miércoles, 2 de mayo de 2012

MUJERES: FASCINADAS POR EL NARCO



Aumentan historias de mujeres involucradas con el crimen organizado

Claudia Elenes    
El mundo del narco nunca le fue ajeno. Siempre rondaron en su entorno social los principales apellidos del crimen organizado, los que abarrotan las fichas de los más buscados en México y en Estados Unidos. Pero su vida cambió. Buscar un título de belleza la dejó atrapada en las redes del narcotráfico y de manera involuntaria participó en la violenta guerra de las facciones de la delincuencia organizada que azotan a México. Esta es parte de la historia de la película Miss Bala.



El caso de Laura Guerrero, la protagonista de Miss Bala —nominada a un premio Goya y ganadora de varios concursos internacionales— es un claro reflejo de lo que viven muchas mujeres sinaloenses, que se mezclan en el mundo del crimen organizado sin sopesar las graves consecuencias que pueda depararles su implicación con personajes de la delincuencia.

Los barrios de Culiacán, Mazatlán, Guasave o Badiraguato, al igual que en Guadalajara, Tijuana o Ciudad Juárez, están llenos de historias de mujeres que se han involucrado con hombres dedicados al crimen o incluso los casos donde las mujeres, por amor o por la manipulación de los sentimientos, están metidas abiertamente en este negocio ilícito.

Para el psicólogo social, Tomás Guevara, existen varias vertientes en este fenómeno que son las que describen el porqué de la fascinación de muchas mujeres por relacionarse con narcotraficantes.

Entre ellas comenta que el problema es cultural, donde la mujer sinaloense basa su vida en su belleza y es su arma de cambio.

“La mujer sinaloense sustenta su razón de ser, de su existencia y demás, a partir de sus cualidades y virtudes femeninas, esta situación por desgracia la ha colocado en un mar de relaciones en donde la preferencia de los hombres por un tipo de mujer, del tipo adorno, se convierte en toda una práctica social… es como una carta de presentación del hombre, es parte del complemento, de lo que el hombre en su machismo requiere para poder de alguna manera legitimar ante la sociedad sus habilidades de conquistador”.

Para el catedrático de la UAS, el narco en la sociedad se ha mezclado de tal manera que lo que antes podía ser repudiado desde hace algunas décadas cuando el narcotráfico empezó a crecer y a crearse la llamada “narcocultura”, ahora es aceptado.

Y las mujeres han llegado a implicarse en este fenómeno de la “narcocultura”, buscan esas relaciones, le son afines, no hay rechazo, por el contrario, existe una atracción por esa vida.

Además de que, acota Guevara Martínez, se da esta relación como complemento ya que la mujer busca una buena vida y busca quién se la pueda otorgar.

Pero la historia de Miss Bala no es totalmente ficticia, está basada en la vida de Laura Zúñiga, ganadora del concurso de Nuestra Belleza Sinaloa en 2008 y representante de México en varios concursos de belleza a nivel mundial.

Laura Zúñiga fue detenida en diciembre de 2008 en Guadalajara junto con siete hombres que portaban armas de fuego y miles de dólares en efectivo. Pero no era un hecho fortuito. Mucho se dijo en los medios que su corona había sido pagada por un narcotraficante, el mismo con el que fue detenida y que dijo ser su novio, Ángel Orlando García Urquiza, uno de los principales mandos del cártel de Juárez.

Pero no todo se debe a la fascinación de las mujeres por el buen vivir, también existe otro ingrediente: la mujer busca oportunidades de crecer y tener una buena vida, por la vía fácil, se ha abandonado la cultura del esfuerzo. En cada historia que se escucha en los barrios de las ciudades sinaloenses, esta cultura del esfuerzo parece haber quedado en el pasado, pero también hay pocas oportunidades.

“No hay posibilidades, no hay condiciones para que cualquiera de los otros, por la vía de lo legal, la vía de lo normal, pueda tener acceso a esta vida, la educación dejó de ser la promesa del ascenso social, tiene años que la educación dejó de ser eso, si bien nos va la educación es para conseguirse un empleo pero ya no para brincar… Por supuesto esto genera en el narco una posibilidad que ya no da el sistema, la sociedad, la economía, la educación, ni la cultura”, destaca el psicólogo social.

Pero no todas las mujeres piensan igual y esto tiene que ver con la educación que les dieron en casa como es el caso de Nohemí, estudiante de licenciatura, quien tiene reforzado los valores de la cultura del esfuerzo y dice que nunca se relacionaría con un narcotraficante.

Aunque conoce casos como el de su amiga Marisol, de su misma edad, quien salía con un narco, además casado, pero que poco le duró el gusto dice porque fue asesinado el año pasado en la ciudad de Culiacán.

Nohemí comenta que nunca vio los excesos en este individuo, solo en pocas ocasiones le tocó topárselo en coches último modelo. Pero que a su amiga no la llenó de esos lujos a los que muchas mujeres desean acceder.

En este sentido ahora el narcotraficante es más discreto, ahora desea competir con la gente de buena clase social y trata de imitarlos como asegura Karina, quien comenta que ahora la nueva denominación que tienen estos narcos son los buchonice (palabra que viene de narcotraficante mezclado con “bien”).

Los buchonice, palabra que está de moda entre los jóvenes, son estos narcos que buscan la ropa de marca, las joyas pero más discretas, que van a colegios de paga y que se entremezclan en la sociedad de clase alta.

Aunque existe una exaltación a tener este mundo de lujo y comodidades como lo reflejan las series colombianas como El cártel de los sapos, Las muñecas de la mafia o Sin tetas no hay paraíso, para Tomás Guevara es un reflejo de la realidad.

“En la difusión más bien los medios retoman la producción social para poder posicionarse socialmente y para poderle vender a la gente lo que la gente quiere oír o la gente quiere ver, yo creo que de aquí en adelante en este cambio de las preferencias sociales o la posición o los sujetos o los miembros de los grupos que pertenecen al crimen organizado, pues, se convierten en un producto vendible”.

Las dos Lauras (la de ficción y realidad) fueron dejadas en libertad después de procesarlas judicialmente y no encontrarles responsabilidades penales, pero las dos destruyeron su carrera profesional como modelos y esa aspiración a brincar de clase social por la cultura del esfuerzo quedaron en la memoria del pópulo por su relación con el narco.


El poder de Las Jefas del Narco

Desde 2006, cuando la Presidencia de la República declaró la guerra al narcotráfico, la participación de la mujer en organizaciones del crimen organizado se incrementó considerablemente. Algunas tienen posiciones estratégicas que les provee de poder, sin embargo, su actuar es más cauteloso al utilizar la violencia como una acción de intimidación, en comparación con los hombres.

Durante la presentación del libro Las Jefas del Narco, su coordinador, Arturo Santamaría Gómez, reveló que la “mujer es más calculadora, menos agresiva”, ya que es su método de sobrevivencia, en el que busca extender su vida en ese negocio ilegal, en el cual solo puede salir en un ataúd.

“Hasta donde sabemos, las mujeres están incorporándose masivamente y están empezando a jugar un papel más importante en Colombia o en Estados Unidos, en México. ¿Y por qué razones? Bueno, hay varias, pero una de ellas es que esta guerra tan terrible y dolorosa, que algunos no llaman guerra, donde ha habido decenas de miles de muertos… las mujeres han venido a relevar a sus hombres, a sus esposos, a hijos, hermanos, amantes”, explicó.

El doctor en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México expuso que la desaparición masiva de hombres ha forzado a las mujeres a asumir el liderazgos en los controles de mandos de cárteles de la droga poderosos.

Esta obra académica-periodista recoge aproximadamente 40 testimonios de mujeres por ocho jóvenes universitarios, cuya edad oscila desde los 21 a 28 años. El coautor, José Carlos Cisneros, expresó que la sociedad no debe olvidar la condición de mujer, ellas que aceptan que la vida no es fácil y deben estar resguardadas, y que en ocasiones les impide estar cerca de su familia.

En ese sentido, el escritor y periodista Javier Valdez Cárdenas, quien fungió como comentarista en este evento que reunió a más de 100 asistentes, entre ellos académicos, periodistas, activistas y funcionarios públicos, expresó que las féminas introducidas en el tráfico de droga tienen una vida desastrosa, con el dolor de tener a su hijo en la cárcel, a su padre muerto, a su esposo desaparecido.

También comentó sobre las mujeres que no provienen de una familia de abolengo, sino que son de estratos socio-económico bajo: las chuky-nices son las amantes de algún narcotráficante, quienes las introducen al tráfico de droga como “burreras”. Además, se someten a intervenciones quirúrgicas para mejorar su aspecto físico.

Finalmente, Valdez Cárdenas citó a uno de los coautores, Marco Núñez y Ramón Alvarado, en esas líneas que describen el comportamiento social de las mujeres narcotraficantes.

“(En el capítulo) las buchonas, las mujeres del narco. (Se dice que) las buchonas son las mujeres de los narcos. No hay más. Ellas y ellos visten primordialmente de rojo con negro, con vivos brillantes en dorado y plata, colores que no representan paz en su vida. Sicológicamente el rojo significa la rebelión contra la sangre, el fuego necesario para matar. La violencia para sobrevivir y ser respetado, la conquista de territorio, la ira contra los contra, y las traiciones… Por el otro lado, el negro significa el honor, la lealtad de grupo, la soledad por no confiar en nadie”, comentó.

En la recopilación realizada por Grijalbo también participan Jorge Abel Guerrero, Christian Moreno, Ernestina Lizárraga, Mayra Arredondo y Gabriela Soto.

 

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