Crónica del ataque a instalaciones de la
Policía Municipal de Ahome
Luis Fernando Nájera
La noche del domingo 4 de marzo
la sede de la Policía Municipal de Ahome, en Los Mochis, sufrió el ataque a
balazos y granadazos más prolongado en su historia, pero el menos sangriento,
puesto que no hubo víctimas mortales.
Hasta ahora el ataque ha quedado impune, pues no hay un solo detenido por
este. Peor aún, las investigaciones enderezadas no han arrojado luz sobre la
autoría tanto material como intelectual del atentado.
Sin embargo, una
fuente interna de la Procuraduría General de Justicia del Estado que pidió
anonimato reveló que el origen del ataque sorpresivo pudo ser el desmembramiento
del Comando Bravo que operaba en el ejido Chihuahuita y que patrullaba la
carretera Internacional y las sindicaturas de El Carrizo, San Miguel, Higuera de
Zaragoza, Ahome y Los Mochis, para la célula de Los Mazatlecos, brazo armado y
de distribución de drogas para la alianza de los cárteles Beltrán
Leyva-Carrillo-Zetas, bajo la orden de Juan Pablo Osuna Sánchez, el 100, o por
las constantes detenciones de “puchadores” en Los Mochis y sus alrededores y por
los cuales se ha afectado el negocio de Jesús Miguel Pacheco Samaniego, el
Pecas.
En la captura del Comando Bravo, la Policía Municipal no tuvo
acción porque esta se produjo por la intervención directa del Grupo de Reacción
Inmediata de la Policía Federal Preventiva, asignado en el Operativo
Sinaloa-Sonora para retomar el control de la carretera México 15 en el tramo Los
Mochis-Navojoa.
Otra causa probable del ataque, que tuvo una duración de
entre cinco a 15 minutos, incluyendo el arribo y escape del grupo que utilizó
hasta tres camionetas acorazadas, tipo “monstruo”, y cuya primera réplica fue
incautada en un predio cercano a Batamote, Guasave, en ocasión de la masacre de
siete policías estatales, el 15 de julio del 2011, es la implicación en
narcomantas del director interino de la Policía Municipal, Jesús Carrasco Ruiz,
con células de la Gente Nueva, brazo armado al servicio del cártel de Sinaloa,
señala la fuente.
La sorpresa. Entre las 22:40 horas y las 22:50 horas
del domingo de marzo, el ataque fue producto de muchos movimientos coordinados,
que ninguna corporación detectó, pese a que al menos dos grupos élites de la
Policía Ministerial del Estado y una unidad de las Bases de Operaciones Mixtas
Urbanas (BOMU) patrullaban el perímetro.
Nadie observó las camionetas
oscuras que se colocaron sobre el bulevar Macario Gaxiola, observando desde la
calle Monterrey hasta el bulevar Centenario, ni tampoco las motocicletas que
constantemente transitaron por callejuelas de las colonias Anáhuac y Raúl
Romanillo, ni mucho menos a los autos blancos, tipo Altima, que se apostaron
cerca de las unidades habitacionales ocupadas por marinos y por
soldados.
Controlada la situación, las tres camionetas acorazadas tipo
“monstruo”, equipadas con mirillas laterales especiales y base para Barret
empotrada comenzaron a vomitar fuego, desde el cruce de Centenario y Macario
Gaxiola hasta 2 de Abril y Gaxiola. A la par de disparar con rifles AK-47 y
AR-15, además del Barret, los agresores lanzaron tres granadas, explotando una y
cebándose dos.
Los agresores ingresaron hasta la zona de estacionamiento
público, reversearon y se alejaron sin que nadie, absolutamente nadie los
persiguiera.
Mientras el comando huía, los policías se dispersaron y
buscaron ponerse a salvo, agrediendo a cuanto civil se cruzaba sobre sus
pasos.
Los mismos policías, condenaron a su suerte al grueso, Mauricio
Ruiz, quien con un balazo en la espalda gritaba por ayuda, mientras estaba
tirado debajo de su vehículo.
Y había una causa para ese miedo atroz: una
de las granadas sin estallar estaba a unos cuatro metros de él. No obstante,
tres agentes de Tránsito rescataron al grueso baleado, lo abordaron en una
patrulla y lo llevaron a un hospital.
Pasado el tiroteo, peritos de la
PGJE recogieron 739 cascajos para AK-47 (cuerno de chivo), 254 para AR-15, uno
para G-3 y uno para el Barret, además de tres ojivas, dos espoletas y dos
granadas sin estallar.
Fortifican instalaciones
Tras recibir casi mil balazos y un granadazo que dejaron los
muros de la sede de la Policía y Tránsito Municipal más cacarizos que de
costumbre, el Municipio reforzó las instalaciones defensivas.
Y es que en
la retaguardia del edificio se cavaron trincheras de más de un metro de
profundidad y de ancho por casi 150 metros de longitud; en la parte frontal se
levantaron dos torres de sacos de arena; uno en la entrada de las oficinas
principales y otro en el acceso al Tribunal de Barandilla, mientras que sobre el
bulevar Macario Gaxiola, barricadas metálicas fueron colocadas, lo mismo que
conos reflejantes.
En Tránsito ninguna obra defensiva fue construida y
los cacarizos de los balazos aún se observan en la fachada principal. Por lo
visto, para el alcalde Zenén Aarón Xóchihua Enciso, como para el director de la
corporación, Jesús Carrasco Ruiz, son más importantes los policías que los
tránsitos.
El domicilio del director interino de la Policía Municipal
también fue fortificado con la colocación de dos torres de hormigón, generando
críticas, molestias en los vecinos que reclaman la reubicación de tan polémico
personaje que se caracteriza por imponer criterios arbitrarios.
Carrasco
Ruiz no ha sido recibido bien en ningún sitio que habita. En el fraccionamiento
el Pueblito, área que durante seis años ocupó el exsecretario de SP, Ramón
Raymundo Fierro Ruiz, sin tener la más leve queja en contra o por excomandantes
de la Policía Judicial Federal, que tampoco tuvieron juicio de reproche vecinal,
fue reprobado por las constantes borracheras y por las visitas subrepticias que
mujeres públicas realizaban y que ahora son hostigadas por quien gozó de sus
favores.
Falla la prevención
Catedráticos
decanos del sistema de justicia estatal afirmaron que las políticas públicas
anticrimen ya fracasaron porque la visión institucional es errada al pretender
penalizar a la sociedad y convertirla en rehén de los operativos
armados.
La prevención armada, utilizada como única táctica callejera, es
persecución, es generadora de mayor violencia y por tal ya tronó, igual como ha
ocurrido con otras tantas estrategias de enfrentar a los grupos delictivos,
porque estos dan una respuesta de mayor fuerza, afirmaron.
Y en esa lucha
unilateral, la sociedad ha quedado en medio y expuesta, y además victimizada
porque el Gobierno la responsabiliza de ser cuna de delincuentes.
Joel
Quiñones Reyna, presidente del Instituto de Criminología y Ciencias Penales del
Noroeste y miembro ciudadano del Consejo Estatal de Seguridad Pública, afirmó
que el origen de los delincuentes no solo está en la sociedad, sino que,
mayormente, está en las estructuras propias de las instituciones oficiales; es
decir, explicó: “La génesis del delito está en el Gobierno, en el Estado como
entidad jurídica, porque las causas son inherentes a las políticas públicas
federales, estatales y municipales que son en donde se cobijan y enquistan
aquellos funcionarios que finalmente trasgreden la función pública para
convertirla en una oportunidad que las leyes la tipifican como
delito”.
Perito veterano de criminalidad, el médico afirmó que las causas
por las que los delitos han crecido se encuentran en las instituciones de
seguridad pública pero ningún funcionario las observa, sino que en contrapuesta
y para librarse de culpa aseguran que las mismas causales están en la familia,
en las escuelas y en nuestros espacios públicos. “Vamos a demostrarles que no
estamos enfermos, que no estamos en el estado patológico que ellos pregonan, y
que hay una enorme diferencia entre la concepción de los ciudadanos con la
percepción de las autoridades”.
El Estado cada vez más le invierte a la
prevención armada, a sus policías, cuando los tiempos han demostrado que esto
solo incrementa la respuesta de los grupos delictivos contra las instituciones y
la sociedad.
Por ello, propuso, habilitar y privilegiar la prevención
comunitaria como alternativa para reducir la confrontación, persecución y el
castigo de las conductas delictivas mediante la propuesta, operación y
vigilancia de organismos ciudadanos sobre las políticas públicas y planes de
desarrollo de los gobiernos.
“Si se niegan a meterle recursos a la
prevención comunitaria, auditarlos y exigirles cuentas claras; un ciudadano con
recursos da mejores resultados que un funcionario porque aquel defiende el
entorno y este solo protege su trabajo”.
Miguel Ocaña Montaño,
excatedrático fundador de la Escuela Libre de Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad Autónoma de Sinaloa y presidente de la Academia de Jurisprudencia de
Los Mochis, afirmó que en Sinaloa es la impunidad el origen del desorden, es el
resorte, es el impulso que llevan los delincuentes a continuar porque saben que
al final de cuentas no les pasa nada.
Jesús López Leyva, fundador
presidente del Instituto de Criminalistas del Noroeste y decano de la abogacía
local, aseguró que la cadena de seguridad pública, desde la creación de la norma
jurídica, es endeble, porque se concretiza en un universo de leyes que en su
mayoría no tienen aplicación práctica, que están obsoletas porque fueron hechas
por legisladores sin preparación.
Jesús Manuel Marañón Portillo,
presidente de Movimiento por la Participación de Sinaloa, A.C., afirmó que las
políticas en seguridad y justicia hasta ahora desarrolladas en el Gobierno, no
han sido las mas adecuadas y exitosas por lo que la violencia, impunidad y
corrupción, día a día se enseñorean y pervierten la convivencia entre los
ciudadanos y las autoridades, generando una situación de malestar, irritación e
impotencia en la sociedad que se encuentran en el umbral del hartazgo.
Y
se sumó al llamado de movilización: “Cuando fracasan las instituciones del
Estado, la última frontera contra la barbarie y el caos social la constituimos
los ciudadanos. Y llegó el momento”.
Voces de
susto
“No vayas, no vayas, aún están duros los chingazos. ¿Qué
no los oyes? No vayas, no vayas”.
—Juan, desde la ventana de su casa
gritándole a su vecino.
“Quítate vieja de la ventana, no sea que una bala
perdida te pegue un chingazo”.
—Profesor, a la esposa que observaba hacia la
calle.
Bua, buaaaa, buaaaaa. “Tío, tío, ¿en dónde estás? No vengas porque
hay balacera”.
—Jesús, niño de ocho años, llorando en el baño de su
casa.
“Dios, Padre, cuídanos de los hombres malos y de sus balas. Protege
a los inocentes y haz que todo se calme”.
—Pablo y María, hermanos
cristianos, orando en sus recámaras.
“Mmmmm, mjuu, muuj, mmmmm, ahggggg,
mmmm, aaaaaghhhhh, qué cabrón”.
—Profe, apretando los esfínteres en el
asiento de su carro.
“Ea, ea, ea, arriba, duro cabrones, que chingadazos,
upa, uta madre”.
—Ebrios, en expendio observando los rafagazos.
“Amá,
una patrulla se esconde entre los ladrillos”.
—Estudiante, observando hacia
el bulevar Centenario, en pleno tiroteo.
|
martes, 13 de marzo de 2012
NOCHE DE PERROS EN AHOME, EN LOS MOCHIS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario