Soy
un panegírico. De la literatura y este encuentro que acontece año con año. Las
horas de Junio. Escribo desde la apología. Escurre miel (que emana de los
dedos) por sobre las teclas.
Digo
que todo es vida y dulzura, que los abrazos son la plataforma mientras las
lecturas ocurren, y se suceden. Que todo es peace and love. Que acudimos los
hippies en coches semi nuevos o motorizados. Algunos en baica. Que hacemos la
coperacha y cualquiera de los poetas hace tierra y se lanza por la bolsa de
hielo que tanto hace falta. Al más próximo changarro.
Abrimos
los brazos y cachamos con la sonrisa dispuesta al compita que cae a la city sol
desde su rancho que es otro estado u otro país. Y así andamos durante las
horas, escuchando a ratos, conversando siempre.
Allá
sobre la bardita en el umbral del auditorio, debajo del árbol, o igual nos
tendemos por una cheve mientras reinicia el jolgorio. Porque los otros se
fueron en bola, a la botana, recargar energía y multiplicar las historias que
tejerán la red de lo que somos. Para lo que estamos y existimos.
Horas
de Junio un tributo en su nombre al Pellicer poeta, sugerido veinte años hace
ya por el vate que es Bohórquez, el Abigael.
Veinte
años cocidos a retazos, si se quiere o se reconoce, parafraseando a otro aeda
que es español y canta bien las rancheras.
La cara al sol y la sonrisa como mazorca pelada. Veinte años
confeccionando ilusiones, la felicidad porque estarán las mesas y los morros y
los rucos, las chavalitas y las señoras, compartiendo lo que se piensa y dice
con palabras.
A
veces un rasguño a la lira, un soplo a la armónica, la nostalgia es un soul en
notas. Complemento preciso para un encuentro entre poetas decidores también de
la revolución con y sin panfleto.
Veinte
años y el desfile cuasi interminable de escribidores que con su participación
construyen la ruta: Poniatowska, Monsiváis, Luis Enrique García, Josefa Isabel
Rojas, Ernesto Cardenal, José Emilio Pacheco, Lola Castro, José Agustín, Sergio
Galindo, Juan Bañuelos, Víctor Hugo Rascón Banda, Miguel Méndez, Saúl
Ibargoyen, y todos los demás que hacemos
todo para que todo ocurra. Y permanezca.
Hoy
nos toca abrazar a Nacho Solares, el narrador, el dramaturgo, el editor, el
periodista. De fábula vivimos porque su cercanía nos motiva seguir siendo, (y
hablo por mí), panegírico de la palabra. Su presencia, la de Nacho, como un
aval para que este encuentro siga aconteciendo.
Desde
aquí cuetes en el desierto, que intentar llegar al sol.
(DOSSIER
POLITICO/ CARLOS SÁNCHEZ / MAMBOROCK/ 2015-05-29)
No hay comentarios:
Publicar un comentario