martes, 20 de noviembre de 2012

NEGOCIAN CON ÓRGANOS EN HOSPITAL GENERAL DE TIJUANA

Post-Feature-Negocian-con-organosUsuarios del Hospital General de Tijuana denuncian haber recibido ofertas de dinero
Una joven acudió a atenderse de un resfriado y en unas horas registró muerte cerebral. Durante su hospitalización la familia exigió respuestas sobre las causas que habían propiciado el deceso. En vez de explicaciones, personal del nosocomio sugirió donaran los órganos de la fallecida a esa clínica, donde opera el Consejo Estatal de Trasplante de Baja California, aunque el 98 por ciento de los injertos se realizan en clínicas privadas
“¡Quiero a mi hija completa!”, exclamó por enésima vez María Elena García Ávila al insistente personal médico del Hospital General de Tijuana, institución a la que la afligida madre acusó penalmente de negligencia médica, mientras que al personal del nosocomio lo señala de haberla hostigado para que donara los órganos de su ser querido, porque “había quienes pagaban muy bien por ellos”, afirmó a ZETA.
Para la familia de María Elena Díaz García, su muerte carece de sentido, ya que se trataba de una joven de 18 años cuyo estado de salud era óptimo, hasta que una mañana acudió al hospital público a tratarse un resfriado. Menos de seis horas después, su diagnóstico fue muerte cerebral.
Tan solo en septiembre de 2012 se había inscrito al Seguro Popular, servicio que quiso “estrenar” la mañana del jueves 4 de octubre, al ser afectada por un fuerte catarro. “Me pidió que la llevara a Urgencias del Hospital General, la dejé antes de las siete de la mañana y la esperé por casi dos horas”, comparte Iván López Martínez, pareja de María Elena Díaz.
Con receta en mano, la joven salió de la consulta un poco extrañada porque “algo” le habían inyectado en el brazo. “Le dijeron que era ketorolaco, lo cual me extrañó porque sé que eso es para el dolor y ella solo estaba resfriada”, narra López Martínez.
Antes de mediodía un fuerte dolor de cabeza, seguido por una intensa nausea la atacó. “Iván, me siento mal, ese medicamento me hace sentir mal”, expresó la joven, y serían sus últimas palabras antes de perder el conocimiento cuando era trasladada al Hospital General.
Al llegar por segunda ocasión en un mismo día a la sala de Urgencias, Iván tuvo que cargar a María Elena, pues ni una camilla se le facilitó para tal diligencia: “Pedía hablar con el doctor a cargo, exigí saber qué medicamento le habían puesto en la vena, pues sin duda esa era la causa para que ella estuviera así, pero nadie nos hizo caso, solo la internaron y luego de dos horas, solo nos decían que tenía algo muy grave, fue hasta otro día que nos informaron estaba en coma”.
Por 14 días más, la joven estudiante estuvo internada bajo ese cuadro clínico del que nunca se recuperó, tiempo durante el cual su pareja sentimental y su madre, dicen haber sido insistentemente conminados a donar los órganos de María Elena.
La insistencia rayó en el hostigamiento, al grado que una enfermera les recomendó dar parte a las autoridades para “ver si así se pone freno a las irregularidades que ahí se comenten, ya que el caso de mi hija no era el único, había otros cinco pacientes en las mismas condiciones”, recordó la señora García Ávila.
Para ella y su familia, la atención dentro del hospital estuvo plagada de irregularidades. “Los primeros días no se nos permitió verla y nunca se nos informó qué fue lo que provocó que tuviera muerte cerebral, ni qué doctor la atendió en Urgencias y qué fue lo que le pusieron en la vena; además al hospitalizarla ponen el 5 de octubre como fecha de ingreso, cuando ella fue internada el 4”, expresó.
Por su parte, Iván López indica que acudió con el director del Hospital General (doctor José Robles Barbosa), exigiéndole respuestas que no recibe, por lo que lo responsabiliza por el estado en que se encontraba su pareja; ante la desinformación, la mamá de la joven pidió el expediente clínico de su hija para requerir una segunda opinión, pero le fue negado. Fue hasta dos días después que le permitieron verla.
A los tres días de estar internada, María Elena Díaz fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), a partir de ahí el trato del personal se volvió indolente y comenzaron a presionarlos para que donaran los órganos de la paciente.
La señora María Elena García rememora: “Al pasar a verla a UCI la encontré cubierta solo con una bata, entonces pedí una sábana, ‘mi niña tiene frío’, le dije a la enfermera. ‘ Ella ya no siente nada’”, fue la seca respuesta.
Durante la estancia en UCI, María Elena escuchaba continuamente frases como “Si quiere donar los órganos de su hija, cualquier gasto nosotros la apoyamos”, “¿Ya sabe en qué estado está su hija? Ella ya no se va a recuperar, ¿ha pensado en donar sus órganos?”.
El colmo fue cuando al retornar al piso 6, dos enfermeras le ofrecieron: “¿Va a donar los órganos de su hija? Piénselo, hay quienes pagan muy bien por ellos”. “Yo sí lo hiciera, si fuera uno de mis hijos”, insistió otra, tratando de convencerla.
La respuesta de García Ávila fue tajante: “Quiero a mi hija completa”. Ya no se le insistió más.
Para Gabriela Navarro, representante de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, “la donación de los órganos no tendrían ni siquiera que estarla sugiriendo, por respeto, además hay un protocolo al respecto que se tiene que seguir, no cualquiera puede hacerlo”, explicó.
El 8 de octubre de 2012, Iván López Martínez, pareja de María Elena, interpuso una demanda por el delito de responsabilidad médica y técnica en la Unidad Orgánica de Delitos de Homicidios Culposos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). Ese día les habían negado en el hospital llevar a un médico externo para una segunda opinión.
Fue hasta una semana después que personal de la PGJE se trasladó al Hospital General a tomarles declaración, pero ni siquiera entraron a ver a la joven, sino que a los familiares los subieron a una camioneta de la Procuraduría y ahí los interrogaron.
A la 1:00 pm del 18 de octubre, al concluir el horario de visita, la joven se quedó momentáneamente sola y falleció, “su corazón dejó de trabajar”, dijo el doctor Eduardo Vázquez de La Mora, jefe de Medicina Interna.
Pero la mamá sostiene: “Quienes cuidaban a la paciente de lado vieron cuando le desconectaron el respirador al momento de sacarles las flemas, minutos después la declararon muerta. Busqué al doctor que estuviera a cargo para que me dieran una explicación, pero nadie me informó nada, pues había solo estudiantes que desconocían el caso de mi hija”.
Hasta la fecha, la PGJE no ha informado a la familia sobre el seguimiento que se ha dado al caso.
“Quiero saber qué fue lo que se le suministró dentro del hospital, y si su cuerpo estaba completo”, reclama la compungida madre.

Causa de muerte, una incógnita
Hematoma por congestión de vía respiratoria, fue el dictamen del Centro Médico Forense sobre el deceso de María Elena Díaz García, pero qué fue lo que causó la hemorragia cerebral es un enigma que ni el personal médico del Hospital General pudo develar.
Para Eduardo Vázquez de la Mora, Jefe de Medicina Interna, son tres las posibles causas de esa lesión cerebral: Una lesión en las arterias congénita, una infección causada por algún virus, o el consumo de drogas.
Ninguna de las opciones fue investigada, solo han quedado a nivel de especulación, pero el galeno se inclina en considerar que fueron las drogas las que detonaron el estado que acabó con la vida de la joven, “porque alguien de su familia comentó que era usuaria de las drogas.
“Hay ciertas drogas, como el cristal, que así se manifiesta, sobre todo en personas jóvenes provoca crisis hipertensiva, mismo cuadro que ella registró al ingresar al hospital”.
¿Se le realizaron estudios para determinar si las drogas la habían llevado a  ese estado?, se le cuestionó.
“No, aquí no hacemos antidoping”.
Vázquez de la Mora precisó que la joven fue atendida en Urgencias por dolor abdominal, por lo que se le suministró ketorolaco y ranitidina, contradiciendo la versión de que acudió por un resfriado, como sostiene la familia.
Admitió que al ingresar inconsciente a Urgencias se le aplicó naloxona, posterior a ello se le realizó una tomografía, en la cual se detectó una hemorragia en el cerebro. Como su estado de coma era muy profundo y no tenía ningún tipo de respuesta a ningún estímulo, se le hizo un electroencefalograma, corroborando muerte cerebral.
A raíz de ello “se le dio todo el soporte en relación de que podía ser una candidata para trasplante de órganos”, destacó.
Durante los 14 días que permaneció hospitalizada, detalló el médico, a María Elena se le aplicó hormona antidiurética y múltiples medicamentos, independientemente del diagnóstico de muerte cerebral que ya se había dado, hasta que su reserva se agotó el 18 de octubre, al pararse su corazón.

Inequitativo manejo de trasplantes
“No tener dinero para un trasplante pone en desventaja a las personas sin recursos económicos”, advirtió el cirujano trasplantólogo Alger Aquino Figueroa, quien a la vez expuso que es responsabilidad del estado  lograr que los trasplantes se realicen en forma equitativa, lo cual no sucede en Baja California.
El médico no se explica por qué, teniendo lista de espera propia, el Hospital General envía los órganos a clínicas privadas. Muestra de ello es el bajo número de trasplantes que se efectúan en el nosocomio público, “cuando la Ley General de Salud dice: ‘Los órganos son para la institución dónde está el paciente, si el HG tiene un donador y cuenta con una lista para trasplantes, son para esos pacientes, pero contrario a ello se privilegia a los (hospitales) privados”, acusó.
En el manejo del Centro Estatal de Trasplantes no hay transparencia, asentó, no solo porque su control se centra en el Hospital General de Tijuana, donde opera el Consejo Estatal de Trasplantes (COETRA), sino porque hay dudas sobre el destino que se da a los órganos.
“De hecho se presumen trasplantes del General, pero los pacientes se atendieron en el Hospital Ángeles”, dijo.
Si bien es cierto, el Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA) atendió en 2011 una petición de transparencia requerida por especialistas de Baja California, lo único que hizo fue reunirse a puerta cerrada con el COETRA y publicar un desplegado, sosteniendo que todo se realizaba sin errores, por lo que los órganos se siguen echando a perder, sin que hospitales donde se tiene lista de espera para trasplantes sean tomados en cuenta.
“Incluso los propios pacientes de hospitales públicos se quejan de que, estando incluidos en las listas, no los trasplantan, porque el órgano se destina a ciertas clínicas privadas”, esgrimió.
De 119 trasplantes de órganos realizados en Baja California en un año y medio, solo cuatro fueron efectuados en el Hospital General de Tijuana, principal centro donde salen los órganos que son donados.
De acuerdo a información oficial proporcionada por el Instituto de Servicios de Salud Pública de Baja California, vía Sistema de Acceso a la Información Pública, durante 2011 se practicaron 80 trasplantes (49 de riñón, 30 de córnea y uno de hígado) en la entidad. Solo tres fueron realizados en el Hospital General de Tijuana, el resto de los órganos se injertaron a pacientes en su mayoría de la Clínica de Ojos de Tijuana, Centro Oftalmológico de Tijuana, Hospital Regional Número 1 del IMSS, e Instituto de la Visión Dr. Méndez.
De los 39 trasplantes practicados hasta mediados de 2012, solo un riñón fue trasplantado en el nosocomio en mención, de 25 que han sido injertados. Las 14 córneas se han colocado principalmente en la Clínica de Ojos de Tijuana y Centro Oftalmológico de Tijuana, entre otros.
Aunque esta estadística se obtuvo de CENATRA y COETRA, no coincide con las cifras proporcionadas por Ismael González Contreras, secretario técnico del Consejo Estatal de Trasplantes, quien indicó que en 2011 el Hospital General realizó de siete a ocho trasplantes; mientras que en 2012 ha efectuado uno.
Aseguró que los órganos que se obtienen en donación en el HG se logran a través de un protocolo en el que la familia del donante cadavérico es tratada con mucha sensibilidad, algo que no se aplicó en la familia de María Elena Díaz.
“Capacitamos constantemente al personal para ello, pero no dudo que alguien del personal, algún estudiante con labor de samaritano, lo hiciera por su cuenta y propiciara un mal entendido”, justificó.

De los órganos que no pueden ser aprovechados en el Hospital General de Tijuana por falta de receptores, aseguró que se ofrecen primero al resto de las instituciones públicas, pero si ahí no se hay un paciente compatible, se boletina al resto de las clínicas privadas en las que se tiene lista de espera.

Aun así, aceptó que un promedio de 13 hígados y 17 corazones se han echado a perder “porque no se aprovechan, al no haber receptores disponibles”.

1 comentario:

  1. Muy buen reportaje, espero algunas personas involucradas te pasen mas informacion, yo no tengo ni pacientes necesitados de organos ni victimas de este negocio tan sucio pero estoy dispuesto a dar frente en la solución de este problema y castigo a los responsables por que de que hay algo fuera de lugar lo hay.

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