Se trata de Javier Vázquez Espinoza, de 18 años, Cristian Alejandro, de 17, José Antonio Vázquez Gutiérrez, de 25, Eulalio Vázquez, de 21 y Héctor Alonso Pérez Sánchez de 17.

Nuevamente la carretera federal, en su tramo Saltillo-Matehuala, fue el escenario que se tiñó de sangre en un abrir y cerrar de ojos, pues la vida de cinco jóvenes de entre 17 y 21 años, se esfumó para siempre. 

La triste historia comenzó a gestarse a las 21:30 horas, cuando, los ocupantes de un vehículo Spirit modelo 1993, con matrícula FBA-93-11, circulaban por dicha carretera con dirección al ejido Artesillas, sin saber que el destino les tenía preparada una sorpresa.

Fue a la altura del kilómetro 208, frente al poblado Dos Estados, donde presuntamente el conductor del coche perdió el control del volante, y luego de derrapar sobre su costado derecho e invadir carril, se estrelló contra un camión Chevrolet, modelo 2006, de tres y media toneladas, propiedad de la empresa Flet EX Trucking.

Luego del terrible encontronazo, el trailero Francisco Javier Reyes, de 47 años, intentó rescatar a los ocupantes del vehículo, maniobra que resultó inútil.

Y es que después del fuerte golpe, cuatro de los jóvenes fallecidos salieron disparados de la unidad siniestrada, para terminar sin vida a orillas de la carretera, mientras que el cuerpo sin vida del quinto yacía en el interior del choche.

No hubo necesidad de que acudieran los cuerpos de rescate hasta el lugar, puesto que por los jóvenes ya nada se podía hacer, pues estaban destrozados y bañados en sangre.

Entre lágrimas y palabras de dolor hacia los fallecidos, familiares, amigos y vecinos del poblado de Artesillas se encaminaron al lugar para reconocer a sus parientes, que terminaron sus días sobre el asfalto.

Del trágico percance tomó conocimiento la agente del Ministerio Publico de la Villa de Arteaga, Yaneth Ortega, junto con su equipo de Servicios Periciales, quienes durante horas trabajaron en la investigación de campo. 

Fue hasta las 1:45 horas, que los restos de los chamacos fueron llevados hasta el Semefo local para la necropsia de ley.

‘Dios sabe que yo intenté ayudarles’
Por: Jetzabé Muzquiz

Tras pasar la noche en las celdas de la Dirección de Policía Preventiva de Arteaga, el trailero Francisco Javier Reyes aún se encontraba pasmado tras la muerte de cinco jóvenes que se impactaron de frente contra su unidad.

Los hechos dejaron impactado al conductor, originario de Monterrey, quien circulaba de San Rafael con dirección a Saltillo con la caja vacía, puesto que apenas iba a cargar 
mercancía.

Aún con la tragedia presente en sus recuerdos, Francisco Javier no pudo evitar que sus ojos se llenasen de lágrimas al relatar cómo sucedió todo. “Fue algo demasiado fuerte, de repente invadieron mi carril y yo no pude más que amarrarme para el golpe”.

Tras asegurar que nada pudo hacer para evitar el impacto, relató que sólo pudo encomendarse a Dios en esos momentos y pedir por que nada les sucediera a los jóvenes que impactaron su camión.

No se pudo hacer nada

En todo momento, Francisco Javier Reyes permaneció en el lugar, incluso después de haber chocado se olvidó inmediatamente del dolor y el aturdimiento que sentía y de inmediato bajó para ver qué podía hacer por los muchachos.

“A uno le enseñan primero auxilios, Dios sabe que yo intenté ayudarles pero estaban ya sin vida, me di cuenta de que ya nada se podía hacer por ellos, así que me quedé esperando a que llegaran los Federales o alguien más, la verdad no sabía qué hacer”, declaró.

Tras encontrar que los cinco jóvenes que viajaban en el Spirit habían perdido la vida instantáneamente, a Francisco Javier le entró un sentimiento que él mismo describe entre la alegría y la tristeza, pues él había resultado ileso.

“Uno siempre se encomienda a Dios, por eso al salir a carretera ni una gota de alcohol, ni de drogas, ni nada, sólo Dios aquí conmigo, yo sentí como al momento del golpe me protegió, es una lástima por los chavos que no pudieron salvarse, yo estoy tranquilo”, finalizó.

Siempre andaban juntos los muchachos
Por: Bernardo García

Familiares de los cinco jóvenes fallecidos compartieron con Zócalo sus pensamientos y memorias de sus seres queridos, a escasas horas de darles sepultura en el rancho Artesillas.

No había lágrimas en sus ojos, no hubo drama en las calles o caminos, sólo un triste silencio fue el que inundó la tarde en que esperaban los cuerpos de sus hijos para que se los llevaran a su rancho, a la tierra que los vio nacer, crecer y morir.

Genaro Vázquez, Cruz Pérez, Apolinar Loera, Eduardo Pérez y demás familiares de Javier, José Antonio, Héctor Eulalio y Cristian; son los padres y abuelos de los cinco jóvenes que siempre 
andaban juntos.

“Eran muy unidos, siempre estaban los cinco, desde chiquillos, en fiestas y bailes, siempre juntos” comentó Genaro Vázquez, padre de Javier; quien señaló que su hijo era muy trabajador y hombre de bien.

“No se metía con nadie, era muy buen hijo, mi único soltero, que puedo decir de él siempre andaba con sus primos”, afirmó el afligido padre.

Los familiares de los occisos afirmaron que ellos no creen que sus hijos hubieran provocado el percance donde finalmente murieron, asimismo señalaron que iban por gasolina.

“Como siempre andaban juntos, fueron a cargar gasolina, ya habían terminado sus actividades, se estaban divirtiendo sanamente, no se metían con nadie”, señaló Eduardo Pérez, Papá de Héctor.

Por su parte Cruz Pérez, abuelo de Eulalio escuchaba con calma todo lo que sus familiares relataban sobre sus hijos, pero al momento de él hablar todos callaron, ya que su historia es diferente a las demás.

“Aunque somos familia, yo lo crié, su papá se fue muy joven, lo crié y lo extraño, a él y a los otros quienes siempre estaban jugando en la casa”, señaló.

Fue el sábado a las 19:30 que todos salieron de sus casas y subieron el carro Spirit, según iban por gasolina, ya habían terminado sus labores, las cuales como sus padres realizaban sin queja, ya que “así les tocó”.

“Hubiéramos querido que fueran más, pero nomás con una telesecundaria, no se puede hacer mucho, pero así como nosotros labramos nuestras tierras porque son nuestras”, señalaron Eduardo y Genaro.

Alrededor de las 22:00 horas un vecino llegó al pequeño rancho y avisó a todos que habían tenido un accidente, que se encontraban mal, que se necesitaban una ambulancia.

Según comentaron los padres, llegaron rápido, pero nada pudieron hacer para que la historia fuera distinta, fue alrededor de la media noche que el Ministerio Publico arribó al lugar y ordenó el traslado de los cuerpos al Semefo.

“Venimos en fila y nos vamos en fila, somos familia y como familia nos iremos, lo único que queremos es que todo termine para poder llevar a nuestros muchachos a enterrar”, finalizó Genaro Vázquez antes de que los tramites funerarios los absorbieran nuevamente.