Las acciones antiterroristas que desde 2001
emprendieron los gobiernos federales de México permanecen inaccesibles a
los ciudadanos
Nydia Egremy /Javier Oliva
México,
D.F.- Cada año el Comité Contra el Terrorismo de Naciones Unidas (CCT)
recibe un informe de las medidas emprendidas el Gobierno Federal
mexicano. Corresponde a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE)
concentrar las manifestaciones de cada dependencia para entregarlas a la
ONU. Desde 2006, esos informes se clasificaron como reservados hasta
por 12 años -el máximo permitido por la Ley Federal de Transparencia y
Acceso a la Información Pública Gubernamental-. Con esa decisión, al
menos hasta el año 2018, se conocerán las políticas antiterroristas que
emprendieron las anteriores administraciones.
En noviembre de 2008
se solicitó conocer los informes al CCT de 2006 y 2007. En su
respuesta, la SRE alegó la “inexistencia” del primer documento y que el
otro estaba en curso de entregarse a la ONU. Por vía propia se accedió
al informe de 2006, ya en poder del CCT, y se constató que en su portada
ostenta el Sello del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el
número de registro S/2006/447. Una breve nota de la entonces jefa del
CCT Ellen Margrethe Loj, acusaba recibo del reporte mexicano.
El
documento contiene las detalladas respuestas del Gobierno mexicano al
riguroso cuestionario que formula el CCT. En general, describe el avance
en reformas fiscales, migratorias y judiciales así como la cooperación
exterior para contener y eliminar el terrorismo global. También detalla
las iniciativas que enviará al Legislativo para inhibir la actuación de
terroristas en México e impedir que crucen la frontera hacia EU.
Sin obstáculos
Por
ejemplo, el punto 1.5 pide que explique en qué fase va la reforma legal
a la que México se comprometió en su cuarto informe para penalizar el
terrorismo como una seria “ofensa”. La respuesta indica que el proceso
se mantiene y que sólo a un individuo sospechoso de terrorismo se le
negaría fianza por la “seriedad de la ofensa”. También explica que la
Constitución prohíbe confiscar activos a terroristas, aunque advierte
que “hay mecanismos para congelar fondos, a solicitud de otro país, con
base en la existencia de acuerdos bilaterales y multilaterales”.
Y
declara que “México combate el financiamiento al terrorismo a través de
la Fuerza de Tarea de Acción Financiera; el Grupo Egmont de unidades de
inteligencia financiera; el Foro de Cooperación Económica
Asia-Pacífica, y el Comité Interamericano Contra el Terrorismo”.
Con
respecto a los avances en la ley anticrimen, el documento indica que el
25 de octubre de 2005 sometió al Senado una iniciativa con previsiones
del Código Penal Federal, la Ley Federal contra la Delincuencia
Organizada, la Ley de Instituciones de Crédito, la Ley sobre el Sistema
de Ahorro para el Retiro –entre otras-. Agrega que no hubo “ningún
obstáculo” para la propuesta de reforma y que no podía estimar en cuánto
tiempo sería aprobada tal iniciativa.
Ese detallado informe al
CCT sobre las actividades antiterroristas del Estado mexicano no llegó
al conocimiento de los ciudadanos ni los subsecuentes reportes de porque
se decidió clasificarlos como reservados por 12 años.
Tampoco se
conocen los detalles que ilustran las decisiones y acciones del
Gobierno mexicano en el seno del Comité Interamericano contra el
Terrorismo (CICTE) de la Organización de Estados Americanos. En 2009
México presidió ese Comité y adoptó la Declaración sobre la Seguridad y
Controles Fronterizos en la Lucha contra el Terrorismo.
El impacto en México
En
lo externo, se profundizó el compromiso de una seguridad regional con
Estados Unidos. La creación del Comando Norte (NorthCom), la efímera
existencia del Acuerdo para la Seguridad y Prosperidad de América del
Norte (ASPAN), así como una serie de compromisos continentales liderados
por ese país, implicaron para México una presión importante para al
menos, adecuar sus políticas, estructuras, leyes y presupuestos.
Sin
duda, la medida más evidente, fue la creación de la Ley de Seguridad
Nacional, en el sexenio de Vicente Fox. Esta norma, con todo y sus
limitaciones, es un marco de referencia a propósito de las prioridades
de México tanto internas como externas en la materia. Con el paso del
tiempo y la involución del crimen organizado, éste se convirtió en uno
de los principales antagonismos al Estado mexicano.
(VANGUARDIA/ Nydia Egremy /Javier Oliva / 15 de Septiembre 2013)
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