lunes, 9 de abril de 2012

HUNDEN A BENJAMÍN ARELLANO; LO SENTENCIAN A 25 AÑOS DE PRISIÓN EN EU








Miguel Ángel Vega 
Ni Benjamín Arellano Félix ni su abogado Nicholas DePento, y ni siquiera el juez Larry Burns quedaron conformes con la sentencia de 25 años de prisión para quien fuera el líder de la organización más violenta de México durante la década de los 90. 


Mientras uno la consideraba “injusta”, otro la señalaba como “ligera”. Solo el Departamento de Justicia de Estados Unidos pareció conforme con la pena, y claro, con los 100 millones de dólares que la Tesorería de Estados Unidos identificó desde antes de llegar a un acuerdo con el capo.


San Diego, CA.- Cuando Benjamín Alberto Arellano Félix escuchó la sentencia a 25 años de prisión emitida por el juez Larry Burns, agachó la cabeza decepcionado e hizo un ademán negativo, como si no creyera lo que escuchaba. 


El juez entonces notó el ademán y le espetó mirándolo fijamente al rostro: “Si estuviera en mis manos aplicarle una sentencia más severa, lo haría, incluso, lo sentenciaría a cadena perpetua”, le dijo.

Todavía agregó: “Usted ordenó acciones que lastimaron a las sociedades de ambos lados de la frontera (entre México y Estados Unidos), pero sobre todo, sepa que gente que estaba a su servicio y obedecía sus órdenes, fue condenada a más años en prisión, y que gracias al acuerdo que su abogado hizo, no puedo condenarlo a más años; ahora, que si tiene algo que decir al público, este es el momento”.

Benjamín Arellano, vestido con uniforme naranja y esposado de pies y manos, le dijo: “Lo que quiero decir es que, no solo me están fabricando delitos, sino que estoy siendo sentenciado por cosas que otra gente hizo. No fui yo quien cometió esos delitos, y ahora me responsabilizan por todo eso”.

Pero el juez le recordó que él ya había admitido muchos de los cargos por los que era sentenciado, incluso, gracias a ello había logrado una sentencia “tan ligera”, y tales delitos que en su momento reconoció incluían secuestro, extorsión, lavado de dinero, tortura, tráfico de droga.

“Si quiere retractarse de esas acusaciones y declararse inocente, dígalo ahora”, lo retó el juez Burns mirándolo a los ojos.

Arellano Félix lo pensó unos segundos, entonces negó con el rostro y por último agachó la mirada.

Con ese ademán, el capo reconocía que Estados Unidos se había salido con la suya. Era el Gobierno quien habría orquestado su captura y lo había perseguido por cada rincón del país, hasta que el 9 de marzo del 2002 logró ubicarlo cuando se encontraba durmiendo en una residencia de Puebla.

La “justicia” estaba hecha. Aunque, por la expresión de Burns, esta justicia era “a medias” y parecía estar fundamentada en los cien millones de dólares que Arellano Félix habría de pagar al Gobierno de ese país.

La sentencia
Los 25 años de cárcel a los que fue sentenciado Arellano Félix pueden parecer muchos, aunque para el juez Burns son “muy pocos”.

Tal vez a lo que se refería Burns es que Arellano Félix puede salir a los 12 años de prisión, si tiene una buena conducta, según observó Joseph Green, del DOJ en el sur de California y fiscal en cargo para la presentación de cargos en contra del excapo.

“Es algo que no se discutió en la conferencia de prensa, pero… efectivamente, a Arellano Félix puede reducírsele la condena un 50 por ciento si tiene una buena conducta”, sostuvo el fiscal en entrevista con Ríodoce.

No obstante, el fiscal consideró que el castigo seguía siendo ejemplar, ya que una vez cumplida la sentencia en Estados Unidos, “fueran los años que sean”, Arellano Félix sería regresado a México a purgar una condena por 17 años que estaba pendiente en el país.

“Lo que importa aquí es que el señor Arellano Félix ya no andará en las calles envenenando gente y ese es el triunfo para la justicia”, observó Green, después de una conferencia de prensa realizada afuera de un edificio federal, en el centro de la ciudad de San Diego.

Green fue el fiscal que negoció con la defensa de Arellano Félix, entonces representado por Anthony Colombo, para que se llegara al acuerdo de 25 años de prisión como máximo a cambio de que el capo reconociera los delitos por los que fue acusado, además de acceder a pagar los 100 millones de dólares y testificar en el futuro contra miembros del cártel de Tijuana que fueran llevados ante la justicia estadounidense.

El acuerdo sin embargo, no habría dejado contento a Benjamín Arellano Félix, puesto que inmediatamente después de que este fue firmado, Arellano Félix despidió a su abogado Anthony Colombo y contrató los servicios de Nicholas DePento, para que lo representara.

No obstante DePento nada pudo hacer y la sentencia siguió siendo demasiado severa, de acuerdo con el acusado. Según fuentes consultadas por Ríodoce, Arellano Félix buscaba que le considerarán los más de nueve años que purgó en la cárcel de Almoloya de Juárez, en el Estado de México, petición que fue negada por el juez Burns.

“Lo más que puedo hacer es concederle crédito por los once meses que ya tiene en una cárcel estadounidense”, observó el juez.

EU: quien pega primero…
Cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos pactó con Benjamín Arellano Félix para condenarlo por un máximo de 25 años, a cambio de declararse culpable y entregar 100 millones, era porque el gobierno de ese país ya tenía identificada la forma de cómo él capo habría de pagar esa cantidad.

“Para cuando se hizo el acuerdo ya se tenían identificados todos los bienes inmuebles y demás propiedades que pudiera proveernos hasta completar los 100 millones que se acordaron”, dijo Laura Duffy, procuradora federal de California.

En aquel momento Arellano Félix ya estaba contra la pared y no le quedó otra que aceptar. Según páginas de bienes y raíces consultadas en la ciudad de Tijuana, tan solo una casa en la zona de Playas de Tijuana puede tener un valor por más de 5 millones de dólares.

De acuerdo con Duffy, con la sentencia a Arellano Félix no solo se cierra un capítulo de uno de los criminales más peligrosos del mundo, sino que el cártel de Tijuana queda totalmente desmembrado, y solo restan secuelas de lo que fue esa organización.

“Sabemos que han llegado otros cárteles a esa ciudad (de Tijuana) y que están peleando la plaza, pero ya no es como antes, y la prueba está en que los niveles de violencia han bajado allá”, observó Duffy.

Arellano Félix fue arrestado el 9 de marzo del 2002 en Puebla y el 29 de abril del 2011 fue extraditado a Estados Unidos, que ofrecía una recompensa de hasta 5 millones de dólares para su captura.

Ningún funcionario de la DEA o el DOJ quiso opinar si la sentencia de Arellano Félix mejoraría la situación en México para acabar con la guerra que se vive en ese país, o al menos disminuir los índices de drogadicción entre los jóvenes.

“Lo que podemos decir es que la sentencia de hoy mantendrá a Arellano Félix lejos de la sociedad que tanto ha dañado y ese es nuestro triunfo”, concluyó Duffy.


Blindados para sentenciar
Autoridades federales de Estados Unidos y California desplegaron un impresionante aparato de seguridad en el centro de San Diego para resguardar el edificio de la Corte Federal, en la esquina de Front, la calle E y la Broadway, en donde el excapo Benjamín Arellano Félix sería sentenciado.

Al menos 15 patrullas de ICE, agentes federales a pie con perros policía, y rondines continuos por parte del Departamento de Policía de San Diego (SDPD), eran solo el despliegue visible que se pudo observar en los alrededores del inmueble.

“Parece que viene el presidente”, observó Sonia Werth, mesera de un café, enfrente de la corte.

Para entrar al edificio había un filtro de identificación de metales, en donde hacían a los visitantes quitarse los zapatos, cintos, chamarras, y poner todo tipo de objetos electrónicos en una charola, para entonces revisarla con equipo de rayos equis, y verificar que no llevaran ningún tipo de explosivo en el interior.

Para entrar al cuarto 009 del segundo piso, donde se emitiría la sentencia, había un nuevo filtro, además de personajes encubiertos y agentes uniformados que mostraban aquello como si temieran que algo fuera a pasar.

“Siempre es así, pero hoy las órdenes fueron que prestáramos más atención”, dijo uno de los elementos de seguridad.

Por si eso no fuera suficiente, desconocidos afuera de la corte, confundidos entre familiares y periodistas, se movían constantemente de un lugar a otro donde se desarrollara un diálogo, como para escuchar qué era lo que se decía en el lugar.

Los cuchicheos por parte de periodistas no se hicieron esperar.

“Hay que hablar despacio, porque parecen que andan por aquí varios orejas de los Arellano, y es mejor no meterse en problemas”, dijo una periodista que solicitó no se revelara no nombre.

Adentro en cambio, la emisión de juicio se desarrollaba. Era Benjamín Arellano Félix, quien no parecía muy contento con el juicio en su contra. Posiblemente las autoridades sabían eso. Y por eso la seguridad.

“Aquí podemos sentirnos seguros (en este edificio), pero no siempre se está aquí; hay que regresar a Tijuana, y por eso es mejor hablar despacito”, dijo la periodista.

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