sábado, 15 de diciembre de 2012

EL NUEVO PRI, NO EXISTE...



El diputado federal Heriberto Galindo afirma que en 2016 habrá un PRI democrático y que llegará con Peña Nieto
 
Silber Meza     
CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando Ernesto Zedillo dejó la Presidencia de México, un amplio grupo de priistas tuvo que dejar sus cargos. Uno de esos políticos era el entonces embajador de México en Cuba, Heriberto Galindo Quiñones.

Ante esa orfandad provocada por la salida del “partido de Estado” Heriberto buscó empleo como asesor de uno de los líderes del grupo Atlacomulco, el gobernador del Estado de México, Arturo Montiel. Ahí conoció a un joven secretario de Administración que, sin saberlo, regresaría el poder presidencial al PRI. Ese muchacho era Enrique Peña Nieto.
—Hay quienes dicen que el PRI volvió para quedarse otros 70 años más, ¿usted qué cree?


—Ojalá —dice entre risas mientras se enfrenta a una enorme paella que, al final, lo venció y no pudo devorar— pero no, no, no, la alternancia en la vida democrática llegó para quedarse.

Heriberto es uno de los sinaloenses que mejor conocen al presidente. Escribió el libro Ideas e ideales de Enrique Peña Nieto, editado por Fontamara, y fue el diputado federal elegido para emitir el posicionamiento de partido el día en que el discípulo de Montiel rindió protesta como presidente de la República.

“Nos preparamos para el nacimiento de un nuevo PRI; hoy no existe el nuevo PRI: hoy existe un PRI inspirado en ideas nuevas, pero aún la renovación no ha llegado”, reconoce.

En una suerte de regla partidista, el líder de los priistas sinaloenses en San Lázaro afirma que la “revolución” priista será conducida por Peña, y por nadie más que él.

“Es jefe de Estado, jefe de Gobierno y jefe de partido. No lo podemos ocultar: él es el líder”, advierte como si fuera un mensaje a los priistas que no están dispuestos a recibir la llamada “línea” política abandonada con la transición panista.

Y en este “nuevo PRI” —ahora sí el de verdad— ya no caben las viejas prácticas que los han avergonzado durante décadas, acota.

“La corrupción, impunidad, actitudes arbitrarias, actitudes duras, actitudes de cerrazón. Todo eso debe pertenecer al pasado, enterrado. Tenemos que ser demócratas, respetuosos de los Derechos Humanos. Tenemos que decir la verdad, cero mentiras, cero engaños”, repite.

La cita con Heriberto es en el restaurante Sanborns ubicado frente al Ángel de la Independencia, sobre Paseo de la Reforma. Llega ataviado con un traje gris de pequeñas líneas negras verticales, un suéter negro de cuello en V que hace juego con los zapatos oscuros y una corbata roja que combina con una camisa color blanco. Por su vestimenta bien podría ser un notario empresarial o un economista tecnócrata.

Galindo delinea el proyecto priista con un discurso hecho, tan estructurado que parece ir más allá de una opinión personal y dar paso al discurso de ese nuevo partido de que habla.

“Hay que limpiar la mala fama, hay que acrecentar la buena fama, hay que limpiarse los ojos, los oídos y hay que cuidar la lengua y asumir actitudes de humildad, de sencillez, de contacto directo con la ciudadanía, de saber escuchar a la gente sin arrogancia, sin prepotencia, con honradez, con valores y principios morales”, diserta el político.

Uno creería entonces que en ese PRI ideal no entran represiones como la emprendida el uno de diciembre contra manifestantes, y que se realizaron por los gobiernos federal y capitalino. A pesar de que hubo actos que se han calificado como vandálicos, en el recuento de los daños un joven perdió el ojo y otro permanece en coma inducida por tener el cráneo roto. Hasta el momento se cree que esas heridas fueron causadas por balas de goma de utilizó la Policía Federal, ya al mando de Peña Nieto.

Aunque Galindo subraya que está en contra de la represión, se nota más preocupado porque los partidos políticos reprueben la conducta de los manifestantes que por las detenciones arbitrarias y lesiones provocadas a los inconformes.

“México no puede aplaudir que un grupo de vándalos llamados anarquistas”, reclama con vehemencia, “esa es una acción vandálica que no podemos aprobar, que tenemos que reprobar, no solo deslindarse. Y buscar las causas sociales para que no se repitan. Yo no estoy de acuerdo en la represión, pero tampoco en los actos vandálicos. No se vale, estaban armados, estaban con bombas molotov”.

PEÑA, ENTRE SALINAS Y LÓPEZ MATEOS

De Peña Nieto se sabe poco.

Es conocido que se casó con una actriz de Televisa a la que le dicen Gaviota, que no pudo mencionar correctamente un trío de libros en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que invirtió fuertes cantidades de dinero público en su imagen televisiva, que es un hombre pragmático, que mandó reprimir a los manifestantes de Atenco, que es guapo y que tiene un copete tan pronunciado que ha sido utilizado por seguidores y adversarios como un sinónimo de su persona.

Ante el enigma que representa, políticos y analistas han hurgado en su equipo de trabajo y personalidad con el ánimo de compararlo con ex presidentes priistas. Así, Manuel Camacho Solís se preguntó si Peña podrá ser como Adolfo López Mateos; Sergio Aguayo advierte que uno de los ídolos de Peña es Álvaro Obregón; el académico Lorenzo Meyer lo asemeja con Carlos Salinas de Gortari por esa idea de vender un país de ensueño donde se acabará la pobreza extrema y se fortalecerá la clase media.

Esto se lo recuerdo a Galindo y ataja rápido el comentario.

“El presidente Adolfo López Mateos, sin lugar a dudas el presidente más querido de México, tanto por sus resultados económicos como políticos y por su arrolladora personalidad es, indiscutiblemente, un ejemplo para Enrique Peña Nieto, pero llevado a la modernidad”.

Galindo excluye a Salinas de la licuadora presidencial donde coloca a Adolfo López Mateos, Miguel de la Madrid, Luis Donaldo Colosio y Ernesto Zedillo.

Este legislador que, junto con el también sinaloense y coordinador de Comunicación Social de Presidencia, David López, es parte del llamado grupo Chilorio Power, destaca que Peña Nieto eliminará lo peor del pasado tricolor y cargará en la maleta las experiencias y los personajes más destacados de la historia del PRI.

EL PACTO

En un hecho calificado como histórico, Peña logró un acuerdo entre el PRI, el PAN y la dirigencia del PRD para sacar adelante las llamadas reformas estructurales, cambios que parecen inalcanzables en este país de encono constante.

La primera reforma, adelanta el legislador, será la fiscal.

“Sin esa reforma no hay los recursos adicionales que requerimos para poner en marcha los programas de extensión de la infraestructura de la política pública en materia social, educativa, de salud, en materia de seguridad social universal”, menciona.

“Sé que vamos a sacar adelante este programa inicial, pero también sé que es un reto llegar a déficit cero: es un reto para sabios en economía”.

La segunda reforma será la energética, tal vez la más complicada de todas.

“No va a haber quebranto nacional: el petróleo va a seguir siendo de los mexicanos. Va a haber aperturas, pero no necesariamente reformas constitucionales”, expone y avisa que se tiene que ir.

Galindo recuerda que Pemex ya renta plataformas de empresarios nacionales y extranjeros, también paga por el transporte de gasolina. Una de las posibilidades a explorar en los cambios legislativos será la de abrir la inversión en la refinería.

Se levanta de la mesa y apura el paso porque en 20 minutos más tiene una reunión con el secretario de Relaciones Exteriores.
 

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