sábado, 12 de mayo de 2018

UNA BODA REAL SIN TABLOIDES



El príncipe Enrique y Meghan Markle contraerán nupcias el 19 de mayo. Credit Andrew Milligan/Agence France-Presse — Getty Images

LONDRES — Arthur Edwards, fotógrafo del medio The Sun, ha pasado cuatro décadas tras los pasos de distintos miembros de la familia real británica. Cuando conversa al respecto, incluye anécdotas sobre la atención que ha recibido de esos miembros a lo largo de los años: el príncipe Carlos le envió un telegrama gracioso en 1981 y la princesa Eugenia tuvo el detalle de llamar por teléfono a su nieta en 2013, por ejemplo.

Sin embargo, cuando el tema de conversación cambia al príncipe Enrique, cuya boda con la actriz estadounidense Meghan Markle el 19 de mayo será el acontecimiento del año para la mayoría de los medios británicos, la expresión del rostro de Edwards adquiere un tono sombrío.

Y es que el palacio de Kensington anunció que los medios prácticamente no tendrán acceso. Solo se permitirá a un periodista que entre en la capilla de San Jorge durante la boda, según informó un vocero del palacio, que justificó esa decisión con el argumento de que el espacio es muy reducido y no se trata de una ceremonia de Estado. Se asignarán cuatro codiciadas posiciones a los fotógrafos afuera de la capilla. Muchos más se ubicarán a lo largo de la ruta que seguirá el carruaje y en los jardines del castillo.

Edwards, de 77 años, quien ha asistido a siete bodas reales, dijo que suponía que la decisión era de Enrique. “El mensaje es claro, desde luego”.

Markle, una actriz estadounidense de televisión y quien estuvo casada, no es en absoluto lo que se consideraría una esposa tradicional según los estándares reales. Los tabloides británicos no la han tratado con ninguna consideración; publicaron una serie de entrevistas nada halagadoras con parientes que la actriz ni siquiera invitó a la boda y titulares despectivos con presuntos detalles sobre por qué terminó su primer matrimonio.

Sin embargo, la relación entre la familia real y los tabloides, dos pilares de la Inglaterra conservadora, ya era muy tensa mucho tiempo antes de que Markle se sumara a esta ecuación.

Ambos bandos están conscientes de su dependencia mutua, pues los periódicos necesitan el acceso y a la familia real le sirve la publicidad. Stig Abell, exdirector de la Comisión de Quejas de la Prensa, un organismo regulador británico, describió la relación como “un abrazo que siempre corre el riesgo de convertirse en una embestida”.



Los paparazis y el príncipe Enrique tienen una relación poco amistosa, en parte por el papel de los primeros en desencadenar la muerte de la princesa Diana. Credit Foto de pool por James Glossop

El príncipe Enrique y su hermano, Guillermo, son particularmente recelosos ante el interés de los medios. Tenían 12 y 15 años respectivamente cuando su madre, la princesa Diana, murió en un accidente automovilístico debido a que su chofer aceleró en un túnel de París para eludir a algunos paparazis que los seguían en motocicletas. Enrique, en particular, no ha ocultado su desprecio hacia esos fotógrafos. El año pasado dijo en una entrevista que estos, “en vez de ayudar, siguieron tomando fotografías mientras ella moría en el asiento trasero”.

El intento de entrevistar a editores y veteranos de palacio para averiguar más acerca de la batalla que se libra por tener acceso a la realeza de inmediato hace patentes las tensiones. Para empezar, prácticamente nadie quiere hacer declaraciones no anónimas.

“En realidad detestan a la prensa británica. En pocas palabras, es así”, comentó un periodista de larga trayectoria acerca de los príncipes. Según este periodista, la cobertura negativa no se debe a que haya menos acceso, aunque sí reconoció que “hay una falta de deferencia a la que quizá no estén acostumbrados; se ofenden con mucha mayor facilidad que otros miembros de la familia real”.


Pese a la expectativa por la boda real, solo se le permitirá el acceso a un reportero de entre todos los tabloides a la capilla de San Jorge, dentro del castillo de Windsor. Credit Tolga Akmen/Agence France-Presse — Getty Images

Después del anuncio del compromiso, tabloides como el Daily Mail no esperaron antes de lanzar críticas punzantes contra Markle. Este tipo de trato no es novedad. Por ejemplo, cuando la duquesa Catalina era novia de Guillermo, los tabloides citaron algunos comentarios burlones de varios aristócratas no identificados por nombre acerca de Carole Middleton, la madre de Kate.

Enrique tomó una medida inusual a finales de 2016. Rompió con la tradición de palacio y divulgó una carta en la que expresó su indignación y denunció “una ola de abusos y acoso” por parte de algunos miembros de la prensa, así como el “trasfondo racial de algunos artículos” y el “franco sexismo y racismo de los troles de las redes sociales y algunos comentarios en artículos de la web”.

Abell, el exdirector de la Comisión de Quejas de la Prensa y quien alguna vez fue director editorial de The Sun, señaló que el palacio había identificado, con gran atino, que la influencia de la prensa escrita comenzaba a debilitarse. “Ahora los miembros de la familia real tienen todo el poder, como sucede con muchas celebridades”, aseveró Abell. No obstante, añadió, la conexión con los lectores de los tabloides también es valiosa para la familia real.

“No hay nada más tradicional que los tabloides británicos de talla mediana”, dijo Abell. “Poco a poco, las comunicaciones digitales van desplazándolos. En cierto modo, es una metáfora para algunas percepciones que hay acerca de la realeza: si le quitas la tradición a la familia real, no queda nada”.
(THE NEW YORK TIME/ ELLEN BARRY/ 7 DE MAYO DE 2018)

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