El príncipe Enrique y Meghan Markle
contraerán nupcias el 19 de mayo. Credit Andrew Milligan/Agence France-Presse —
Getty Images
LONDRES — Arthur Edwards,
fotógrafo del medio The Sun, ha pasado cuatro décadas tras los pasos de
distintos miembros de la familia real británica. Cuando conversa al respecto,
incluye anécdotas sobre la atención que ha recibido de esos miembros a lo largo
de los años: el príncipe Carlos le envió un telegrama gracioso en 1981 y la
princesa Eugenia tuvo el detalle de llamar por teléfono a su nieta en 2013, por
ejemplo.
Sin embargo, cuando el tema
de conversación cambia al príncipe Enrique, cuya boda con la actriz
estadounidense Meghan Markle el 19 de mayo será el acontecimiento del año para
la mayoría de los medios británicos, la expresión del rostro de Edwards
adquiere un tono sombrío.
Y es que el palacio de
Kensington anunció que los medios prácticamente no tendrán acceso. Solo se
permitirá a un periodista que entre en la capilla de San Jorge durante la boda,
según informó un vocero del palacio, que justificó esa decisión con el
argumento de que el espacio es muy reducido y no se trata de una ceremonia de
Estado. Se asignarán cuatro codiciadas posiciones a los fotógrafos afuera de la
capilla. Muchos más se ubicarán a lo largo de la ruta que seguirá el carruaje y
en los jardines del castillo.
Edwards, de 77 años, quien ha
asistido a siete bodas reales, dijo que suponía que la decisión era de Enrique.
“El mensaje es claro, desde luego”.
Markle, una actriz
estadounidense de televisión y quien estuvo casada, no es en absoluto lo que se
consideraría una esposa tradicional según los estándares reales. Los tabloides
británicos no la han tratado con ninguna consideración; publicaron una serie de
entrevistas nada halagadoras con parientes que la actriz ni siquiera invitó a la
boda y titulares despectivos con presuntos detalles sobre por qué terminó su
primer matrimonio.
Sin embargo, la relación
entre la familia real y los tabloides, dos pilares de la Inglaterra
conservadora, ya era muy tensa mucho tiempo antes de que Markle se sumara a
esta ecuación.
Ambos bandos están
conscientes de su dependencia mutua, pues los periódicos necesitan el acceso y
a la familia real le sirve la publicidad. Stig Abell, exdirector de la Comisión
de Quejas de la Prensa, un organismo regulador británico, describió la relación
como “un abrazo que siempre corre el riesgo de convertirse en una embestida”.
Los paparazis y el príncipe Enrique
tienen una relación poco amistosa, en parte por el papel de los primeros en
desencadenar la muerte de la princesa Diana. Credit Foto de pool por James
Glossop
El príncipe Enrique y su
hermano, Guillermo, son particularmente recelosos ante el interés de los
medios. Tenían 12 y 15 años respectivamente cuando su madre, la princesa Diana,
murió en un accidente automovilístico debido a que su chofer aceleró en un
túnel de París para eludir a algunos paparazis que los seguían en motocicletas.
Enrique, en particular, no ha ocultado su desprecio hacia esos fotógrafos. El
año pasado dijo en una entrevista que estos, “en vez de ayudar, siguieron
tomando fotografías mientras ella moría en el asiento trasero”.
El intento de entrevistar a
editores y veteranos de palacio para averiguar más acerca de la batalla que se
libra por tener acceso a la realeza de inmediato hace patentes las tensiones.
Para empezar, prácticamente nadie quiere hacer declaraciones no anónimas.
“En realidad detestan a la
prensa británica. En pocas palabras, es así”, comentó un periodista de larga
trayectoria acerca de los príncipes. Según este periodista, la cobertura
negativa no se debe a que haya menos acceso, aunque sí reconoció que “hay una
falta de deferencia a la que quizá no estén acostumbrados; se ofenden con mucha
mayor facilidad que otros miembros de la familia real”.
Pese a la expectativa por la boda real,
solo se le permitirá el acceso a un reportero de entre todos los tabloides a la
capilla de San Jorge, dentro del castillo de Windsor. Credit Tolga Akmen/Agence
France-Presse — Getty Images
Después del anuncio del
compromiso, tabloides como el Daily Mail no esperaron antes de lanzar críticas
punzantes contra Markle. Este tipo de trato no es novedad. Por ejemplo, cuando
la duquesa Catalina era novia de Guillermo, los tabloides citaron algunos
comentarios burlones de varios aristócratas no identificados por nombre acerca
de Carole Middleton, la madre de Kate.
Enrique tomó una medida
inusual a finales de 2016. Rompió con la tradición de palacio y divulgó una
carta en la que expresó su indignación y denunció “una ola de abusos y acoso”
por parte de algunos miembros de la prensa, así como el “trasfondo racial de
algunos artículos” y el “franco sexismo y racismo de los troles de las redes
sociales y algunos comentarios en artículos de la web”.
Abell, el exdirector de la
Comisión de Quejas de la Prensa y quien alguna vez fue director editorial de
The Sun, señaló que el palacio había identificado, con gran atino, que la
influencia de la prensa escrita comenzaba a debilitarse. “Ahora los miembros de
la familia real tienen todo el poder, como sucede con muchas celebridades”,
aseveró Abell. No obstante, añadió, la conexión con los lectores de los
tabloides también es valiosa para la familia real.
“No hay nada más tradicional
que los tabloides británicos de talla mediana”, dijo Abell. “Poco a poco, las
comunicaciones digitales van desplazándolos. En cierto modo, es una metáfora
para algunas percepciones que hay acerca de la realeza: si le quitas la
tradición a la familia real, no queda nada”.
(THE NEW YORK TIME/ ELLEN BARRY/ 7 DE MAYO DE 2018)
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