martes, 20 de noviembre de 2012

"SE PROHIBE TIRAR CADÁVERES O BASURA", DICE LETRERO EN CHIHUAHUA

Redacción


La Policiaca | Chihuahua, Chih.- Como si fuera sacado del guión de la película colombiana “La Virgen de los Sicarios”, novela del autor Fernando Vallejo, en Ciudad Juárez apareció un letrero que anunciaba: “Se prohíbe tirar cadáveres o basura”. De repente en la frontera suceden cosas casi inexplicables, pero al mismo tiempo sorprendentes.

La frase se podía leer en un cartel colocado en un camino, donde fueron encontrados varios cuerpos de personas ejecutadas. “Se prohíbe tirar cadáveres o basura. Multa!”, decía el cartel puesto sobre un camino de tierra del fraccionamiento Córdova-Américas, cuyo objetivo era lograr que policías municipales vigilaran la colonia.

LOS PRIMEROS CADÁVERES

La versión de los habitantes de la calle Río Champotón es que ocho cadáveres fueron abandonados sobre esa arteria en los últimos años. En ese lugar, el 23 agosto de 1997, cuatro médicos juarenses fueron asesinados y sus cuerpos se localizaron en medio de la calle Champotón. Tres de las víctimas trabajaban en el hospital Guernika y el cuarto en el San Rafael, ambas instituciones ubicadas en la avenida Hermanos Escobar, entre Adolfo López Mateos y Plutarco Elías Calles.

Los médicos habían sido requeridos por desconocidos para que atendieran un herido de bala, y desde ese momento fueron dados por desaparecidos. Los médicos Fredy Paternina Grandete, de 38 años; Lamec Villalobos Cornejo, de 40; Javier Quintero Heredia, de 41, y Tabaré Flores González, de 40, fueron asesinados luego de que supuestamente un pistolero herido se les murió cuando lo atendían en una casa particular.

Los cuatro cuerpos presentaron evidencias de estrangulamiento, debido a que se les apreció un surco equimótico alrededor del cuello, además de presentar escoriaciones y golpes principalmente en la cara.

4 MUERTOS MÁS

El 26 junio de 2003, Braulio Hernández Simental, de 20 años de edad, fue ejecutado y su cuerpo encontrado en la misma calle. El 24 de marzo del 2004, el cuerpo de Hugo Leónides Flores Sandoval, de 29 años, fue descubierto en esta misma área. La víctima fue localizada en la rampa de una maquiladora abandonada. El 3 de septiembre del 2004, Daniel Enrique Meza Maldonado, de 38 años, fue asesinado de un balazo y su cuerpo abandonado en la calle Champotón. El martes 14 de noviembre del 2006, a las 11 de la mañana, desde una camioneta en movimiento personas desconocidas arrojaron a la calle Río Champotón y Río Escondido el cuerpo de un hombre envuelto en una lona azul y atado con cinta adhesiva color gris, fue identificado como Rafael Caraveo Aguilar, de 39 años.

EL ANUNCIO

El martes 14 de noviembre de 2006, Francisco María Sagredo Villarreal cumplía 40 años de residir en Córdova de las Américas, un fraccionamiento de clase media ubicado a muy pocos metros del río Bravo, frente al campus principal de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

La madrugada de ese día alguien arrojó el cuerpo amortajado de un sujeto, a espaldas de su casa y la de sus vecinos. Era el octavo cadáver que les amanecía en nueve años, y eso colmó su paciencia. En una ciudad en la que no se investigan ajusticiamientos del crimen organizado, quejarse ante la autoridad de tener un cementerio privado en el patio trasero, simplemente es perder el tiempo.

Francisco Sagredo fue directo a sus destinatarios: “Se prohíbe tirar cadáveres o basura. ¡Multa! La polesía”, les escribió en un trozo de madera que clavó en el terreno. El viernes 3 de octubre del 2008, Sagredo, de 69 años, fue acribillado por desconocidos a las puertas de su casa. Los asesinos le dispararon al pecho, poco antes del medio día, empleando balas calibre .223 y 9 milímetros.

El día que colocó aquel letrero, Francisco Sagredo intuía algo que las autoridades debieron anticipar. “Sentimos molestia, incomodidad y temor de ser testigos de algo relacionado con esos crímenes, y que los responsables tomen represalias en nuestra contra, porque aquí vivimos y estamos expuestos”, dijo. “Creemos que es evidente la impunidad y la presencia del narcotráfico”.

La entonces Procuraduría General de Justicia del Estado informó que con dos armas, una de ellas un rifle AR15, fue asesinado Francisco Sagredo, quien era abogado. Los peritos en criminalística de campo encontraron 12 casquillos percutidos calibres .223 y 9 milímetros.

El crimen se cometió a las 11:23 horas en la vivienda ubicada en la calle Río Yaqui número 3952, cerca de la avenida Adolfo López Mateos, en el fraccionamiento Córdova Américas. También era propietario de una casa de huéspedes e integrante del grupo denominado La Renata.

El empresario estaba en la casa junto con cuatro adultos y dos menores cuando tres personas con los rostros cubiertos con capuchas entraron con lujo de violencia y les indicaron que se acostaran en el piso de la sala.

Los sujetos pretendían que Francisco Sagredo Villarreal se tirara al suelo, pero éste les indicó que él no podía arrojarse al piso porque estaba recuperándose de una cirugía en el corazón. Entonces los agresores optaron por dispararle.

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