Niños, niñas
y jóvenes, algunos acompañados de sus padres, protestan para exigir la
liberación del "capo y héroe" sinaloense
CULIACÁN.- El niño
no pasa los 6 años. Va sobre los hombros de un hombre joven, quizá su padre.
Alza por todo lo alto un cartulina reclamando respeto a los derechos de Joaquín
Guzmán Loera.
Está por llegar al
Ayuntamiento de Culiacán y de golpe todo se vuelve incomprensible, los sentidos
se aturden. Casi se puede percibir el crujido de la razón cuando se rompe como
una delgada tabla.
"¡Que viva el
Chapo!", grita con toda la fuerza que pueden dar un par de pulmones de
niño.
Sólo lo hace una
vez, pero lo suficiente para que unas muchachas en edad de preparatoria le
festejen.
El hombre que lo
carga nada más sonríe, orgulloso.
Niño, hombre,
estudiantes, son parte de la marcha, cuyo motivo es, según los anónimos
convocantes, "exigir la liberación del capo y héroe sinaloense".
La gorra y el
pañuelo blanco que cubren su rostro nada más permiten ver sus ojos
adolescentes.
Flaco, con un cuerpo
apenas en desarrollo y una estatura de un metro cincuenta, él y sus amigos se
preparan al pie de las escaleras de La Lomita, punto de arranque de la marcha a
favor de Joaquín Guzmán.
"Sinaloa es
tuyo Chapo", así escribió detrás de su camisa.
"Sinaloa es
tuyo Chapo".
También lo hizo el
compañero que no se separa de su lado. Más alto que el primero, pero ambos de
unos 14 ó 15 años.
Los dos van
perdiéndose en el contingente que como cascada blanca y humana baja de manera
sincronizada las escaleras del templo.
Y puntual, unos
cuantos minutos pasadas las 18:00 horas, la tambora, la tarola y los platillos
anuncian el inicio de la música. Las trompetas, tubas, trombones y clarinetes
se unen y dan forma a "El Sinaloense".
Es la señal de
arranque.
A paso de sepelio,
comienza la marcha por la Álvaro Obregón, la avenida principal de Culiacán, la
capital de Sinaloa, donde también el asesinato de indigentes se olvida rápido.
-¿De dónde vienes?
-Del rancho.
-¿De qué rancho?
-Pues del rancho,
allá.
Hermetismo al
inicio, quizá porque aún hay luz del sol. Su mamá acompaña al plebe que, a su
corta edad, sabe que no debe hablar.
Otro intento. La
niña debe estar en secundaria. Trae también su cartulina con proclamas a favor
de "El Chapo".
-- ¿Por qué vienes a
la marcha?
Contesta con una
sonrisa de travesura, muestra sus dientes blancos y se tapa la cara con la
cartulina.
Ya cae la noche en Culiacán,
la ciudad de la Cero Tolerancia, según la política reciente del Alcalde Sergio
Torres Félix.
La marcha a favor de
Guzmán Loera la recorren unas 800 personas, de acuerdo con cálculos
conservadores entre periodistas.
Niños y niñas van
sobre los hombros o carreolas. Otros más caminan tomados de la mano de sus
mamás. Señoras ancianas también acuden a "protestar".
Estudiantes de
preparatoria, principalmente de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y mucha,
mucha plebada caminan por la principal avenida, bloquean el carril de sur a
norte. No se aprecia vigilancia policial ni operativo de tránsito. El que quedó
atrapado, tendrá que tener paciencia.
La gente sale de sus
negocios o de sus trabajos. Todos con la misma cara de sorpresa o incredulidad:
una marcha a favor de "El Chapo" Guzmán.
Celulares, tabletas,
cámaras aquí y allá.
Unos plebes que van
adelante cargando una manta ya se ven "grandecitos". Altos, ya
embarnecidos, aunque asumen una actitud de hombres recios, sus caras de niños y
el acné los delata. Van saliendo de la adolescencia.
Algunos de ellos
traen playera con el 701 marcado al frente.
-¿Qué significa el
número?
-Es el lugar de la
lista de Forbes.
Tras detenerse unos
minutos frente al Ayuntamiento, el contingente sigue hasta Catedral, donde
paran a lanzar proclamas por altavoz y a bailar con la banda.
Ya pasan las 19:00
horas y es una fiesta. Dos bandas amenizan la protesta pro "Chapo".
Una cobraría 3 mil
pesos la hora y la otra va gratis, para apoyar la causa.
La calle está tapada
desde la Juárez hasta la Ángel Flores, pero una camioneta logra entrar llena de
hombres, algunos de ellos con las caras tapadas. Traen tamales.
"¡Los payasos
de la Toledo apoyan al 'Chapo'!", grita uno de ellos y comienza la
repartición del alimento ancestral mexicano.
La gente se apura,
sabe que se acabarán rápido.
Cámaras aquí y allá.
Todo mundo toma fotos a todo y a todos.
Entonces llega la
Polcía Municipal a dispersar al contingente.
"Vámonos,
vámonos", dicen para ahuyentar a los manifestantes.
El ambiente se
tensa. Algunos polis se "encienden", están nerviosos, pero se
contienen.
La plebada comienza
a aventarles las botellas de agua que antes se repartieron por cientos en
bolsas de plástico.
Los policías
municipales se agrupan y comienzan un barrido desde la Ángel Flores hacia el
sur.
Griterío, las
botellas vuelan y golpean a uno, dos agentes, que siguen adelante sin parar.
Los curiosos no se
inmutan, nada más se suben a la banqueta.
La plebada
"protestante" corre hacia el norte, en fuga.
Un padre reclama a
un policía porque golpeó a su hijo. El joven de unos 15, 16 años, sangra por
detrás de la oreja izquierda.
"¡Bien que
agarraban la coca!", les espeta.
"Te va cargar
la ver...", le dice otro hombre al policía. Los agentes le dan 14, apoyo,
y por fin logran que padre e hijo se retiren.
"¡Abusones!",
gritan algunos.
En el barrido, dos
estudiantes de la escuela de Artes de la UAS son detenidos en la esquina de
Obregón y Escobedo, mientras los policías perseguían a otros. Quedaron en
medio. Van para al patrulla, esposados.
-¿Qué hiciste?
-Nada, estaba
viendo.
La patrulla de la
Policía Ministerial arranca con unos cuatro detenidos más. Y apenas se alcanza
a escuchar sus apellidos: Peñuelas y Rodríguez.
Hay tres patrullas
de la Policía Ministerial frente al Palacio Municipal, básicamente a la espera
de que le lleven detenidos.
Quizá esas unidades
se usaron en febrero del año pasado para detener sin orden de aprehensión a
cerca de 30 comuneros afectados por la construcción de la Presa Picachos, que
intentaron manifestarse durante el primer desfile del Carnaval de Mazatlán.
Esta noche no toman
parte en el operativo de dispersión. Frente a los ministeriales, pasan razors y
cuatrimotos, desafiantes.
También camionetas
lujosas.
A la altura de la
Plazuela Obregón, un auto de lujo rebasa una patrulla y da un giro de 180
grados para quedar frente a la unidad de la Policía Municipal. Otro reto.
Finalmente el auto se va a toda velocidad seguido por unas tres camionetas.
Tres muchachos ven
todo. Salían de su trabajo cuando se toparon con la marcha.
Los tres, menores de
20 años.
Dicen que no
entienden el motivo de la protesta. No están de acuerdo. Prefieren trabajar y
estudiar.
Uno cuenta que
estudiará Sistemas y el otro confía que optará por la Licenciatura en Ciencias
de la Comunicación.
El ulular de las
sirenas ensordece. Salen motopatrullas por todos lados y comienzan a circular
por el primer cuadro.
Esto ya se acabó,
por hoy.
(NOROESTE/REDACCIÓN/
27-02-2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario