Es 2015 y el PRD no tiene un Jefe de Gobierno, como solía
tenerlo desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas llegó al poder en la capital.
Miguel Ángel Mancera Espinosa ganó en 2012 con una cómoda mayoría absoluta y
arropado por una coalición de partidos de izquierda. Pero el abogado y ex
Procurador capitalino no era militante del Sol Azteca. Y no lo es hoy y, por
consecuencia, esta la primera vez en la historia reciente que el partido se
queda sin capitán en la Ciudad de México, con minoría en las delegaciones y con
minoría en la Asamblea de Representantes. El colapso.
Pero, ¿cómo pasó? Esta es la historia…
Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo).– Ningún Jefe de
Gobierno del Distrito Federal debió llevar un gobierno con una oposición
doméstica tan encendida como lo deberá hacer Miguel Ángel Mancera, a la vez el
único mandatario de la capital sin credencial del Partido de la Revolución
Democrática.
El PRD no sólo ha perdido una importante porción de
gobernanza territorial, sino también cedió la cómoda mayoría en la Asamblea
Legislativa con que Miguel Ángel Mancera ha gobernado la primera mitad de su
gobierno.
La cómoda mayoría absoluta que Marcelo Ebrard Casaubón heredó
a su sucesor y ahora enemigo, Miguel Ángel Mancera, no existe más.
El partido gobernante en el Distrito Federal reducirá su
bancada de 34 legisladores con que cuenta ahora a 21 –y podrían ser menos– en
la siguiente legislatura.
El órgano legislativo de la capital se integra con 66
asambleístas. En la elección anterior, en 2012, cuando el PRD que postuló a
Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República y a Mancera a la
Jefatura de Gobierno, el Sol Azteca superó el 42 por ciento de la votación
depositada, con lo que reclamó una cláusula de gobernabilidad prevista en la
ley y se hizo de la mayoría absoluta: el mandatario capitalino es uno que, por
ahora pero no por mucho más tiempo, puede sacar lo que sea sin necesidad de
negociar con la oposición.
Los datos actuales presumen que Morena será la primera
minoría en la Asamblea. Ha obtenido 16 espacios de mayoría y pretende ensanchar
su presencia en la Asamblea Legislativa ganando en tribunales los distritos I,
XXI, XXIV y XXVIII cuyos resultados preliminares dan ventaja al PRD.
En el supuesto de que todo quede como hasta el Programa de
Resultados Preliminares prevé, el partido de López Obrador tendrá 21 curules en
Donceles considerando las reglas del reparto por el principio de representación
proporcional. El ex partido de López Obrador, el PRD, contabiliza 15 lugares de
mayoría y aspiraría, igualmente, a otros cinco asientos.
Acción Nacional, que ha colocado por las urnas a cinco de sus
militantes, sumará uno pues la regla prevé que cada partido que haya logrado su
registro o el refrendo del mismo, es decir, que haya obtenido tres por ciento o
más de la elección gozará, en automático, de un asambleísta de lista.
El PRI –el otro ex partido de AMLO–, con tres distritos de
mayoría hasta el momento, podría sumar uno o dos más la cuenta.
El Partido del Trabajo (PT), que jugó en alianza con el PRD y
con éxito en ocho distritos, podría tener dos o tres lugares más uno más por el
reparto antes mencionado.
El Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Movimiento
Ciudadano (MC), Nueva Alianza (Panal) y el Partido Encuentro Social (PES)
tendrán uno o dos lugares, cada uno. Hasta donde se puede prever, el Humanista
no logrará su registro en el Distrito Federal.
***
Tras los sismos de 1985 no sólo se cayeron cientos de
edificios del Distrito Federal. Ese día, el 19 de septiembre, también inició el
colapso del PRI en la capital del país ante la inoperancia del Regente de la
Capital, Jesús Aguirre, y la indiferencia del Presidente de la República,
Miguel de la Madrid.
En respuesta, grupos sociales relacionados con la disidencia
magisterial, se organizaron en demanda de vivienda y consolidaron un movimiento
que, 12 años después ganaría insospechadamente la Jefatura de Gobierno.
En 1988, la izquierda con intereses electorales no poseía un
partido político, sino diversos partidos de representación marginal que
apoyaban a Cuauhtémoc Cárdenas quien había renunciado al PRI junto a Porfirio
Muñoz Ledo luego de que se asfixiara la corriente progresista que habían
integrado al interior del partido hegemónico.
Para la elección presidencial de ese año se registró por el
Partido Auténtico de la Revolución Mexicana que después perdió su registro.
Luego se sumaron el Partido Popular Socialista, el Partido Socialista de los
Trabajadores y el Partido Mexicano Socialista, dirigido por Heberto Castillo,
último ideólogo de izquierda en la Ciudad de México.
Todos se agregaron en el Frente Democrático Nacional que tuvo
un claro motor michoacano por el origen de Cárdenas, pero que en la capital
sumó liderazgos de los movimientos sociales nacidos de los sismos del 85, de
las disidencias sindicales y del movimiento estudiantil universitario de la
época.
Carlos Salinas de Gortari fue ungido vencedor, resultado
desconocido por la izquierda, que se sometió a un debate del que nacieron las
corrieron políticos que controlarían y fracturarían al partido.
La postura moderada planteaba que si bien existía la decisión
de Estado de imponer el resultado, la mejor manera de capitalizar el apoyo
popular obtenido por Cuauhtémoc Cárdenas era abrir una mesa de negociación con
el régimen a fin de establecer una agenda de reformas.
En esa postura estaba, particularmente Porfirio Muñoz Ledo;
Graco Ramírez, hoy Gobernador de Morelos, y una parte de la corriente que hoy
lleva por nombre Nueva Izquierda. En esta ala estaban integrados, aunque con
poca visibilidad, Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete, los últimos
dirigentes del Sol Azteca. También militaban René Arce y Ruth Zavaleta, quienes
acercarían sus posturas al gobierno priista que terminaron perteneciendo a él
aunque varios años después.
La posición que optaba por desconocer los resultados, llamada
de la intransigencia democrática, tenía al frente a Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano, Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas y Rosario Robles.
Todos gobernarían la capital mexicana. Ninguno de ellos milita en el Partido de
la Revolución Democrática.
En esta misma postura estaba un joven profesor opuesto al
Sindicato nacional de Trabajadores de la Educación, Elio Bejarano, al igual que
su joven hermano, René, quien junto con
su esposa Dolores Padierna se convertirían en duros gestores de la
vivienda y participantes de las movimientos sociales que debieron soportar, en
el aún Departamento del Distrito Federal, el Regente designado por Salinas de
Gortari, Manuel Camacho Solís y su joven Secretario de Gobierno, Marcelo Ebrard
Casaubón.
Camacho moriría derrotado en su intento de reconciliar las
izquierdas. Marcelo Ebrard, el otro Jefe de Gobierno electo bajo las siglas del
PRD, también está fuera del partido.
***
El 22 de octubre de 1988, los perredistas reconocieron que su
principal debilidad fue su falta de organización para poder defender el voto
desde las casillas. En el debate, acordaron no reconocer al gobierno y
asumieron las consecuencias de existir sin prerrogativas ante la congruencia de
desconocer a la legitimidad de la autoridad
en todas sus partes.
El voto fue defendido por un vehemente universitario de
nombre Antonio Santos, quien tampoco está ya en el PRD. Trabaja para el
gobierno de Chiapas de Manuel Velasco, el Gobernador del Partido Verde.
En días pasados, La Jornada, señalada de recorrer su línea
editorial hacia el centro, otorgó un espacio en sus páginas a un artículo
firmado por Enrique Peña Nieto, el Presidente con que el PRI volvió a Los Pinos
en 2012 por encima de la resquebrajada, pero aún unida estructura del partido
fundado a fines de los ochenta.
Tras la elección de 88, la izquierda en el Distrito Federal
ve su voto pulverizado por la diversidad de partidos integrantes del Frente,
pero logra seis lugares en la Asamblea de Representantes del DF.
Uno de ellos es Pablo Gómez, único político que hasta hoy
milita en la Revolución Democrática. Todos los demás se han ido.
Los perredistas del inicio de sus tiempos se entendieron
dueños de un voto que consideraron inalienable, permanente, y acordaron
construir un partido cuya agenda fue sólidamente impulsada por el diario La
Jornada, espacio de escritores y editorialistas de izquierda.
La elección de 1991 fue una dura patada de la realidad a los
perredistas, quienes consiguieron el 11 por ciento de la elección en la Ciudad
de México, la mitad que tres años atrás. Ebrard destacó por ser un operador
electoral tan brillante que logró ganar todos los distritos de mayoría para el
PRI y, al hacerlo, él mismo quedó fuera de la Asamblea por significar su
ingreso mediante lista de plurinominales un exceso de representación.
Para el PRD, en realidad, el asunto no significó mayor caso
pues consideraban que la elección verdaderamente importante era la presidencia
de 1994, cuando Cárdenas perdió ante Ernesto Zedillo. Antes, Camacho y Ebrard
dejarían el PRI luego de que Salinas negara la candidatura al Regente, quien
fundaría, 16 años después el Partido Centro Democrático, vía de acceso de
Ebrard a la Jefatura de Gobierno en 2006 ya con membrete perredista.
***
Cárdenas, líder moral, quedó fuera. Foto: Cuartoscuro
Cárdenas, líder moral, quedó fuera. Foto: Cuartoscuro
Ante los terribles resultados obtenidos por Cárdenas, quien
desciende al tercer lugar por debajo de Zedillo y Diego Fernández de Ceballos,
los perredistas dejan el discurso de desconocer al gobierno federal, así que
acceden a recursos, y también hacen a un lado de la fantasía de que “El Ingeniero”
es dueño y para siempre de cada voto que obtenga, pero mantienen la mira en la
elección presidencial.
En 1995, logran una victoria que, sólo al paso de los años se
aquilataría. Ese año ganan al gobierno federal una reforma por la que la
organización vecinal deja de ser de jefaturas de manzanas que se transforman en
consejos de participación ciudadana sujetas a elección. L clave estriba en que
la anterior organización era paralela al PRI, que convertía cada liderazgo
vecinal en un responsable seccional del partido a quien tocaba gestionar todos
los apoyos del gobierno.
En realidad, el gobierno resolvía de manera previa qué apoyos
entregaría en cada colonia, pueblo y barrio y el líder de manzana, a la vez
miembro de la estructura de base del PRI, inducía a sus vecinos a pedirle a sus
autoridad lo que éste ya tenía resuelto darla. Era una construcción política
imbatible.
Por esos años, un joven priista que desde entonces se
presentaba como abogado, Héctor Serrano había dejado de cargarle el portafolio
a un político local de nombre Juan José Osorio Palacios e iniciaba su carrera
como oficial mayor de la Asamblea de Representantes.
La elección de 1997 fue sorpresiva para todos: el PRD ganó.
Sus militantes daban por hecho que Alfredo del Mazo González –tío de Peña
Nieto– retendría la capital para el PRI en los primeros comicios por los que
los capitalinos pudieron elegir a su autoridad central.
Entonces todos los jóvenes perredistas, los que algunos años
atrás reclamaran gratuidad en la UNAM, vivienda en los sectores populares y
democracia en los sindicatos, se convirtieron en gobierno.
Cuauhtémoc Cárdenas era Jefe de Gobierno, López Obrador líder
del partido y, en ascenso en la estructura partidaria, estaban Los Chuchos,
Jesús ortega y Jesús Zambrano.
Cárdenas estuvo más concentrado en construir su candidatura
presidencial y delegó, antes del término de su gobierno, la autoridad a Rosario
Robles, una joven maoísta de la UNAM que ahora administra los programas
sociales del gobierno priista. Tenían injerencia Carlos Ímaz, quien tampoco
milita ya en el PRD, y Marco Rascón, Súper Barrio, quien dejó las siglas
durante varios y años y recientemente se acercó de nueva cuenta.
***
En el 2000, el PRD tiene la fortuna de Acción Nacional no
postula para la Jefatura de Gobierno a Diego Fernández de Ceballos, sino a
Santiago Creel, un político de origen ciudadano, pero sin reconocimiento de la
ciudadanía.
Pero el efecto logrado por Vicente Fox lleva al PAN a ganar
cinco delegaciones que van al voto por primera vez, pero no la mayoría
absoluta, ni siquiera la primera minoría en la Asamblea Legislativa.
En los cuernos de la luna, López Obrador recupera en 2003
casi todo para el PRD en las delegaciones y concluye su gobierno gozando la
mayoría absoluta en la Asamblea.
El Partido de la Revolución Democrática se convierte así en
un partido en el gobierno sin oposición real alguna en su entorno de gobierno,
pero sí con el gobierno federal.
Algo más ocurre en la política doméstica: la vida pública del
PRD está decidida por “las tribus” o corrientes políticas. Domina la de René
Bejarano, que años atrás impulsó la candidatura de López Obrador. También
tienen juego, en posiciones tan importantes como la delegación Iztapalapa, los
de Nueva Izquierda. Y figuran los de Foro Nuevo Sol, leales a Rosario Robles y
Cuauhtémoc Cárdenas.
Las corrientes se sacuden con los “video escándalos” de 2004
y, al poco tiempo, el partido sufre la primera baja de un ex Jefe de Gobierno.
Rosario Robles se va y con ella algunos líderes fundadores del partido.
En 2006, López Obrador arrasa en la Ciudad de México y hereda
una nueva Asamblea que a todo dice que sí a Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno a
partir de 2006.
El ex priista opta por dar juego a todas las corrientes
sobrevivientes y deja para sí un pequeño grupo de cercanos que militaron en el
Partido Centro Democrático. Opera una alicaída elección en 2009, pero retiene
casi todas las delegaciones y la primera mayoría para el PRD en la Asamblea.
Esa elección y la siguiente, la de 2012, ya ocurre con todas las prácticas que
los perredistas denunciaran del PRI años atrás: compra de voto, reparto de
despensas, condicionamiento de programas sociales, intimidación de la oposición.
Ebrard había intentado construir la candidatura de su
Secretario de Finanzas, Mario Delgado, pero nada lo hace despegar. Con el
acuerdo de López Obrador y Alejandro Encinas, el PRD capitalino opta por Miguel
Ángel Mancera, un joven abogado que llega con todo listo y quien ni siquiera
debe inscribirse al partido para aparecer en la boleta. Lo de Mancera es
cuestionado: ha venido políticamente a más luego de la tragedia del News Divine
en que han muerto nueve muchachos por responsabilidad de la policía, a la que
el propio Mancera deja impune en el cargo de Procurador.
Ebrard transmite a Mancera a su Secretario de Gobierno, el ex
priista y ex panista Héctor Serrano, un operador que ha demostrada una
inusitada eficacia para operar con los vendedores ambulantes de la ciudad, un
verdadero poder económico y electoral.
Al poco tiempo, Mancera rompe con Ebrard y, en palabras de
los cercanos de éste último, Serrano “traiciona” a su ex jefe, constituye una
nueva corriente política en el PRD, Movimiento Progresista y le arranca casi
todos los liderazgos delegacionales a René Bejarano.
Es el nuevo poder.
Y es la guerra.
***
“Todos los Jefes de Gobierno se distinguieron por llevar una
relación distante o de franco conflicto con el gobierno federal. Esto significó
la tenencia de un liderazgo real de la oposición. Quien cambió esa relación y
corrió su autoridad hasta quedar integrada en el Gobierno federal, hoy priista,
es Miguel Ángel Mancera”, dice el ex perredista Agustín Guerrero.
Poco menos de treinta años después de los terremotos de 1985,
cuando la ciudad se sacudió de todas las formas posibles y nació la semilla que
germinó en el PRD, ocurrió otros sismo, este de carácter político.
Y podría significar el ocaso del PRD contra el que se agregan
varios ex jefes de gobierno, incluido López Obrador, quien ha dicho que
pretenderá nuevamente la Presidencia de la República en 2018.
“Nada con el PRD. Es un partido de derecha”, ha sentenciado
Martí Batres, líder formal de Morena.
De acuerdo con el Programa de Resultados Electorales
Preliminares (PREP), Morena ganó las delegaciones Azcapotzalco, Cuauhtémoc,
Xochimilco, Tláhuac y Tlalpan, así como 16 distritos electorales locales.
El presidente del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, Martí
Batres, ha adelantado que impugnarán otras cinco elecciones delegacionales en
la pretensión de gobernar además Gustavo
A. Madero e Iztapalapa, las demarcaciones más pobladas y con mayor presupuesto
de la capital, así como Coyoacán, Iztacalco y Magdalena Contreras.
Y la primera mayoría será, por primera vez desde 1997, año en
que los capitalinos ejercieron el derecho de escoger a su Jefe de Gobierno, una
de signo diferente al PRD.
“Y, en la Asamblea Legislativa, prevemos la conformación de
un frente opositor de izquierda en que sumaríamos a todos los partidos
progresistas menos al PRD”, adelanta Agustín Guerrero, uno de los jóvenes
activistas de la UNAM de 1988 que sumaron al proyecto del PRD, instituto al que
dirigió en la capital y contra el cual hoy hace política.
(SIN EMBARGO.MX/ HUMBERTO PADGETT/ JUNIO 9, 2015 - 00:00H)
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