Patricia Dávila/ Proceso
Ciudad de México–
Los detectores moleculares ADE651 y GT200, empleados por el Gobierno mexicano en
la frontera con Estados Unidos y todo el territorio para localizar cargamentos
de droga, armamento y explosivos en aire, mar y tierra, son aparatos
“fraudulentos”, una “burla” a la inteligencia y un riesgo para la seguridad
nacional.
Los aparatos usados en los puentes internacionales de fronteras
como Ciudad Juárez, Chihuahua-El Paso, Texas; Tijuana, Baja California-San
Diego, California; Laredo, Texas-Nuevo Laredo, Tamaulipas; Nogales,
Sonora-Nogales, Arizona, entre otras, y en el interior de México en las
centrales de autobuses, retenes carreteros y operativos antidrogas, por
militares y agentes federales, en realidad no detectan nada.
Casi 2 mil
de estos detectores moleculares fueron comprados en el 2007, al inicio de la
administración de Felipe Calderón. El Ejército y la Marina anunciaron la
adquisición de un instrumento capaz de detectar a varios kilómetros hasta un
nanogramo –una milésima de millonésima de gramo– de prácticamente cualquier
sustancia ilegal y de armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas. En resumen,
tenían un arma “mágica” contra el narco.
Por medio de la prensa, el
Ejército ha atribuido cuantiosos decomisos de droga y armas al GT200 y al
ADE651, y los ha empleado para justificar cientos de cateos.
De hecho, su
uso ha provocado cerca de 500 quejas en la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos e incluso algunos juicios penales contra la Secretaría de la Defensa
Nacional.
Ahora el doctor Luis Mochán Backal, expresidente y actual
investigador de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), dice a Proceso que, después de muchas
dificultades, sometió al GT200 a una prueba. Hoy está convencido de la
inutilidad de los aparatos.
Relata: “Me enteré de estos detectores en
marzo de 1999, en Atlanta, Estados Unidos, durante una charla en el Congreso de
la Sociedad Americana de Física. Acudió Games Randy, famoso por denunciar la
seudociencia. Él fundamentó la falsedad del Quadro Tracker, uno de los primeros
detectores moleculares”.
El Quadro Tracker, adquirido por corporaciones
estadounidenses como la Patrulla Fronteriza, era similar a una pistola de
plástico con una antena giratoria. El aparato tenía ranuras para insertar
tarjetas intercambiables, según lo que se quería detectar: drogas, armas y hasta
criminales o inmigrantes ilegales. Los vendían en 2 mil dólares.
Cuando
Randy hizo una prueba, cortó en pedazos el artilugio y vio que adentro no había
nada: ni fuente de poder ni componentes electrónicos. Era un pedazo de
plástico.
Los fabricantes pregonaban que las tarjetas contenían la
“esencia” de la “sustancia” por detectar capturada en cristales de carbón. Esta
terminología ocultaba un procedimiento inverosímil: para buscar mariguana,
fotografiaban una planta y luego la fotocopiaban para carbonizarla y laminarla
en forma de tarjeta. De igual forma, carbonizaron la foto de un indocumentado
mexicano para detectar migrantes...
Cuando Randy evidenció el engaño, los
fabricantes argumentaron que él no tenía capacidad científica para juzgar el
funcionamiento del aparato. A fin de comprobar si funcionaba, Randy hizo una
prueba “doble ciego”: una persona oculta una sustancia por detectar sin que
nadie más sepa dónde se halla. El operador del Quadro Tracker jamás encontró la
sustancia.
Pese a ello, el investigador no captó el interés de las
agencias gubernamentales de Estados Unidos hasta que un exagente del FBI compró
una franquicia y empezó a vender Quadro Tracker. Esto irritó al FBI, que mandó
el aparato a un laboratorio del Departamento de Energía para someterlo a
pruebas. Al comprobar que no funcionaba, prohibieron usarlo y
venderlo.
No obstante, poco tiempo después se empezó a producir en
Inglaterra, con el nombre de Molle. Hasta ahora existen más de 10 generaciones
de detectores y cada vez que se denuncia el fraude sale a la venta uno de
distinto nombre. Prosigue el doctor Mochán:
“De pronto, 11 años después,
en marzo de 2010, por e-mail recibí una revista de ciencias que edita un
expresidente de la Sociedad Americana de Física. Traía la noticia de que México
había comprado 500 aparatos ADE651 y GT200 a 20 mil dólares cada uno. Le di
seguimiento y resultó que la compañía que los vendió es la Global Technical
(GT), que los distribuye en México a través de la empresa Segtec”.
Se
enteró de que el gobierno de Irak usaba estos aparatos para detectar explosivos,
pero frecuentemente explotaban carros-bomba que mataban a mucha gente, incluidos
soldados ingleses. La BBC de Londres hizo una investigación y denunció que los
detectores eran fraudulentos. El gobierno Inglés prohibió su exportación a Irak
y Afganistán para proteger a sus tropas. También avisó del engaño a otros
gobiernos que los compraron, entre ellos al de México.
“El gobierno
mexicano no sólo ignoró la alerta, sino que los siguió comprando. Los datos
oficiales que tengo apuntan a cerca de mil detectores, por los que pagaron 360
millones de pesos”, señala Mochán.
Pagaron sin ver
En 2009 Andrés
Tonini, escritor de ciencia ficción, solicitó a través del Ifai información
acerca de las instituciones que adquirieron detectores moleculares ADE651 y
GT200, de Global Technical. La respuesta es preocupante:
En 2008, el 15
de julio, el ISSSTE adquirió uno por 379 mil 500 pesos; Pemex, en noviembre,
compró ocho para el Complejo Procesador de Gas (CPG) Nuevo Pemex, CPG Área
Coatzacoalcos, CPG Reynosa y CPG Arenque, adscritos a la Subdirección de
Producción; cada uno le costó 425 mil 154.28 pesos. En diciembre Pemex
Petroquímica adquirió cinco, a 464 mil 756.40 pesos cada uno. La Subdirección de
Seguridad Industrial y Protección Ambiental tiene 41 pero no dice su costo.
Pemex Exploración y Producción informó que sus 35 GT200 le costaron entre 435
mil y 609 mil pesos por unidad.
En la respuesta a la solicitud
0000700057809, la Sedena señala que adquirió 521 equipos en 2007 y en 2008 a 286
mil 740 pesos la pieza. Ante la solicitud 0000700152310, informa de 742. En el
mismo periodo, la Semar firmó contrato por 102 unidades pero no menciona el
precio. De acuerdo con Pemex y la Semar, ésta se encargó de probar los equipos
de ambas instituciones. En el Ejército y el ISSSTE no hubo
pruebas.
También los adquirieron los gobiernos de Chihuahua, Colima,
Distrito Federal, Tabasco, Guanajuato, Michoacán, Sinaloa, Oaxaca y
Yucatán.
El doctor Mochán fue invitado a participar en juicios penales
donde el aparato fue usado por la Sedena como evidencia, por lo que obtuvo la
información que usan los operadores.
“La teoría de funcionamiento del
aparato que la Sedena manifiesta en el juicio es falsa. Por ejemplo, afirma que
esto es capaz de detectar hasta un nanogramo –la milésima de millonésima de
gramo– de una lista enorme de sustancias porque es programable gracias a unas
tarjetas intercambiables, una para cada sustancia a detectar a una distancia de
5 kilómetros en aire. De acuerdo al instructivo, lo detecta a partir del campo
paramagnético y del campo diamagnético que generan las sustancias.
“Lo
que hice fue calcular el campo magnético generado por un kilogramo de un
material ferromagnético a 10 metros y encontré que es miles de veces más pequeño
que el campo magnético de la Tierra. Por lo tanto, detectar un kilogramo del
imán más poderoso que se le pueda ocurrir sería muy difícil a 10 metros, cuando
el detector molecular pretende detectar nanogramos a miles de metros. La señal
sería como 10 a la 20 veces (1 seguido de 20 ceros) menor que lo que produciría
el material ferromagnético a 10 metros. No detecta nada”.
En el
instructivo se especifica que si el operador está cansado o agitado no debe usar
el “detector”: “¡Si buscan a un criminal no sé cómo le hacen, porque seguramente
el corazón se le acelera Si están tomando medicamentos tampoco debe usarlo
porque los medicamentos pueden enlazarse ‘energéticamente’ con la antena y
provocar que señale para donde no debe”.
Según los fabricantes, el
aparato no usa fuente de energía pero no la necesita porque se carga con “la
energía electrostática del cuerpo humano”. Pero, aclara Mochán, “el cuerpo
humano es un conductor y en un conductor no puede haber campo electrostático.
Los fabricantes inventan términos”.
La preocupación de la AMC llevó a su
presidente, el doctor Arturo Menchaca, a enviar una carta al titular de la
Sedena, Guillermo Galván Galván, el 4 de abril de 2011. Le informó que los
detectores no funcionan y le ofreció la colaboración de la AMC para someterlos a
una prueba de “doble ciego”. El 30 de junio, el general de brigada del Estado
Mayor Edgar Luis Villegas Meléndez respondió que el GT200 funciona de maravilla.
“No es posible acceder a su solicitud –agregó el militar– debido a las
obligaciones jurídicas del contrato de adquisición con la empresa, que prohíbe
cualquier tipo de pruebas”.
Esto sorprendió al investigador: “O sea que
la seguridad nacional está supeditada a un contrato que jamás debió firmarse. He
conversado con físicos de la Facultad de Ciencias de la UNAM, contratados por la
Sedena, y opinan que el aparato es un fraude, pero no les hacen caso”.
A
la Semar se dirigió Alejandro Frank Hoeflich, director del Instituto de Ciencias
Nucleares (ICN) de la UNAM. Habló con tres almirantes para que se realizara una
prueba de los aparatos y no tuvo éxito, a pesar de que ofreció
discreción.
Alto riesgo
“Si vemos el instructivo
–continúa Mochán–, el aparato es genial porque se curan en salud cuando señalan
que no debe hacerse ninguna consignación con este aparato, que se requiere
evidencia adicional. Claro, porque el detector no es evidencia. En principio,
según el instructivo, no debe de usarse si no va acompañado de un perro o de un
compañero que haga la búsqueda. Y los éxitos son del operador y del
perro.
“Estoy involucrado en juicios penales en los que, de acuerdo con
la Sedena, el GT200 detectó sustancias prohibidas y municiones de uso exclusivo
del Ejército en una vivienda. Por eso catearon el domicilio. En uno de los
juicios, donde el perito es un colega, la juez ordenó a la Sedena que sometiera
al GT200 a una prueba de ‘doble ciego’”.
La Sedena envió a dos soldados
expertos en el uso del GT200 con uno de los aparatos y suficiente cantidad de
sustancias que supuestamente puede localizar. La prueba se hizo el 21 de octubre
de 2011 en la AMC. El GT200 no detectaba nada y los militares preguntaron si los
vecinos estaban tomando medicamentos. Incluso hicieron sacar del salón de prueba
la mesa del café, porque podía “falsear” la prueba al momento de buscar
anfetaminas…
Mochán sonríe: “Me parece absurdo, pero no puedo decir el
resultado de la prueba hasta que la juez dictamine, ya que puedo perjudicar a la
defensa”.
—La prueba confirmó su teoría sobre la falsedad del detector,
de lo contrario no daría la entrevista, comenta la reportera.
Dice
sonriendo: “Sólo en la CNDH hay cerca de 500 juicios involucrados con este
aparato. En la recomendación general 19, emitida el 5 de agosto de 2011, la
comisión señala que ‘el GT200 ha sido empleado en numerosas ocasiones por el
personal de las fuerzas armadas como medio que cuadyuva en sus investigaciones y
operativos en la lucha contra la delincuencia organizada’. Menciona que el
gobierno de la Gran Bretaña prohibió la exportación del ADE 651, para proteger a
sus soldados”.
En opinión del doctor en Física, la CNDH exhorta a que no
se use un GT200 porque es violatorio de los derechos humanos, porque desde el
exterior de la casa de una persona se busca percibir las sustancias que uno
guarda adentro. Están “husmeando” sin tener una orden judicial. “Pero entonces
le están confiriendo validez al aparato, cuando, reitero, no sirve para
nada”.
Sin embargo, aclara Mochán, sí puede hacer daño: “Es un
instrumento empleado para justificar los allanamientos. Argumentan flagrancia
sólo porque la antenita lo apuntó. Esto es muy grave porque el GT200 y el ADE651
no son evidencia de nada porque no funcionan, y cuando la antena le apunta a una
persona le pueden destrozar la vida, lo vuelven sospechoso de cualquier crimen
que le quieran inventar”.
En octubre pasado Mochán fue invitado por la
Comisión de Ciencia del Senado de la República a exponer sus hallazgos sobre el
GT200. Además de sus colegas Arturo Menchaca y Alejandro Frank Hoeflich, asistió
Francisco José Sánchez-Sesma, geofísico que dirigió el Instituto de Ingeniería
de la UNAM y es miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de
la República.
Estuvieron presentes los senadores Francisco Javier
Castrellón, Carlos Sotelo y Yeidckol Polevnsky, quienes el 13 de septiembre
propusieron un punto de acuerdo: exhortar al presidente para que solicitara a la
comunidad científica una evaluación de la eficacia de estos aparatos. El punto
de acuerdo iba a pasar al día siguiente al pleno para que se aprobara, pero
hasta la fecha sigue en espera.
“Me preocupa –explica el especialista–
porque estamos viviendo el surgimiento del terrorismo, bombas que aparecen por
varios lados. A un investigador le pusieron una bomba por estudiar
nanotecnología. Después otro paquete sospechoso apareció en el Cinvestav de
Irapuato, llegó el Ejército con este aparatito, checaron el paquete y
determinaron que era una bomba, pero resultó que era un regalo”. Luego sonríe al
mostrar fotos de soldados que intentan rastrear con un GT200 al panista Diego
Fernández de Cevallos, entonces secuestrado. Plantea:
“¡Imagínese que el
aparato diga que no es una bomba cuando sí lo es Esto pone en peligro a mucha
gente. Pemex lo está usando para proteger sus instalaciones. Si alguien pretende
sabotear a Pemex introduciendo un cargamento de explosivos y lo dejan pasar
porque el aparatito no lo detectó, se pone en riesgo la infraestructura del
país, la integridad y la vida de nuestras fuerzas armadas”.
—El gobierno
cuenta con un aparato de inteligencia y de seguridad nacional. ¿Estaba obligado
a saber que el aparato es un fraude?
—Es grave. Es una cuestión de
seguridad nacional, y si el criterio con el que se adquirió el detector es el
mismo con el que se hace inteligencia y se combate al crimen organizado, las
perspectivas que tenemos no son nada halagüeñas. Fue un error comprarlo. Pudo
ser mala voluntad o ignorancia. Si grandes instituciones como el Ejército y la
Marina no se dieron cuenta del fraude, es que estamos pagando un costo muy alto
por no tener ciencia.
—Se combate al narcotráfico con instrumentos de
juguete?
—Sí. El GT200 y el ADE 651 son juguetes. Sé que 25 países los
compraron; tenemos el honor de ser de los que más hemos adquirido y los únicos
que los seguimos usando.
Resume el doctor Arturo Menchaca, presidente de
la AMC: “Como personal científico calificado, es nuestra responsabilidad
informar sobre el posible peligro que corre el personal de la Sedena que lo
opera, así como todo aquel que depende del GT200 para su seguridad
personal”.
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