Es el Estado -la autoridad legalmente instituida- el responsable
final de proteger a la ciudadanía de la barbarie, en cualquiera de sus
expresiones. Los casos de tortura, los “incidentes” en los que queda en
evidencia lo endeble que resulta en los hechos la vigencia de los
protocolos operativos, y los aún persistentes amplios márgenes de
discrecionalidad en el quehacer de las diferentes corporaciones
policiacas, ponen en entredicho el compromiso público con el respeto a
los derechos humanos.
El caso del joven Pedro Iván González García, presunto robacoches que murió en oscuras circunstancias, horas después de ser detenido por elementos del Grupo Antisecuestros de la PGJE, puede y debe significar un parteaguas en la procuración de justicia en Coahuila.
El procurador Homero Ramos Gloria tiene mucho qué explicar a la ciudadanía y a quienes le confiaron la altísima responsabilidad de sanear y conducir con eficiencia y respeto a los derechos humanos el andamiaje de justicia estatal. Hoy sus cuentas no son positivas y los espacios para eludir su responsabilidad, nulos.
El Gobierno del Estado no puede dejar abierta una sola ventana a la duda o la sospecha; se debe resolver el caso hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga, y no sólo por elemental principio de justicia, sino como un mensaje claro de que la tortura, los excesos y abusos simplemente no serán tolerados en el aparato de procuración de justicia en la entidad.
El caso del joven Pedro Iván González García, presunto robacoches que murió en oscuras circunstancias, horas después de ser detenido por elementos del Grupo Antisecuestros de la PGJE, puede y debe significar un parteaguas en la procuración de justicia en Coahuila.
El procurador Homero Ramos Gloria tiene mucho qué explicar a la ciudadanía y a quienes le confiaron la altísima responsabilidad de sanear y conducir con eficiencia y respeto a los derechos humanos el andamiaje de justicia estatal. Hoy sus cuentas no son positivas y los espacios para eludir su responsabilidad, nulos.
El Gobierno del Estado no puede dejar abierta una sola ventana a la duda o la sospecha; se debe resolver el caso hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga, y no sólo por elemental principio de justicia, sino como un mensaje claro de que la tortura, los excesos y abusos simplemente no serán tolerados en el aparato de procuración de justicia en la entidad.
(ZOCALO/ Redacción/30/05/2014 - 03:01 AM)
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