lunes, 14 de noviembre de 2011

VERDADES OCULTAS EN MAZATLAN

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Mintieron todos sobre el ataque al convoy del alcalde de Mazatlán
Ismael Bojórquez
Alejandro Higuera mintió. Lo hizo a petición del gobernador Mario López Valdez. También el procurador Marco Antonio Higuera y el subprocurador Martín Robles Armenta. Mintieron todos, menos Francisco Córdova Celaya, totalmente fuera de la jugada mediática por razones que nadie se explica.

Mintieron porque el presidente municipal de Mazatlán, Alejandro Higuera Osuna, sí estuvo en la balacera que se armó sobre la Maxipista la noche del lunes cuando regresaba de una reunión que tuvo con el gobernador para ver asuntos relacionados con la venta de cerveza en el estadio Teodoro Mariscal, donde la cervecería Modelo le pide “cancha” después de que durante años se ha impedido la venta de esa marca en el estadio de los Venados de Mazatlán.

Alejandro Higuera, según ha confirmado Ríodoce, cruzó la caseta de peaje que se encuentra a la altura del campo pesquero Mármol, a las 21:32 horas, según el ticket de comprobación. Detrás de la camioneta Chevrolet Cheyene doble cabina de su propiedad, en la que viajaba, pasó la camioneta Chevrolet placa UV-149390, donde viajaban sus dos escoltas que lo acompañaban desde Culiacán.

En la caseta lo esperaba ya una patrulla de la Policía Municipal de Mazatlán para apoyar el traslado, lo cual se hace regularmente como parte del protocolo de seguridad para el alcalde, cuando hace este tipo de viajes. En esta unidad viajaba el subdirector operativo de la corporación, Felipe Zárate Alemán.

Así, una vez que cruzaron la caseta de peaje, el convoy de tres unidades partió a su destino. A la altura del kilómetro 12, de norte a sur, Alejandro Higuera y su chofer observaron que adelante había vehículos a la orilla de la carretera. Eran tres, dos autos compactos y una camioneta. Uno de los autos y la camioneta estaban en posición encontrada. Sobre la camioneta había una torreta encendida.

Acompañados por Martín Heredia, a quien Alejandro Higuera impulsa para una diputación por el distrito 08, aminoraron la marcha. Cuando estuvieron más cerca vieron a hombres armados con fusiles que observaban el convoy. Fue entonces que frenaron completamente y dieron reversa. Al retroceder de improviso, la Cheyene en que viajaba el alcalde y sus acompañantes impactó la camioneta de los escoltas. El chofer de Higuera dio vuelta en “U” y regresó en sentido contrario hasta el puente que conduce a El Recreo. Luego tomó el sentido correcto, de regreso hacia la caseta de cobro, donde buscó refugio. Junto con él llegó la patrulla que había ido a recibirlo.

Escoltas bajo fuego


Los escoltas no corrieron la misma suerte. Una vez que la camioneta donde viajaba el alcalde dio la vuelta completa sobre la carretera, quedaron en la mira de los hombres armados. Quisieron regresar pero el impacto los sacó de equilibrio. Maniobraron pero la camioneta terminó dando una vuelta para terminar en sentido contrario al que iban, debajo del asfalto y ya sobre la maleza.

Reaccionaron disparando sus armas y eso les dio tiempo para escapar. La oscuridad era densa y al hacer los disparos también los sicarios buscaron refugio, sobre todo porque habían visto la patrulla de la Policía Municipal que iba en el convoy.

Los escoltas de Higuera abandonaron la camioneta y se internaron en el monte. Lo demás fueron disparos a discreción. Cientos sobre la camioneta, que recibió cerca de ochenta en el parabrisas, el vidrio trasero y la carrocería, del lado del copiloto. Después del ataque, los sicarios se esfumaron.

Operativo mediático


Alejandro Higuera entró en pánico y él mismo se encargó de expresarlo en “corto” a sus amigos y colaboradores más cercanos. Ya en la caseta, le marcó al gobernador, con quien había estado esa tarde. Le dijo lo que había sucedido. Todavía no conocía el destino de escoltas, de los que supo minutos después, cuando establecieron comunicación.

Malova le recomendó prudencia. Después de escuchar las circunstancias en que se dio el enfrentamiento, le dijo que tal vez no era dirigido hacia él, aunque no debían descartarlo.

Pero sobre todo, le dijo, deberían mantener la prudencia en el manejo de la información. “Hay que proteger el destino (turístico)”, le pidió, refiriéndose a que la noticia de un ataque al alcalde podía afectar aún más la imagen de Mazatlán.

Minutos después de que colgó con el gobernador, Alejandro Higuera recibió la llamada del procurador de Justicia, quien, a su vez, había sido informado de los hechos desde el tercer piso del Palacio de Gobierno.

Marco Antonio Higuera se puso a sus órdenes y le pidió que tomara acuerdos con su gente para el manejo de la información. No se armó un operativo para la búsqueda y captura de los atacantes, pero sí uno para bloquear y tergiversar la información, con el fin de “proteger la imagen del destino”.

Decenas de patrullas de la Policía Municipal empezaron a llegar a la caseta de peaje, federales, de la Marina, del Ejército. Minutos después Alejandro Higuera se retiró a su casa fuertemente custodiado. Los escoltas fueron localizados y protegidos también. No tenían un rasguño.

Algunos medios de comunicación de Mazatlán se enteraron a través de los sistemas de comunicación con los que escanean las comunicaciones de la Policía, y otros por mitotes que empezaron a circular.

El Debate subió a su sitio web una nota previa y más tarde la confirmación del hecho por parte del secretario de Seguridad Pública, Francisco Córdova Celaya. El Noroeste se durmió en sus laureles y hasta tuvo que acudir a su colaborador Raúl Rico para que intercediera con su compadre, el alcalde, y conseguir así información cierta sobre los hechos.

Pero Alejandro Higuera no se movió de su posición original: “Yo estoy muy tranquilo en mi casa”.

Al día siguiente todos los medios traían la nota, pero todavía con muchos hoyos negros. El alcalde ofreció una conferencia de prensa donde dijo que nunca estuvo en la línea de fuego, que sus escoltas se habían topado con un falso retén y que a él, que venía 15 kilómetros atrás, le avisaron para que se quedara en la caseta. Casi todos lo asumieron así.

Nadie le preguntó a Higuera Osuna porqué la camioneta de sus escoltas está golpeada de la parte delantera. Tampoco porqué su camioneta doble cabina, en la que viajaba, no apareció por ningún lado. Nadie le pidió el ticket donde estaba registrada la hora en que cruzó la caseta, ni tampoco si se había puesto de acuerdo con los empleados de Capufe para que su versión coincidiera con la suya.

Nadie le sacó lo que realmente le había pedido al gobernador a pesar de que eso implicaba engañar a la opinión pública y minimizar los riesgos en esa zona a pesar de que son de alerta mundial para turistas.

El oso de la PGJE

Alejandro Higuera y el propio gobernador podían mentir, que es algo consustancial a los políticos, pero no la Procuraduría de Justicia, porque desde ahí está tergiversando la investigación de los hechos.

El subprocurador general de Justicia en Sinaloa, Martín Robles Armenta, dijo que no se descartaría la posibilidad del atentado, pero que debía quedar claro que el alcalde y sus escoltas nunca estuvieron en el lugar del enfrentamiento.

Mintió Robles al decir que lo atacados no fueron los escoltas del alcalde sino dos policías municipales que “detectaron esas unidades con gente armada”.

El funcionario se hundió más en su propio embuste: “Se origina un enfrentamiento, (e) inmediatamente dan informe a la escolta del equipo de seguridad (sic) del presidente municipal para que ellos estén enterados y ellos deciden quedarse en la caseta de cobro de Mármol”.

De acuerdo con los peritajes, la PGJE recogió 146 casquillos para fusiles AK-47, 181 calibre .223, para R-15, seis casquillos para pistola .9 milímetros, dos casquillos para .38 Súper. También algunos cartuchos útiles y un cargador. Datos que fueron consignados en la averiguación previa 726/2011.

Tenían tanta prisa por terminar las periciales en el lugar de los hechos y alejar de la zona a periodistas curiosos, que dejaron regados en el asfalto y sobre el follaje por lo menos 52 casquillos de diferentes calibres, que luego fotografió Ríodoce para dar testimonio del desparpajo con que enfrentaron los hechos.

El cabo suelto

Alejandro Higuera fue cuestionado por las contradicciones entre él y la versión de Francisco Córdova, el secretario de Seguridad Pública, que la noche previa le había confirmado a El Debate que el alcalde había sido víctima de un atentado cuando se dirigía a Mazatlán. Higuera no supo explicar el diferendo.

Pero no se quedó con la duda. Francisco Córdova estaba en su oficina de Culiacán, calculadora en manos, sacando raíz cuadrada con los ejecutados acumulados hasta el 8 de noviembre, cuando recibió una llamada del alcalde de Mazatlán.

Higuera le dijo que era la única voz discordante y que había que ponerse de acuerdo para no seguirse contradiciendo con la información que se estaba dando a la prensa. “Hay que cuidar el destino”, le dijo.

Córdova le respondió que sí, que no había problema.

“¿Y quién le dijo que ventilara los hechos?”, le preguntó Higuera a su interlocutor.

“Elisa Pérez —le respondió el secretario—, ella me llamó y me dijo que ya la nota estaba en los medios nacionales, que no tenía caso seguir ocultando los hechos”.

Afirman elementos de la Policía Federal que nunca hubo falso retén


Los misterios del atentado


Cayetano Osuna / Mazatlán


“Que nos pasen (los dos escoltas del alcalde Alejandro Higuera Osuna) la receta de cómo le hicieron para enfrentar a los delincuentes y recibir decenas de impactos de bala entre calibres AK-47 y AR-15, en ambos lados y al frente de la camioneta en que viajaban para salir sin ningún rasguño”, dijeron a Ríodoce elementos de la Policía Federal de Proximidad Social, antes División de Caminos.

Los agentes se acercaron a preguntar a Ríodoce qué buscaba cuando hurgaba entre la maleza y tomaba fotografías del lugar donde fue la balacera que dejó tantas interrogantes a los mazatlecos como cascajos dispersos en el suelo.

Cada casquillo de cuerno de chivo que Ríodoce apuntaba en la escena del atentado “contra los escoltas” del presidente municipal de Mazatlán, ocurrido el lunes 7 de noviembre, aproximadamente como a las 21:40 horas en el kilómetro 12+350, por el carril de norte a sur de la Autopista del Pacífico Mazatlán-Culiacán, era como una pregunta al aire sobre cómo pudieron sobrevivir los dos jóvenes guardaespaldas a la lluvia de balas.

En el lugar de los hechos, Ríodoce encontró sobre tierra suelta y arbustos, manchas de aceite automotriz, un vidrio hecho trizas y vestigios de la defensa delantera de la camioneta Ford F-150 de color blanco, placas UV-149390 que quedó en sentido opuesto al que circulaba. También 51 casquillos calibre AK-47 y uno 2.23 para fusiles AR-15.

“Como puedes comprobar, casquillos calibre 38 Súper y 45 milímetros no había ninguno, los únicos que se encontraron fueron calibres AK-47 y 2.23”, afirman algunos elementos de la Policía Federal.

Los agentes desmintieron al primer munícipe que la mañana del martes 8 de noviembre había afirmado en conferencia de prensa que sus escoltas se habían topado con un falso retén instrumentado por los malandrines para despojar de sus vehículos a los conductores que transitaban por esa rúa de la autopista y al ser agredidos repelieron el fuego salvando sus vidas de milagro.

“Retén falso nunca hubo, ¿por qué?, porque en el lugar donde ocurrieron los hechos no hay brechas, no hay nada, pero lo insólito es que no hubo muertos y la camioneta recibió 70 impactos de lado a lado y por enfrente y vidrios destrozados”, sostienen los oficiales.

Los policías federales opinaron que la camioneta donde viajaban los escoltas de Higuera Osuna aparentemente chocó con otro vehículo, pero lo raro es que no hay ninguna marca de neumáticos en el asfalto originada por los frenos.

“Es una farsa, algo montado, porque no hay rayón de frenos donde dio vuelta bruscamente la camioneta, pues se supone que circulas cuando menos a 100 y/o 110 kilómetros por hora y no se podían haber parado de un seco sin rayar el asfalto”, comentan.

“Sin dedicatoria”

“La versión del presidente municipal es que, vuelvo a decir: yo esperé a que se desactivara ese retén falso en la caseta de Mármol, sí, porque manejan que unos paramédicos… véanme, aquí estoy; está el vehículo oficial que yo traigo, revísenlo con lupa, el carro blindado que está ahí guardado que lo uso para eventos de servidores públicos federales ahí está también”, dijo el alcalde Alejandro Higuera Osuna el martes 8 de noviembre en conferencia de prensa para aclarar que no sufrió ningún atentado.

—Pero sí iba (el atentado) directamente contra el alcalde aunque no estuviera usted cerca de ellos (los escoltas) —insistió una reportera al primer edil.
—No reina, es que eso, no lo puedo yo afirmar, casi lo puedo negar, porque es un hecho que era un retén falso. Porque ni siquiera iba en vehículo oficial. El alcalde iba en un vehículo de su propiedad, entonces, si hay un… es como si pasa un incidente en la carretera y va un alcalde y no le toca, pues no es que lleve dedicatoria para el alcalde.

—¿El secretario de Seguridad Pública dio información incorrecta alcalde?
—Pues yo creo que este… yo creo que él lo que dijo pues no le consta, ¿no?

—¿Se adelantó?
—Yo creo que se adelantó. Se adelantó a un asunto donde yo creo que la información que recibió no fue… fue información confusa, como había mucha confusión. Anoche que yo llego (la noche del atentado) y ya era una nota en El Universal y en los periódicos nacionales. Entonces yo creo que la información a raíz de esa información se aceleró mucho, pero no fue información real.

—Alcalde, ¿ya tuvo comunicación con el gobernador de Sinaloa?
—En el mismo instante, anoche, acuérdense que nosotros funcionamos en red, en línea, entonces desde el mismo momento que estaba yo en la caseta de Mármol estaba yo hablando con el gobernador y el procurador. Entonces es información que se da al instante en el momento que se dan las situaciones.

—¿Y por qué no con el secretario de Seguridad Pública, que fue el que soltó...?
—Porque en ese momento el alcalde, será muy Diablo, pero no sabe quién declara a esa hora, ¿no?

—De hecho son las fuentes que dan la información…
—Por eso, pero el alcalde no sabe en ese momento, el alcalde viene y no sabe en ese momento quién declaró en qué lugar, digo, también seré muy Diablo, pero no puedo tener el don del Padre Pío, de saber qué pasa en otros momentos.

—¿Desmiente al secretario de Seguridad Pública?
—Pues no, no. Lo que él dice no es correcto. Si eso se llama desmentir (o) “doña Petrita Pérez”, pues eso es.

—Pero este hecho (el atentado) sí le mete miedo, ¿verdad?
—No oiga, no pues renuncio ahorita, si yo tengo miedo pues ya dejo de ser alcalde. ¿Pa’qué estoy? Pa’llenar un expediente y nadar de “muertito”, no.

Amenazas previas

El alcalde Alejandro Higuera Osuna, argumenta que sus escoltas se toparon con un falso retén y que el atentado que sufrieron sus guardaespaldas no tiene dedicatoria contra él. Quizá tenga razón y se haya tratado de una casualidad, pero existen antecedentes que fortalecerían la hipótesis de que fue directo a su convoy.

La madrugada del sábado 2 de julio, un grupo armado dejó a dos personas mutiladas afuera de las instalaciones de los diarios El Debate y Noroeste de Mazatlán, con un mensaje de amenazas contra el gobernador Mario López Valdez, el propio presidente municipal, Alejandro Higuera Osuna, y el Grupo Élite, acusándolos de proteger a un grupo delictivo.

En esa ocasión, Higuera Osuna dijo a El Debate que rechazaba que el Gobierno estuviera protegiendo o dando ventajas a ningún grupo del crimen organizado, asegurando que las autoridades están de lado de la sociedad.

El 19 de octubre, la joven Elizabeth Castillejo López de 23 años de edad, fue encontrada degollada entre las calles Pescadores de Mazatlán y Crestón de Mazatlán en el fraccionamiento Hogar del Pescador, ubicado en la zona norte del puerto, con una cartulina blanca conteniendo un narcomensaje de un grupo delictivo autodenominado Zetas-Beltranes que advertía a los policías federales de caminos, élites y a jefes policiacos estatales: “Esto les va a pasar a los alcones ke apoyen a la Gente Nueva (sic)”.

Dos días antes, el 17 de octubre, presuntamente fue colocada por un grupo armado una manta (con una amenaza implícita contra las autoridades) en el puente peatonal de Urías, ubicado sobre la carretera Internacional al sur, porque acusaban tanto al presidente municipal Alejandro Higuera Osuna, al secretario de Seguridad Pública Municipal, Víctor Manuel Zataráin Cedano, como a un comandante y al subdirector operativo, de proteger a un grupo delictivo, enemigo del grupo denunciante.

La manta fue retirada por elementos de la Policía Municipal, y la versión de que la amenaza iba enderezada contra las autoridades municipales arriba mencionadas, dio un giro en el sentido que el destinatario del narcomensaje era un delincuente escondido en el estado de Nayarit, a quien invitaban a regresar al puerto a pelear la plaza a fuego y plomo.

Pese a que hubo testigos que vieron la narcomanta con la amenaza hacia las autoridades municipales, todos hicieron mutis ante los medios de comunicación.

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