miércoles, 17 de julio de 2013

NARCOPOLIO

#Puntossobrelasíes

Hasta hoy, la liquidación de los Zetas solo significa que el narcotráfico terminará por consolidarse con el cártel del Pacífico.
Con la captura de Miguel Ángel Treviño Morales, alias el Z-40, cae el último de los grandes capos de la estirpe de los Zetas.

Su detención era esperada desde aquellos días en que fuera ejecutado Heriberto Lazcano Lazcano, alias El Lazca, quien fuera el gran jefe zeta en Hidalgo e intentara mudar territorio a Coahuila.

La llamada dinastía de la última letra –Z- vivió sus días de gloria bajo el amparo de Osiel Cárdenas, el jefe del Cartel del Golfo que sucediera a Juan García Abrego, el fundador.

Pero la captura de Osiel Cárdenas y la falta de respeto de los llamados Zetas por el sucesor Antonio Cárdenas Guillén, alias Tony Tormenta, acabó por fragmentar la sanguinaria estirpe de gafes entrenados en el Ejército y despedidos en el sexenio de Ernesto Zedillo.

Durante el sexenio de Vicente Fox, y con la muy oportuna fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, el Golfo y los Zetas vieron nacer un contrapeso de poder con el llamado Cártel de Sinaloa o Cártel del Pacífico.

Hasta que el transcurrir de dos sexenios panistas, previa incompetencia o complicidad de Genaro García Luna, los intereses de El Chapo crecieron, mientras que los de El Golfo con su brazo armado, Los Zetas, fueron a la baja.

Hasta que se dio el divorcio entre Golfo y Zetas, lo que desencadenó los tiempos más violentos y sanguinarios para estados como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Veracruz, Durango, San Luis Potosí y Zacatecas.

Y mientras Golfo y Zetas se batían en metrópolis y zonas urbanas como Monterrey, Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, Tampico, Torreón, Gómez Palacio y Durango, El Chapo afianzaba su dominio y expansión que terminó de consolidar con su matrimonio con lo que quedó del Golfo.

Por eso es muy meritoria la captura del Z-40. Porque podría significar el retorno de la tranquilidad en muchos territorios del norte de México.

Pero para que se pueda cantar victoria, el gobierno de Enrique Peña Nieto tendría que apostar su resto por la captura de Joaquín El Chapo Guzmán.

Porque hasta hoy, la liquidación de los Zetas solo significa que el narcotráfico terminará por consolidarse con el cártel del Pacífico.

Y esa sería la consumación de otro monopolio más, el de las drogas y la violencia, en un país que ya sufrió demasiado las tiranías políticas, económicas, sindicales y mediáticas de otros monopolios.

Sería una pena que a los monopolios como Pemex, CFE, Telmex, los sindicatos de petroleros y de maestros, se uniera el del mexicano más rebelde y consentido por las listas de multimillonarios de Forbes.


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