sábado, 12 de noviembre de 2011

JUSTICIA AL ESTILO PACA CON LA"OUIJA DEL DIABLO"

Parece increíble que a tantos años del penoso incidente que significo el utilizar a La Paca para hacer valer la justicia se aplican hoy en día técnicas tan poco confiables para encarcelar inocentes, me parece increíble que aun sabiendo desde hace mas de 10 años que el detector de partículas tiene problemas para detectar drogas se siga utilizando para encarcelar inocentes.

Se me enchina la piel al saber que podría haber muchas personas en la cárcel de manera errónea, 8 meses le lleva a la justicia Mexicana el decir un “usted disculpe”.

OCHO meses que son suficientes para echar a perder a una persona en la cárcel, para desmadrar la vida de la familia que se queda en la calle, no puede ser posible que nuestra justicia ignore por sus huevos las recomendaciones que vienen desde incluso la misma casa que fabrica los aparatos, no puede ser posible que un juez no actué como se debe e investigue antes de sentenciar, mientras otro simplemente les vale verga y sentencien a 10 años aun sabiendo de la ineficacia del aparatito en cuestión.

Por desgracia los inocentes son gente que no tiene contactos ni $$$, cuantos mas hay en nuestras cárceles, estoy de acuerdo con que se combata el narcotrafico, estoy totalmente de acuerdo con el uso de la fuerza, pero no se puede ser tan pendejo como para ignorar lo que a todas luces se ha probado.

Esperemos que la siguiente historia se use como precedente y salgan libres todas esas personas que están encarceladas solo por el hecho que con el detector de partículas se determino que tenían o habían manejado drogas y no se les comprobó con algún otro medio, más vale un culpable en la calle que un inocente en la cárcel, este tipo de casos son los que nos hacen ver mal a ojos del resto del mundo. Luego nos preguntamos porque los franceses quieren sacar a su secuestradora de nuestro país?

El infierno del mixe Ernesto Cayetano Aguilar comenzó el 29 de enero de 2011 durante un retén carretero en Jaltipán, Veracruz.

El sol del mediodía hacía sudar a los pasajeros de un camión de segunda clase que estaba a media hora de llegar a su destino, Coatzacoalcos, cuando unos militares detuvieron el autobús para inspeccionarlo.
Un perro entrenado entró al camión y detectó en los asientos 32 y 33 lo que podría ser la evidencia de que ahí viajaba un traficante de estupefacientes.

Los soldados hicieron bajar a la veintena de pasajeros y les indicaron que formaran una fila. Un militar que portaba un mango de plástico negro con una pequeña antena móvil en la parte superior paseó con calma frente a los sospechosos, hasta que la antena del aparato comenzó a girar lentamente para detenerse justo en el momento en que apuntaba a Cayetano.

El detector molecular GT200, bautizado por los propios militares como la ouija del diablo, daba su veredicto: el indígena de 52 años, de rasgos recios y cuerpo compacto, sería a partir de entonces presunto traficante de drogas.

Lo raro es que Cayetano viajaba cuatro filas adelante del certero hallazgo canino. A los soldados les tomó cuarenta minutos desmontar con desarmadores el respaldo del asiento donde permanecía escondido un kilo de mariguana. En la inspección manual descubrieron que el mixe no llevaba desarmador ni residuo alguno de drogas. Pero no les importó.

A Cayetano lo aislaron y desnudaron. Le dijeron que el aparato lo inculpaba y sería remitido a las autoridades. Comenzó a angustiarse, se defendió en vano. Un sudor frío emanaba de su rostro. Tenía una idea de lo que podía esperarle porque sus 19 años como policía estatal comisionado en Puerto Escondido, Oaxaca, le habían dado la experiencia suficiente para imaginar lo que un ciudadano puede vivir cuando cae en manos de “la justicia”.

“¿Cómo es que me señala ese aparato? ¿Yo ni fumo y menos soy adicto a la droga!”, les dijo el cristiano devoto que viajaba rumbo a Coatzacoalcos para visitar a su hijo, quien vivía con su ex esposa desde hacía meses.

El papá iba emocionado al encuentro con el adolescente porque tras una racha de rebeldía, el muchacho comenzaba a mejorar en sus calificaciones escolares.

No llegó a tiempo a su cita. La pesadilla que duraría ocho meses y cuatro días apenas comenzaba.

Los científicos alzan la voz
A partir de 2008, el gobierno federal hizo compras masivas de detectores moleculares GT200 para reforzar los instrumentos con los que enfrenta la guerra contra las drogas.

Según información oficial obtenida a través de mecanismos de transparencia por el científico Andrés Tonini, México ha adquirido al menos 940 aparatos.

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) utiliza 742 de éstos, uno de los cuales señaló a Cayetano.

La Procuraduría General de la República (PGR), la Secretaría de Marina (Semar) y la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) también utilizan en operativos y cateos el detector de rastros de droga, armas y explosivos fabricado por la compañía británica Global Technical LTD.

Un sector de la comunidad científica internacional cuestionó la eficacia del aparato desde hace una década. En México, sin embargo, no fue sino hasta hace año y medio cuando desde los cubículos de algunas universidades se alzaron voces que alertaban sobre la ineficacia del mismo.

Los científicos denuncian que el GT200 no funciona con energía ni circuitos de ninguna especie. Dicen que sólo utiliza tarjetas tipo Ladatel que quedan bailando en el interior del mismo sin hacer contacto con ningún circuito eléctrico.

Y han demostrado que la antena es susceptible a moverse influida por movimientos apenas perceptibles de quien lo porta.

El físico Luis Mochán, especialista en propiedades electromagnéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabeza la cruzada divulgativa contra el GT200. Él asegura en entrevista que “de acuerdo a las leyes de la electrodinámica, y de las propiedades conocidas de los materiales, el GT200 no puede funcionar como dicen sus fichas técnicas”.

El investigador y otros de sus colegas han estudiado el aparato desde hace un año. “Es una vacilada”. Y niega que pueda detectar milésimas de millonésimas de gramos de droga, armas y explosivos, a una distancia remota de hasta 5 mil metros de distancia, como presume la compañía inglesa fabricante.

A principios de 2010, el gobierno de Gran Bretaña alertó al gobierno mexicano sobre la ineficacia del aparato, explicando que ordenaron una investigación policiaca contra la empresa bajo el cargo de fraude y que ellos lo dejaron de usar en la guerra de Irak.

Mochán dice que la misma empresa vendió ese aparato en los noventa a la patrulla fronteriza de Estados Unidos para que localizara migrantes indocumentados. La comunidad científica de ese país también demostró que el detector molecular no servía.

La evidencia salvadora
El frío seco se cuela a las celdas del penal de máxima seguridad de Villa Aldama, cerca de las faldas del cerro de Perote, el más alto de Veracruz, y llega a los huesos de los prisioneros.

Hay veces que la niebla se mete voluntariamente a la cárcel, creando un ambiente fantasmal.

Ahí purga su condena Martín Omar Estrada, El Kilo, antiguo líder del cártel de Los Zetas en San Fernando, Tamaulipas, y presunto autor intelectual de más de 183 asesinatos.

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