lunes, 16 de abril de 2012

"SE LES PELÓ BALTAZAR" EN LA BALACERA DE GUASAVE



Enfrentamiento del Viernes Santo en la costa de Guasave frustró captura de quien, dicen en voz baja, era el Chapo Isidro


Redacción 
Según diversas versiones, camuflado entre miles de paseantes e “invisible” para cientos de agentes de seguridad, el Chapo Isidro, quien controla la plaza de Guasave desde el crimen organizado, se metió a “la boca del lobo” para disfrutar del asueto y la fiesta por Semana Santa en las playas guasavenses. 


A la hora que quiso salir de la zona de recreo, “acordonada” por un fuerte operativo de seguridad, lo hizo a punta de bala.


De la historia de terror vivida por cientos de paseantes el viernes 6 de abril a no más de tres kilómetros del balneario Las Glorias, en el municipio de Guasave, solo es oficial que hubo un enfrentamiento entre sicarios y elementos del Grupo Élite de la Policía Ministerial del Estado, que dos agentes resultaron heridos de bala, que se aseguraron tres vehículos blindados, dos de ellos por elementos de la Marina y otro por el Ejército.

Oficialmente, así de breve y simple ocurrieron las cosas. No hubo más, aunque decenas vieron y contaron otra parte de la historia.

De no haber sido porque en medio del fuego cruzado quedaron cientos de paseantes que iban en tránsito, tanto los que llegaban a la playa como los que regresaban a sus casas, hoy solo se conocería la versión del procurador general de Justicia, Marco Antonio Higuera Gómez, quien incluso tres días después, el lunes 9 de abril, dijo en conferencia de prensa en Culiacán que “eso fue todo lo que pasó”.

Pero todas las versiones extraoficiales, algunas provenientes de la propia Policía Ministerial del Estado y fuentes allegadas al Gobierno Municipal que fueron consultadas off the record por Ríodoce, coinciden en que Fausto Isidro Meza Flores, el Chapo Isidro, era el objetivo, o al menos su sola presencia fue una oportunidad que finalmente dejaron escapar para capturar a quien el propio Gobierno considera uno de los más peligrosos líderes del narcotráfico en la zona norte del estado.

Pasado el tiroteo, en el lugar de los hechos, un policía élite que custodiaba el área así narró parte de lo ocurrido:

—Era mediodía. Nosotros íbamos llegando a Las Glorias y ellos (los sicarios) iban saliendo. Nos encontramos de frente, pero nos dejamos pasar… Pero algo pasó, tal vez una mínima provocación y vino la orden repentina. La neta compa, Dios es muy grande porque si nos agarramos de primeras, ahí se hace un desmadre. Yo a eso le tenía miedo, pero dieron la orden de dar vuelta y seguirlos porque vieron que eran carros blindados.

Hablando disimuladamente, el oficial señala que para cuando ellos dieron la vuelta, los sicarios ya estaban en posición de ataque, esperándolos, bien acomodados adelantito de donde las autoridades de Tránsito colocan el retén del alcoholímetro. Así empezó el tiroteo.

Y el agente terminó su historia:

—Nos quisieron rodear, pero les respondimos la agresión y agarraron camino. ¿Quiénes iban ahí?, no lo sé, pero un pesado sí era.

—¿Iba el Chapo Isidro?
—Lo más seguro es que sí.

Cruzada su versión con la de otro agente, se aclara que nunca hubo persecución, solo el enfrentamiento en ese punto de la carretera que conduce a Boca del Río, campo pesquero ubicado cerca de Las Glorias, a la margen derecha del río Sinaloa. Sobre la carretera quedó atravesada una camioneta RAM blanca, doble cabina, modelo 2010 y blindada, supuestamente dejada en esa posición para entorpecer la persecución, pero ni el intento se hizo por ir tras los delincuentes.

—Lo que sí le puedo decir compa, es que ahora sí nos la pelaron, nos los chingamos… les dimos a varios —aseguró el oficial.

Y sí, aunque en el lugar de la batalla no había cadáveres, ni de uno ni de otro bando, además de los policías heridos que fueron auxiliados e inmediatamente trasladados en helicópteros a recibir atención médica, las huellas de sangre en la citada camioneta evidenciaban que la puntería de los agentes no había sido tan errática.

Al menos se cree que dos sicarios resultaron heridos, mismos que fueron auxiliados por sus compañeros, pero muchas son las especulaciones en ese sentido, hasta presumir, como en otros enfrentamientos ocurridos en Guasave, que fueron varios los muertos.

Aunque el procurador Higuera Gómez habla de tres unidades blindadas aseguradas por la Marina y el Ejército, se cree que los delincuentes viajaban a bordo de cinco u ocho vehículos, donde irían más de 50 hombres armados con fusiles AK-47, AR-15 e incluso Barrett. Lo de este último armamento se dedujo porque una camioneta traía un aditamento para ese tipo de arma y también se encontró un cargador de disco.

El enfrentamiento a balazos duró poco, unos minutos, fue rápido, pero detrás quedó el espanto y la impresión para cientos de paseantes que fueron momentáneamente frenados para poder desplegar un operativo que no llevó a nada. “No hubo detenidos”, confirmó tres días después el procurador.

¿Y ya hay línea de investigación procurador?
—(Pausa) …ya se tiene trabajo.

—¿Por dónde va?
—Nnnno, aquí sí tenemos que reservarlo.

A la gente que le tocó la tracatera entró en pánico y los que estaban en Las Glorias ni cuenta se dieron, hasta el rato que corrió el mitote.

Mito y realidad
La vox pópuli no cesó. Que si iban por él; que si estaba en Las Glorias; que si había mandado por delante a sus hombres para despejarle el camino; que si estuvo en el enfrentamiento; que si estuvo toda la noche del Jueves Santo celebrando con música en vivo; que si escapó por el mar… Y al preguntar al portador de cada versión qué tanto era mito y qué tanto realidad, sin reparos, la respuesta apuntaba a que la mayor parte de los dichos fueron verdaderos.

Un servidor público municipal consultado dijo “lo que todos sabían”: “Yo no digo que iban por ‘aquel’, te digo que estaba allá en Las Glorias y dicen que mandó gente a despistar a los del Grupo Élite”.

Un reportero que estuvo en la cobertura del operativo de Semana Santa y que fue consultado por Ríodoce, dijo que tras el hecho nadie del Ayuntamiento salió a dar una información específica sobre el hecho, solo datos generales que ya se sabían, e incluso confirmó que el alcalde, Ramón Barajas, se encontraba acampando en el campo pesquero La Pitahaya, ubicado a unos kilómetros del lugar, rumbo a la playa conocida como La Ensenadita. De ahí no lo sacaron, pero fue enterado de los hechos. No dio la cara.

Atrapados en el fuego

Siendo cientos los vacacionistas varados por la balacera, cientas son las historias que se comparten en todo tipo de espacios de reunión, incluidas las redes sociales y mentideros de la ciudad.

Un caso fue el de cuatro jóvenes hermanas que viajaban con el esposo de una de ellas, la suegra de esta, cuatro niños y una de ellas embarazada. Iban llegando al balneario cuando escucharon las detonaciones. Los gritos se apoderaron de todos y el reducido espacio dentro del vehículo en que viajaban los asfixiaba: ¡Dale para atrás!, era el grito desesperado e insistente, sin saber por qué, y solo porque alcanzaron a ver que eso era lo que hacían otros automovilistas, todos saliéndose de la carretera estatal.

Después supieron, por un mensaje de texto a un celular, que a unos metros se había registrado una balacera. Por eso vieron el impresionante movimiento de patrullas, policías, militares, helicópteros.

La decisión, como la de muchos, fue regresar a casa por donde habían llegado a ese lugar del caos. Pero la historia de terror apenas comenzaba para ellos: policías del Grupo Élite se bajaron de una patrulla y los rodearon. Los encañonaron y tuvieron la intención de abrir las puertas. Afortunadamente lo intentaron en la que no abría. Pero los llantos, los gritos, el miedo y la desesperación se disparó dentro del vehículo, sobre todo cuando escucharon que los agentes “cortaron cartucho”.

Finalmente, en ese caso, un policía municipal gritó: ¡Son una familia! Y los estatales se retiraron. Pero el llanto no se fue con ellos. Y el miedo les quedó tatuado para siempre.

—¿Qué más recuerdas de ese momento? —se le preguntó a una de las jóvenes.


—Que los policías andaban como “apanicados”… eso nos dio más miedo.

Ahora muchas de las personas que compartieron su mala experiencia tienen presentes imágenes del pánico: gente gritando, llorando, queriendo escapar de balas perdidas, del caos que se veía dentro de un camión de pasajeros por querer bajarse y correr en busca de una mejor trinchera.

Muchos de los que vivieron esto de cerca, todavía llegaron a sus casas y al recordar una y otra vez lo vivido, el llanto era inevitable. Y así fue todo el día.

—Dicen oiga, que entre los sicarios iba el Chapito Isidro. Es lo que se cuenta… Y “todo mundo” cuenta que anduvo como si nada todos los días en Las Glorias. Que según “se les peló” por el mar —fueron expresiones constantes.

En el recuerdo colectivo también está el estruendo de la ponchadura de una llanta. El rechinar de los frenones, la balacera, que aunque breve, pareció interminable. Algunos autos, señalan, se llevaron un agujero de souvenir.

—¿Te tocó la balacera?
—No, pero la versión más fuerte es que tuvieron prácticamente en sus manos a peligrosos capos y los dejaron ir. ¡Y eso que andaban hasta los marinos y no sirvieron de nada!

—¿Quién se supone que era el capo?
—Isidro.

Saldo blanco
Miguel Ángel Robles Santillanes, secretario del Ayuntamiento de Guasave, fue quien, como coordinador del operativo Semana Santa Blanca 2012, salió ante los medios a dar la información oficial de lo ocurrido durante el periodo: “Son acontecimientos que están fuera de nuestro alcance, no está previsto en este operativo, pero es importante que la información fluya de manera veraz, afortunadamente no hubo daños ni acontecimientos mayores como se especuló”. El funcionario exhortó a no cancelar los planes de visitar los balnearios garantizando el resguardo de los paseantes, pero la convocatoria no tuvo éxito pese a que Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, el comandante Chuytoño de la Policía Ministerial, reforzó la seguridad con 80 policías más, para sumar en total un despliegue de mil 500 efectivos, incluidos soldados y marinos. El flujo de vacacionistas bajó y al cierre del periodo Protección Civil lo confirmó: de 140 mil paseantes que hubo en el 2011, en este año la cifra cayó a 86 mil.

La señal del miedo.


Enfrentamientos en Guasave
En esa región son varios los enfrentamientos entre policías y sicarios que se han registrado con consecuencias fatales.

—7 policías del Grupo Élite murieron en emboscada del 6 de marzo del 2011 en la carretera Internacional México 15, a 5 kilómetros de Guasave.


—12 agentes ministeriales fueron emboscados y asesinados el 15 de julio de 2011 en la carretera México 15, a la altura de la calle 19.


—3 soldados muertos en las afueras del IMSS, el 30 de enero.



Las secuelas del enfrentamiento

Redacción / Ríodoce
Las decapitaciones de rivales presuntamente informantes de la Policía Estatal de élite fue la respuesta de la célula de Guasave del clan Beltrán Leyva-Carrillo-Zetas a las bajas que sufrió en un nutrido tiroteo entre delincuentes y policías ministeriales que fueron apoyados por fusileros navales en las inmediaciones de la playa Las Glorias.

En las decapitaciones, los homicidas dejaron constancia de su crimen y afirmaron que sus víctimas eran rivales, gatillos y delatores (dedos) al servicio de un alto líder del cártel de Sinaloa: Adelmo Núñez, el Lemo, y quien presuntamente ya era parte de Los Mazatlecos, grupo predominante de la triada, señaló un alto funcionario de la Procuraduría General de Justicia del Estado que pidió anonimato.

De acuerdo con la dependencia, el primero de los decapitados fue Refugio Néstor Vázquez Lugo, un carnicero y productor agrícola residente de La Trinidad.

Sin antecedentes penales, el carnicero fue privado de la libertad por un comando y desde entonces se encontraba desaparecido. Al día siguiente el cuerpo fue arrojado en una calle de Guasave. Estaba mutilado y las partes del cuerpo anclaban una manta en la que se podía leer que el aviso era para el Lemo Núñez y sus secuaces. Y daban la causa del coraje: “Por dedos y traidor”, y por “trabajar con los élite, con el Gobierno”.

Dos días después, en el camino a El Veranito, Sinaloa, Jesús Antonio Berrelleza Rubio, de 32 años, fue también asesinado y decapitado. Los restos del cuerpo fueron colocados en una hielera. Y había una nueva advertencia para otros miembros del cártel de Sinaloa que era coincidente con el primer narcomensaje: “Aquí está tu gatillero, Lemo”, anotaron en la cartulina. Y también colocaron otros apodos, ya conocidos por los ministeriales: Chemo García, Rulis y el Chombi.

Ninguno de los dos decapitados contaba con antecedentes penales, y no habían sido señalados por detenidos, hasta ahora, confió el informante.

De acuerdo con investigaciones ministeriales reservadas, el nombre de Lemo Núñez fue conocido por declaración de tres miembros del comando Bravo de la triada Beltrán Leyva-Carrillo-Zetas, en ocasión de la detención de estos en El Carrizo y que fue punta para rescatar a tres personas sanas y salva y descubrir dos narcofosas.

Francisco Rosario Duarte, alias el Chayo Loco, Édgar Alonso Padilla Rábago y Alexis Eduardo Mayorquín Limón, presumiblemente revelaron a la Policía que el Lemo se había unido a ellos para tomar el control del Triángulo Dorado y abrir una brecha hacia Sonora, sitios bajo el control del cártel de Sinaloa. Sin embargo, ningún otro detenido de la triada confirmó la aseveración, indica el informe.

Fuentes militares consultadas revelan que la situación es tensa en Guasave y se espera un recrudecimiento de las hostilidades, tras los operativos realizados por Semana Santa.

La estela de muertes relacionadas con el tiroteo en Las Glorias no paró con las decapitaciones, pues en el contexto de persecuciones desapareció una vendedora de cosméticos cuando presuntamente escapaba de varios sujetos armados por uno de los bordos del Canal Alto —entre los municipios de Sinaloa y El Fuerte.

Miriam Janeth Meza López, de 37 años de edad y residente de Guamúchil, habría llamado a una de sus jefas y reportado que temía por su vida porque había arrollado a un motociclista y un grupo armado la seguía.

Algunos investigadores supusieron que ella se habría topado con la avanzada de Fausto Isidro Meza Flores, el Chapo Isidro, que según la Procuraduría de Justicia resulta ser el jefe de Los Mazatlecos en Guasave y Los Mochis, y en su fuga cayó al canal.

Durante el rescate del auto en que viajaba la trabajadora de cosméticos Anabella, algunos testigos refirieron haber observado la caída del auto, pero sin ser perseguido por unidad alguna.

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