El presidente Andrés Manuel
López Obrador sigue esquivando un choque con el presidente Donald Trump por el
tema migratorio. Visto pragmáticamente, es una decisión inteligente, y no
habría razones por la indignación de Trump, salvo que considere, como parece
ser, que los compromisos con su yerno y asesor Jared Kushner en la Ciudad de
México, los incumplió. Ofreció contener a los migrantes, censarlos y
proporcionar sus nombres y fotografías al gobierno de Estados Unidos para
identificar posibles criminales y terroristas, y evitar ser aliado involuntario
de los demócratas, que quieren hacer del tema migratorio un tema electoral. A
cambio, se fortalecería la posición de Trump para cabildear la ratificación del
nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá.
Kushner fue muy específico,
según minutas del encuentro. Si México resuelve los problemas de la migración
desde Centroamérica, Estados Unidos estará dispuesto a ayudar a López Obrador
con sus problemas económicos. Pero si no los resuelve y con ello contribuye
indirectamente a la presión de los demócratas para acotarlo, no habrá
ratificación del acuerdo y el presidente se retirará del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte. No creo que eso le convenga a México, dijo
Kushner, pues entraría en recesión.
La preocupación de la Casa
Blanca, como se ha mencionado en este espacio, es un problema de seguridad
nacional porque dentro de las caravanas viajan sirios, iraquíes y pakistaníes,
que ingresaron a México sin que el gobierno de López Obrador se percatara de
ello. Abrir la frontera sin controles -aunque insisten los mexicanos que
realizaron censos-, explica porqué Trump declaró una crisis en la frontera,
desplazó más fuerzas federales al sur de su país, y elevó la presión a México.
López Obrador pareció entenderlo.
Despachó a Miami a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, para una
reunión de casi dos horas con la secretaria de Seguridad Territorial, Kirjsten
Nielsen, en la cual, dicen funcionarios, hubo 15 minutos donde la
estadounidense enfureció tanto -por razones no reveladas-, que incluso se le
puso la cara colorada. A su regreso, Sánchez Cordero anunció que controles
migratorio en el istmo de Tehuantepec -un viejo sueño de Washington para
establecer un dique en ese cuello de 200 kilómetros de largo-, se acabarían las
visas humanitarias -el cambio de la política de puertas abiertas por una de
contención-, serían un tercer país seguro para albergar a quienes pidieran
asilo político en Estados Unidos, y que las agencias de inteligencia de ese país
contribuirían con la identificación de posibles criminales y terroristas. Es
decir, les entregaron todo lo que ningún gobierno mexicano antes había
aceptado.
Pero aún así, Trump
enfureció. ¿Qué sucedió? La impresión, puede argumentarse, es que la Casa
Blanca concluyó que no hubo reacción de parte de López Obrador. El 27 de marzo,
abrió fuego el comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza, Kevin McAllenan,
quien dijo en El Paso que la situación fronteriza estaba en un “punto de
quiebre”. En los dos días anteriores, reveló, se detuvieron más de 12 mil
inmigrantes en la frontera con México, tres veces más de lo que se considera
una cifra “alta” y lo doble de un nivel de “crisis”. Sólo el lunes de la semana
pasada se capturó a cuatro mil personas, el número más alto de aprehensiones en
un solo día en la historia de Estados Unidos.
Dos días después, el 29 de
marzo, Trump escribió en Twitter: “México debe evitar que los ilegales entren a
Estados Unidos a través de su país y por la frontera sur. Por muchos años
México ha hecho una fortuna de ello, mucho más grande que los costos
fronterizos. Si México no detiene inmediatamente toda la inmigración ilegal…
cerraré la frontera o amplios segmentos de ella la próxima semana”. Algo está
en disonancia. Si el presidente López Obrador cedió en todo, ¿qué pasó? Aquí,
tres claves de ello:
1.- Ante las quejas de Trump,
López Obrador respondió que sí están haciendo cosas, y creando opciones de
trabajo para los mexicanos. Pero no entendió. La migración mexicana -que ha
decrecido en los últimos años- no es el problema, sino la que viene de Centroamérica.
Hablar de mexicanos es darle la vuelta al problema que abordó Kushner e
incumplir lo que acordó.
2.- López Obrador dijo que
revisarían si hay criminales dentro de las caravanas. El problema es que el
instrumento que tenían para ello, Plataforma México, fue desmantelado por el
gobierno de Enrique Peña Nieto y no ha sido restituido. Estados Unidos, que
financió el equipamiento tecnológico, no lo sabe. El gobierno de López Obrador
tampoco, porque tienen un diagnóstico equivocado de lo que era la plataforma.
El gobierno peñista les dijo durante que era “un proyecto de Slim” y lo
creyeron, por lo que han desestimado la mayor base de datos criminal en América
Latina. Por eso no saben con certeza, de forma instantánea, quiénes entran a
México como inmigrantes.
3.- El Instituto Nacional de
Migración anunció el domingo la reinstalación de las visas humanitarias,
contrario a lo ofrecido por Sánchez Cordero.
López Obrador no ha cambiado
su visión sobre cómo manejar la relación con Trump, a quien genuinamente le
tiene miedo por lo que puede ocasionarle a su gobierno. Es peor lo que está
sucediendo. Al ser tan locuaz para declarar sin acotar sus palabras, transmite
ideas equivocadas. Al tener colaboradores incapaces, carece de información de
calidad para responder a las exigencias. Tener un mensaje de gobierno diseñado
como propaganda, comunica fallidamente. Es el peor de los mundos. Se entregó a
Trump, y la Casa Blanca no entendió que se subordinó.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/2 DE ABRIL DE 2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario