lunes, 9 de abril de 2012

TE REPRIMO Y, ME INVITAS UN CAFÉ






Alejandro Sicairos   
La propensión a reprimir volvió a emerger en Mario López Valdez con el abrumador uso de la fuerza pública —¿y las virtudes del diálogo, gobernador?— para dispersar la marcha que dirigían hacia Culiacán los comuneros desalojados de la presa Picachos. Otra involución que experimenta el autollamado régimen del cambio y que quiérase o no es una especie de muesca agregada a cuenta de la intolerancia.


Es de sobra conocido que al gobernador no le gusta la crítica ni que alguien disienta de lo que él dice. A los que le hablan bonito al oído, aunque se trate de gente que se aprovecha de la megalomanía del mandatario para arrinconarlo en la arrogancia, los premia y los apapacha con toda la posibilidad económica que el cargo le confiere, mientras que a los que osan decirle las cosas tal cual son, con la indispensable advertencia de que anda en una nube que entre más alta sea la caída también será mayormente dolorosa, los encasilla como enemigos y los castiga, según él, con el látigo del desprecio.

Apenas a Malova se le ocurre echarle a la Policía Élite a los campesinos de Picachos, detener a cuatro decenas de ellos, turnar a 25 ante la Procuraduría General de la República, y al día siguiente pedirles a los afectados que lo inviten a desayunar. El martes 3 de abril por la mañana se presentó al campamento que los desalojados instalaron en Palacio de Gobierno y les dijo que “yo solo quería que me invitaran un pan y un café”.

Algo anda mal ahí. El gobernante que pega el martillazo y luego esconde la mano tras un fingido cargo de conciencia emite rasgos de autoritarismo exacerbado propio de reyezuelos que piensan que los súbditos no solamente deben padecer al monarca, sino agradecérselo. Los gritos de las mujeres golpeadas que le reclamaron haber votado por él y el coraje anidado en todos los comuneros para nada le viene bien al Sinaloa supuestamente en la era de la alternancia.

En primer término a López Valdez le falló el recurso del diálogo para evitar que los desalojados de Picachos bloquearan parcialmente con una caminata las carreteras libre y de cobro. La interlocución pareciera ser nula en un gobierno aún anonadado por el ruidoso eco de un triunfo electoral que lentamente se vuelve un dolor de cabeza para la sociedad misma. El estridente mesianismo de Malova es, por decreto, el único susurro que debe reinar en esta tierra de ensueño.

Hay quienes se dicen sorprendidos porque el gobernador cayó en la tentación represora con las familias que con razón o sin ella exigen el cumplimiento de indemnizaciones y apoyos pactados desde el sexenio anterior. Pero no es nada nueva la reacción de López Valdez contra inconformes o manifestantes. Basta recordar que en plena época malovista, el 4 de junio de 2011, fueron desalojados en forma abusiva los choferes del transporte urbano que durante meses sostuvieron un plantón en Palacio, en exigencia de concesiones para abrir nuevas rutas del servicio de pasaje citadino.

Otra huella de la intolerancia a los movimientos sociales tiene que ver con la amenaza que a inicios de diciembre pasado el gobernador les hizo a enfermeras que fueron despedidas de su trabajo en el Hospital de la Mujer, a las cuales les advirtió que si no aceptaban las condiciones que el Gobierno les ofrecía serían boletinadas para que en ningún otro lugar fueran contratadas. “Todo acto tiene sus consecuencias”, las amagó.

A Malova los otrora aguerridos organismos de defensa social, los ombudsman de oficio y los sectores sinaloenses le han permitido llegar muy lejos sin que se escuche la condena a desplantes que ya bosquejan un renovado autoritarismo que bajo ninguna circunstancia debe permitírsele solamente por provenir de partidos distintos al que históricamente anuló todas las prerrogativas legítimamente humanas. Esas voces de desaprobación son vitales para Sinaloa.

En contrasentido al esperado ensanchamiento del marco de libertades, ahora la protesta recibe como primera respuesta todo el vigor policiaco. A una comunidad que creyó emancipar mediante el voto los derechos ciudadanos se le ubica en la realidad con base al garrotazo y las armas apuntando a la sien. Y en el colmo de la burla el que ordena la represión, el mismo que no admite más razón que la suya, acude con los agraviados y les sugiere que lo inviten a compartir la mesa con ellos.

Por favor, un café para el gobernador.

Re-verso
Era primero el café,
por elemental cortesía,
y luego de buena fe,
atorarlos con la Policía.

Reír llorando
La crucificada en los días de Semana Santa resultó ser, otra vez, la esperanza de los mexicanos. Con Josefina Vázquez Mota cuya propuesta política tiene un hueco más grande que el enorme hoyo en la capa de ozono y Andrés Manuel López Obrador que se ha perdido en le redefinición amorosa de la izquierda, podría ser inevitable que el tenebroso PRI se vuelva a sentar en la silla presidencial. El país comienza a padecer una risita de nerviosismo, muy parecida al llanto.

Salto al vacío
En el valle de San Lorenzo afirman que Jesús Manuel Patrón Montalvo es capaz de aliarse hasta con el demonio. Primero buscó más poder en el PRI, luego en la coalición que en 2010 se integró para derrotar a Jesús Vizcarra y ahora en Nueva Alianza. Y no lo dicen precisamente porque vean que Elba Esther Gordillo es el diablo con faldas.

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