Congreso tomó la decisión de amainar lo que a su juicio parecía más que una sencilla consulta, careo o emplazamiento, un linchamiento público.

“¿Está a favor de derogar la tenencia si o no?” –emplazaban hombres y mujeres que entre la gritería apelaban, buscaban una salida que no encontraron.

“Se les acabó su proyecto”, dijo uno de los manifestantes.

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