La fallida puesta en órbita del satélite
mexicano puede ser más costosa de lo que quieren hacer creer las autoridades.
El seguro contratado para cubrir su pérdida no es suficiente. Al parecer la
órbita terrestre está saturada de aparatos de telecomunicaciones y cuando se
abre un pequeño hueco en el espacio alrededor del planeta, hay una larga lista
de espera de gobiernos y empresas que quieren estar ahí. El malogrado
Centenario debía ser utilizado por las instancias nacionales de seguridad, la
Sedena y el Cisen entre ellas.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El
fracaso en el lanzamiento, el sábado 16, del cohete Protón-M –caído 490
segundos después de despegar del cosmódromo de Baikonur, Kazajistán–, con el
satélite mexicano Centenario a bordo, pone en apuros al gobierno mexicano, que
deberá enviar pronto un nuevo aparato a la posición geoestacionaria 113° oeste
o perderá el permiso de emitir desde ahí en frecuencias de la banda L.
Esta banda permite la
transmisión de servicios móviles y su uso está reservado para las instancias de
seguridad nacional de México: las secretarías de la Defensa, Marina y Seguridad
Pública, así como la Procuraduría General de la República y el Centro de
Investigación y Seguridad Nacional.
Cuando fungía como presidente,
Felipe Calderón, impulsor del proyecto Mexsat –que incluía el satélite
Centenario–, refirió que el valor comercial de la banda L “se estima en más de
3 mil millones de dólares”.
Si bien el gobierno mexicano
no perdió la banda L, ya que en octubre próximo el Morelos 3, concebido como
respaldo del Centenario, despegará de Cabo Cañaveral, Florida, y ocupará la
posición geoestacionaria 116.8° oeste, la administración de Enrique Peña Nieto
tendrá que encontrar una forma de sustituir en el espacio ahora vacante al
satélite perdido.
Este problema se suma a las
numerosas fallas que detectó la Auditoría Superior de la Federación en el
programa Mexsat, como lo documentó hace tres meses este semanario.
El reportaje “Sistema
Satelital Mexicano: ineficacia estratosférica” (Proceso 2001) recordó que el
proyecto Mexsat nació durante la administración de Calderón y consistió en la
puesta en órbita de un sistema equipado con tecnología de punta para el uso de
los órganos de seguridad nacional en el marco de la entonces incipiente guerra
contra el narcotráfico.
Las instancias de seguridad
nacional y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) determinaron que
lanzarían tres satélites. El primero, Bicentenario, facilitaría el servicio de
comunicaciones fijas terrestres. Una tercera parte de su carga útil serviría
además para ampliar la conectividad de las localidades más aisladas de México.
Los otros dos, Centenario y Morelos 3, transmitirían las comunicaciones móviles
a través de la banda L.
La SCT se encargaría de los
aspectos técnicos de la supervisión, los lanzamientos y el monitoreo y
proporcionaría el servicio. Las instancias de seguridad serían, en este caso,
“clientes” y cada una utilizaría redes privadas dentro de un servicio compartido.
La Cámara de Diputados aprobó
el proyecto en 2009, pero sucesivas demoras en la construcción y el lanzamiento
de los satélites alargaron el programa, mientras su presupuesto, inicialmente
establecido en 17 mil 778 millones de dólares, se disparó hasta llegar en junio
pasado a 23 mil 303 millones de pesos.
POSICIÓN EN RIESGO
Yvon Henri, jefe del
Departamento Espacial de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT),
órgano que atribuye las posiciones geoestacionarias a gobiernos y empresas,
comenta que México tiene reservada la posición geoestacionaria 113° oeste para
la emisión de la banda L hasta febrero de 2016.
Vía telefónica desde Ginebra,
Henri explica a Proceso que la UIT divide el espacio orbital terrestre en miles
de posiciones geoestacionarias, cada una de las cuales consiste en “una suerte
de cubo” de 70 kilómetros de lado. En cada una pueden “convivir” varios
satélites a condición de que emitan frecuencias diferentes para que no
interfieran entre ellos.
Por lo anterior, la UIT emite
permisos por posición geoestacionaria y por frecuencia, sin dar preferencia a
un Estado o a una empresa. “El primero en llegar es el primer servido”, subraya
Henri. El proceso completo, desde la entrega de la solicitud hasta la
notificación de la obtención del permiso, puede tardar hasta siete años.
Antes de lanzar un satélite,
un administrador –empresa o gobierno– debe pasar por una etapa de
“coordinación” con los administradores de los demás aparatos de transmisión
cercanos a su posición geoestacionaria; es decir que debe negociar con ellos y
asegurar que su aparato no llevará perturbaciones a la zona, lo cual
perjudicaría a todos. “En este tipo de negociaciones uno siempre tiene ventaja
en ser primero”, explica.
Desde 1982 México ocupa la
posición 113° oeste y tiene derecho a emitir distintas frecuencias todavía
durante varios años, excepto para la banda L, cuyo permiso vencerá en febrero.
Y, precisamente, “la coordinación es más difícil” con esa banda.
Pero Henri precisa que en
noviembre de 2012, la conferencia de la UIT planteó que en caso de fuerza
mayor, como una falla en el lanzamiento de un satélite, el órgano internacional
podría emitir una derogación que extendería el plazo del permiso unos años.
Lo anterior daría al gobierno
mexicano tiempo de enviar un nuevo satélite a ocupar la posición, precisa Henri
y añade: “Muy pocas veces se ha dado este tipo de derogación, pero en general
el buró ve con simpatía la autorización”.
Henri deja claro que “por uno
o dos trucos reglamentarios se puede ganar tiempo, pero de aquí a cuatro o
cinco años se necesitará una puesta en servicio en la posición 113° oeste y si
no hay dos satélites con la banda L, por más derogaciones que obtenga (México),
desafortunadamente el país perderá su posición”.
En un escenario en el cual
México perdiera su posición, la UIT analizaría las solicitudes de otras
empresas o gobiernos que quisieran ocupar ese espacio para la banda L y si les
otorga el permiso, se dificultaría mucho el regreso de México.
Henri agrega que “durante la
etapa de coordinación, algunas de las posiciones geoestacionarias pueden ser
negociadas por decenas de millones de dólares”.
OPCIONES
Inmediatamente después de la
falla en el lanzamiento del cohete, la SCT y sus funcionarios multiplicaron las
declaraciones públicas y las entrevistas para contener los impactos negativos
del fracasado lanzamiento por la empresa International Launch Services.
Insistieron en que el seguro
contratado con la empresa Marsh Limited cubriría el precio del satélite y del
lanzamiento por un total de 390 millones de dólares. La póliza le costó a la
SCT “alrededor de 50 millones de dólares”.
En entrevista con Proceso, el
director general del proyecto Mexsat, Omar Charlen Tommasi; el director
técnico, Mauricio Ávila González y el asesor de la SCT, Javier Lizárraga
Galindo, insisten en que “las posiciones no están en riesgo”.
Charlen Tommasi informa que
la SCT tiene varias opciones para no perder la banda L en la posición 113°
oeste. La “más deseable” y a la que dará preferencia consistirá en pedir a la
UIT una extensión del permiso, debido a la falla del lanzamiento “que no fue
culpa de la administración”.
Y precisa que en este
sentido, la SCT ya inició acercamientos con la UIT.
La segunda opción, “menos
deseable”, sería trasladar al Morelos 3 –una vez en órbita–, de su posición
hacia la 113° oeste, hacerlo emitir en banda L tres meses y luego regresarlo a
su posición inicial, que es 116.8°. Esto prolongaría la concesión de la
posición geoestacionaria tres años, de acuerdo con las reglas de la UIT.
De hecho, la SCT ya realizó
esa maniobra recientemente. Debido a los sucesivos retrasos en los lanzamientos
del Centenario y el Morelos 3 –inicialmente previstos para el tercer trimestre
de 2013 y noviembre pasado, respectivamente–, México estuvo a punto de perder
sus permisos para las posiciones geoestacionarias 113° y 116.8° oeste.
Pagó 417 mil dólares a la
empresa Orbital Sciences Corporation, la cual trasladó al Bicentenario, en
órbita desde diciembre de 2012, hacia estas posiciones y lo regresó a su punto
de partida.
“Esta solución no es muy
deseable porque implica riesgos para el satélite”, comenta Charlen Tommasi.
Los encargados del proyecto
Mexsat sostienen que, como medida de mitigación de riesgos, la SCT depositó el
año pasado una solicitud ante la UIT para ocupar la posición geoestacionaria
113° oeste, la cual será notificada hasta 2021 a más tardar. Aseveran que con
esta medida México “se encuentra en primer lugar y en segundo lugar en la lista
de espera de la UIT para esta posición”.
Henri tiene otra versión.
Dice que “entre 2009 y 2015 hubo cierto número de solicitudes que fueron
depositadas”, y añade que “si México perdiera la posición, los que se
encontraban detrás de la red mexicana (en la lista) rebasarían esta red y
dificultarían la coordinación” para este país.
Proceso pregunta a los
funcionarios de la SCT qué hará el gobierno mexicano para ocupar la posición
ahora vacía.
“Estamos evaluando las
alternativas”, responde Charlen e informa que la SCT se reunirá en comité con
las instancias de seguridad nacional y juntos decidirán cómo emitir en la banda
L desde la posición 113° oeste.
Los servidores públicos indican
que el gobierno podría mandar fabricar un satélite o “rentar” los servicios de
otro, optar por nuevas opciones tipo terrestre o concesionar la posición a un
administrador interesado.
El proyecto Mexsat nació con
fines de seguridad nacional. Las instancias correspondientes supervisaron el
diseño y la colocación de los aparatos emisores de banda L en las fábricas de
Boeing Satellite Systems para tener un control integral de sus comunicaciones.
“Cabe resaltar que sus
servicios (de las instancias de seguridad) no se ven afectados (por la falla
del lanzamiento)”, sostiene Lizárraga y precisa: “Tienen contratados otros
servicios con algunos operadores”.
–¿Son gubernamentales o
privados?
–No podemos decir. Es más, no
tenemos información. Reciben sus servicios satelitales de algunas empresas, con
sus propios recursos.
Al preguntar qué opción
destaca para enviar un satélite a cubrir la posición que iba a ocupar el
Centenario, Charlen insiste: “Ahora la prioridad es concentrarnos en el éxito
de Morelos 3”.
(PROCESO / REPORTAJE ESPECIAL/ MATHIEU
TOURLIERE/ 28 DE MAYO DE 2015)
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