Los dados están cargados para
decidir que será Santa Lucía, no Texcoco, donde se edificará el nuevo
aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Nadie lo dice de esta manera,
pero el folleto de 13 páginas para informar a la sociedad sobre las ventajas y
desventajas de las alternativas, no deja lugar a dudas. El texto es sesgado,
tramposo, sin balance y tendencioso. “La consulta es un ejercicio democrático
para que la gente opine sobre lo que le conviene”, indica en su introducción.
En efecto, eso se espera de la consulta. Pero la explicación a la sociedad no
sólo es antidemocrática por la forma como induce al voto a través de la
parcialidad en la presentación de las opciones, sino también es ideológica y
recrea la polarización que ha caracterizado la carrera política del presidente
electo Andrés Manuel López Obrador.
El folleto establece en su
primera parte la necesidad indiscutible de que la capital federal tenga otro
aeropuerto que satisfaga las necesidades de pasaje y carga que hoy en día están
saturadas. No menciona en ninguna parte que la Terminal 2 del Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México fue terminada en 2007 como una solución
temporal, en espera de la construcción de un nuevo aeropuerto porque el
planteado por el presidente Vicente Fox, se frustró por la oposición de los
pueblos nucleados por San Salvador Atenco, que tuvieron el apoyo de la
izquierda social que encabezaba López Obrador.
Las comunidades que encabezan
los activistas de Atenco habían estado en silencio desde que empezó la
construcción del aeropuerto en Texcoco, pero resurgieron animados por el
discurso de López Obrador contra la obra, e incentivados por la oposición de su
futuro gabinete. El folleto es claro. Al hablar de posturas en contra de
Texcoco, sólo menciona a los pueblos de Atenco y el Frente de Pueblos de
Defensa de la Tierra, mientras que a favor únicamente señala al Consejo
Coordinador Empresarial, en un ejercicio de maniqueísmo ideológico.
En apoyo a Texcoco, sin
embargo, están las cámaras del sector de la industria aérea, las asociaciones
de pilotos, los controladores aéreos, los colegios de ingenieros, los
organismos internacionales de aviación civil y, también, todas las
organizaciones empresariales, que ignora el folleto. No existe la misma categoría
sobre Santa Lucía, aunque incluye a manera de apoyo el informe de la
Organización de Aviación Civil Internacional de 2013, que en realidad respaldó
a Texcoco como la alternativa viable, y que en septiembre pasado, a petición
del equipo de López Obrador, señaló que Santa Lucía requería de estudios
técnicos que aún no se contratan.
La información del folleto
tampoco menciona que carecen de estudios sobre viabilidad y factibilidad
financiera de Santa Lucía, y que las estimaciones presentadas en el folleto
fueron proporcionadas por personas sin información ni soporte técnico a José
María Riobóo, que participó sin éxito en la licitación de las pistas del nuevo
aeropuerto en Texcoco, tras lo cual se convirtió en su principal detractor.
Riobóo es asesor de López Obrador y se ha convertido en el cerebro de la
oposición a Texcoco, subordinando a Javier Jiménez Espriú, el próximo
secretario de Comunicaciones y Transportes.
Otra de las grandes omisiones
es sobre qué tipo de aeropuerto se pretende. La alternativa de Texcoco es un
hub, un centro de conexión internacional –que está mencionado en el folleto-,
con una capacidad final de 135 millones de pasajeros, mientras que Santa Lucía,
alterno del AICM, no sería un hub, y el máximo de pasajeros que absorbería es de
60 millones. Sería una solución tan temporal como la Terminal 2, con capacidad
máxima al 50% de Texcoco, pero con un costo que probablemente, de acuerdo con
los expertos, terminaría presupuestalmente más alto que terminar la obra en
Texcoco.
Esto tiene que ver con una
serie de factores financieros que no están contenidos en el folleto y que
tendrían que haber sido incorporados. La diferencia de escala entre los dos
proyectos es enorme en términos financieros a valor presente. Los ingresos
aeroportuarios por pasajero son muchos más altos en un hub, por el impuesto al
uso de aeropuerto, la TUA, y por los ingresos no aeroportuarios, que no
aparecen en ninguna parte del folleto. Estos ingresos no están bursatilizados
como es el TUA –que ya se invirtió en la obra y que no podrían trasladarse a
Santa Lucía-, la Fibra E –cuya inversión se perdería-, o los recursos
inyectados por las Afores.
Los ingresos no
aeroportuarios son los que se cobran a las aerolíneas para oficinas, los
estacionamientos, las tiendas, restaurantes o establecimientos como las
arrendadoras de automóviles. Tampoco considera la fuente de ingresos de lo que
llaman “la ciudad aeropuerto”, una superficie de 400 hectáreas dentro del
aeropuerto de Texcoco, que incluiría hoteles, bodegas de paquetería y oficinas,
además del aprovechamiento del bien raíz del actual aeropuerto. Todos estos
ingresos no existirían en Santa Lucía.
Esta opción tendría un costo
adicional en multas por la cancelación de Texcoco, que no podría ser
compensado, porque no sería hub y su volumen lo haría insuficiente en menos de
20 años, lo que disminuye significativamente sus ingresos. El folleto sólo
menciona que habría “posibles pérdidas económicas por cancelación en Texcoco”.
Es más grave, y según los expertos, la repercusión en los mercados será mayor.
“Sería visto como una opción de radicalismo que los asustará”, dijo uno de los
expertos. “Verían que López Obrador no es Felipe González, sino Bolivia”. Esto
es lo que menos, piensa uno, desearía el presidente electo antes de iniciar su
gobierno, aunque por la inducción por Santa Lucía, no parece ser que le quite
el sueño.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa
(VANGUARDIA/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ MARTES, OCTUBRE 16, 2018 - 22:36)
No hay comentarios:
Publicar un comentario