La pregunta que muchos se
hacen, incluidos colaboradores de Andrés Manuel López Obrador, es si convertir
en aeropuerto civil la Base Militar de Santa Lucía es una alternativa real. Fue
un error cancelar Texcoco, dijo uno de los principales defensores públicos de
López Obrador, pero ahora Javier Jiménez Espriú, tendrá que demostrar que lo
que dijo al presidente electo es verdad. Jiménez Espriú, el próximo secretario
de Comunicaciones, fue el principal vocero en la defensa de Santa Lucía y la
muerte de Texcoco. La viabilidad técnica y financiera se verá con los estudios,
pero desde el punto de vista de desarrollo económico, Santa Lucía parece una
opción destinada a morir.
En el texto anterior se
planteó como hipótesis de trabajo lo que tendría que invertir un japonés para
viajar de Tokio a Silao, donde se encuentra el aeropuerto de El Bajío, donde
hay mucha inversión japonesa, de operar simultáneamente Santa Lucía y el
Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México. Serían 19
horas de viaje, tres horas más de las que tienen que invertir actualmente. Si
ese fuera el caso, ¿valdría la pena que un japonés volara a la Ciudad de
México? Hoy en día hay vuelos de Narita a esta ciudad con escala. En todas las
opciones, el viaje dura 16 horas y media, que si se añadiera el vuelo a Silao,
sería menor el tiempo invertido porque no tendrían que cambiar de aeropuertos
para llegar a su destino final. Conexiones cambiando aeropuertos desincentivan
el pasaje, que a su vez reduce el número de vuelos y desacelera la expansión
aérea.
Santa Lucía y el aeropuerto
“Benito Juárez” parecen ser la peor combinación para la industria aérea en la
Ciudad de México. Lo que es para un viajero asiático en términos de dificultad
para la conectividad en la capital federal, es lo mismo para un viajero europeo
o uno norteamericano, si se acota el perfil de viajero, para efectos de
argumentación, a un empresario o un inversionista con intereses en México.
Conectar en la Ciudad de México a cualquier destino nacional, apunta a ser una
pesadilla, lo que favorece a otros aeropuertos que podrían resultar como los
beneficiarios colaterales por la decisión de cancelar la obra en Texcoco.
Si se piensa en El Bajío,
donde se encuentra la región de mayor crecimiento y expansión económica en los
cinco últimos años, con inversiones programadas para los próximos años, Silao
es un destino con gran potencial. Los gobernadores de la región están diseñando
un plan de desarrollo regional, del cual podrían beneficiarse con una
ampliación del actual aeropuerto, que tiene 700 hectáreas adicionales donde
pueden construir pistas y terminales. ¿Es muy difícil imaginarse que Aeroméxico
y ANA, que tienen vuelos directos entre Japón y México, cambiaran su ruta
Tokio-“Benito Juárez” a Narita-Silao ante los problemas de conectividad? Desde
que abordan en Narita hasta que aterrizaran salieran de la terminal en Silao
sería poco más de 13 horas, cinco menos que con las conexiones en Santa Lucía.
El aeropuerto de El Bajío
ocupa el noveno lugar en el país en total de pasajeros por año, pero ha crecido
de manera asombrosa a un ritmo actual de 37%. En 2016 tuvo 614 mil 218, y este
año ya van 740 mil 853. Otro aeropuerto que podría salir beneficiado es el de
Cancún, el segundo en el país, que crece a un ritmo de 19%, al subir de ocho
millones 147 mil 455 pasajeros el año pasado, a ocho millones 687 mil 946 en lo
que va de este año. Cancún tiene cuatro terminales y dos pistas que, como
ningún otro aeropuerto en el país, operan simultáneamente, lo que significa que
podría ampliar fácilmente su nivel de operación sin gasto adicional. Aunque
entre las 63 aerolíneas que ofrecen 106 destinos hay un alto número de charters
europeos y norteamericanos, tiene vuelos de conexión a 23 ciudades en México
operados por 11 aerolíneas. Un empresario o inversionista europeo también
tendría un ahorro importante de horas si decidiera usar a Cancún como su punto
de entrada a México, y de ahí conectar a cualquier parte del país. Hace pocos
años estuvo a punto de concretar ese objetivo con Air France, pero por razones
de conectividad optaron por mantener su base en la Ciudad de México.
Para pasajeros europeos o
norteamericanos, otra alternativa de aeropuerto de conexión podrían ser
Houston, Dallas o Atlanta, que sólo necesitarían negociar más rutas aéreas a
destinos mexicanos para volar a ellos sin llegar a la Ciudad de México, lo que
pre configura el escenario de pesadilla en caso de que Santa Lucía se
convirtiera en el aeropuerto dual del “Benito Juárez”.
Estos escenarios de
conectividad a México tienen consecuencias lógicas. La inviabilidad de esos dos
aeropuertos para ese propósito abre varias externalidades negativas. La primera
sería una reducción en el número de vuelos internacionales a Santa Lucía o el
“Benito Juárez, con lo cual, eventualmente, llevaría a que las aerolíneas
mexicanas cancelaran rutas poco productivas, con lo cual varios destinos
turísticos fuera de Cancún, Los Cabos o Puerto Vallarta, o algunas capitales
incluso, podrían quedarse sin servicio aéreo. El impacto de perder vuelos en la
Ciudad de México traería costos de operación para las aerolíneas, donde lo
primero que harían es recortar personal y, en el largo plazo, incluso cerrar
sus operaciones. Santa Lucía distorsionaría todo el mercado y la industria. La
mejor opción es que acompañe a Texcoco al olvido y matarla para que no mate a
la industria en la Ciudad de México.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/RAYMUNDO RIVA
PALACIO/8 DE NOVIEMBRE DE 2018)
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