lunes, 14 de marzo de 2016

LOS ZETAS, VIOLENCIA SIN FINAL


Los líderes no detenidos han tomado el control del cártel que opera en al menos 15 estados, dato reconocido por el Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI), de la PGR.

Se ha detectado actividad zeta en al menos otras siete entidades en las que presta servicio de “sicariato”.  Motines en prisiones, asesinatos y desaparición de periodistas entre sus últimas correrías. Continúa sin probarse la vinculación de ex gobernadores y empresarios con la organización criminal

Aunque se trata de la organización criminal más ‘golpeada’ por las autoridades federales –en las dos últimas administraciones–, Los Zetas continúan con fuerza su actividad delictiva tanto en México, como al otro lado de las fronteras norte y sur del país, diversificando sus delitos que no solo se concentran en el narcotráfico.


Eduardo Mendoza Robles, “El Zeta 33”

El cártel fundado por desertores de grupos de la milicia nacional hace casi dos décadas subsiste a la captura de sus líderes y las constantes bajas de sus integrantes, lo que constantemente le obliga a modificar su estructura y el fortalecimiento de sus células. No en balde le llaman “La Compañía”.

Los Zetas son uno de los nueve cárteles que la Procuraduría General de la República (PGR) reconoce que operan en México, al margen de cartelitos o bandas independientes.

También la agencia antidrogas estadounidense (DEA) afirmó en su ‘reporte anual sobre amenaza de las drogas 2015’ que este clan es uno de los nueve cárteles mexicanos que realizan el trasiego de enervantes a su territorio. 

El alto grado de violencia con el que ejecutan sus acciones y hacen valer su poder delincuencial es el sello característico de la organización criminal, destacando su anárquico comportamiento en las prisiones y el ataque a periodistas en los estados del noreste y golfo de México.

A la caída de por lo menos 40 de sus líderes o jefes de plaza que han sido capturados o abatidos por el gobierno de Enrique Peña Nieto, entre ellos los hermanos Treviño Morales, Los Zetas se muestran inmutables gracias a las alianzas que han tejido en algunos estados con otros cárteles como el de los hermanos Beltrán Leyva, en Sonora.  

LIDERES

Tras la detención el 4 de marzo de 2015 de Omar Treviño “El Z-42”, considerado el último gran capo del cártel de La última letra, como también como se hacen llamar, el ex comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, señaló ufano que la dirigencia de la banda se había quedado sin sucesores, al menos no había ninguno visible.


Foto: Internet/Eduardo Almanza Morales, “El Gori II”

Sin embargo los líderes emergentes rápido asumieron el papel de cohesionar sus células, las que cuentan con un líder, lugarteniente, contador, jefes de plaza, distribuidores, sicarios, “halcones” y otros miembros que se distribuyen las labores delictivas.

Contrario a lo señalado por Rubido, a la postre depuesto del cargo, tras la fuga del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán del penal del Altiplano, es pública y notoria la asunción del poder de Los Zetas por parte de Maxiley Barahona Nadales “El Contador”, por el que la Procuraduría General de la República ofrece una recompensa de 10 millones de pesos. 

También se tienen identificados como altos mandos en la dirigencia zeta a Román Ricardo Palomo Rincones “El Coyote” y Sergio Ricardo Basurto Peña “El Grande”, por quienes la PGR ofrece igual recompensa que por el “El Contador”.

Eduardo Almanza Morales es otro de los mencionados. Por su parte, desde 2014 el gobierno de los Estados Unidos de América, a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro, agregó a su lista de cabecillas del narcotráfico a Eduardo Mendoza Robles “El Z-33”, quien a la fecha no ha sido detenido.

A la recomposición de Los Zetas se suma como factor importante el egreso de prisión de algunos de sus viejos líderes, como Rogelio González Pizaña “El Kelin” o “El Z-2” (30 de agosto de 2014) y del ex militar Luis Reyes Enríquez “El Rex” o “Z-12” (15 de abril de 2015), de quienes se investiga su posible reincorporación o la creación de nuevos grupos criminales.  

PRESENCIA

De acuerdo con un informe del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI), de la PGR, la agrupación de la delincuencia organizada en cuestión tiene como sus principales lugares de operación:

Chiapas, Coahuila, Durango, Estado de México, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas.

El mismo reporte señala que Los Zetas tienen presencia en otras entidades del país, más no como una organización independiente, sino de manera “sicarial” trabajando para otros cárteles de la droga en contra de los grupos antagónicos o para el control de la plaza.

Foto: Internet/Ramón Ricardo Palomo Rincones, “El Coyote”

Misteriosamente el informe no señala los estados de Puebla, Campeche y Quintana Roo, donde se han registrado acciones criminales, principalmente secuestros y ejecuciones, por parte de este cártel.

También se tienen averiguaciones previas de su operación en entidades como Aguascalientes, Guanajuato, Distrito Federal y Sonora. Destacando en el plano internacional sus actividades en el trasiego de drogas y dirigencia de pandillas en Guatemala, Honduras, El Salvador y el sur de Texas, en Estados Unidos.

El CENAPI, que continuamente remite informes a la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y a diversos jueces de distrito para acreditar la existencia de la organización criminal de Los Zetas para comprobar a procesados la comisión de delito de delincuencia organizada, hace una breve descripción de las conductas para-sociales adoptadas por las varias células delictivas.

“Esta organización se encuentra vinculada a actividades relacionadas con el narcotráfico y otras conductas ilícitas; entre las principales destacan la distribución y venta de enervantes, cobro de derecho de piso, secuestro, extorsión, robo de vehículos, robo de hidrocarburo, robo de ganado, tráfico y trata de personas, tráfico de armas, ajuste de cuentas hacia organizaciones antagónicas (levantamientos y ejecuciones), agresiones y ejecuciones a autoridades estatales, federales, locales y centros nocturnos, blanqueo de recursos y control de piratería”, detalla el oficio CENAPI/C1/C3/DGAIDCSR/DIADCS/13981/13.

Y remata:

“Cabe mencionar que no se cuenta con datos que refieran una estructura definida, debido a que las organizaciones criminales constantemente se ven modificadas por las detenciones o bajas de sus integrantes, lo cual dificulta que la organización mantenga una estructura sin cambios’.  

Antecedentes Así como el cártel de Los Zetas ha establecido nexos con los hermanos Beltrán Leyva, en su corta historia también ha tenido alianzas efímeras con el Cártel de Juárez de los hermanos Carrillo Fuentes y el Cártel Arellano Félix en su fallido intento de frenar la embestida e invasión territorial del Cártel de Sinaloa en la década pasada. El informe del CENAPI resume el desarrollo del grupo criminal:

“A principios del año de 1997, el Gobierno Federal comisionó efectivos militares de los grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales (GAFE) de la Secretaría de la Defensa Nacional a la Procuraduría General de la República, como elementos activos de la entonces Policía Judicial Federal con la finalidad de apoyar en el combate a las organizaciones criminales.

Foto: Internet/Sergio Ricardo Basurto Peña, “El Grande”

“A los elementos asignados al Estado de Tamaulipas les fue asignada la clave Zeta, distintivo que utilizaron para operar sin ser identificados.

El desarrollo de sus funciones les permitió inicialmente conocer la forma de operar de las organizaciones delictivas de la entidad y posteriormente insertarse en la estructura de la organización del Golfo a través del reclutamiento promovido por Osiel Cárdenas Guillén, con la finalidad de hacer frente a las acciones implementadas en su contra por parte de las autoridades federales y contrarrestar a los grupos antagónicos.

 “Las principales actividades a las que se dedicaba este grupo de sicarios en la estructura de la organización bajo las órdenes de su líder Arturo Guzmán Dezena “Z-1”, era la de hacer labores de inteligencia (intervención de líneas privadas de sus antagónicos y oficinas gubernamentales), la custodia de su líder y lugartenientes, principalmente.

“Posterior a la detención de Osiel Cárdenas Guillén, el 14 de marzo de 2003, el grupo entró en un ciclo de transición, en el cual su condición operativa y el desconocimiento de la administración y logística de una organización delictiva los obligó a ‘rentar sus servicios’, para lo cual adoptaron la estrategia de dispersarse en pequeñas células.

“Hasta 2009, el grupo armado Los Zetas continuó operando para la organización Golfo, sin embargo en febrero de 2010, como producto de diferencias gerenciales entre los líderes de ambos bandos, Los Zetas deciden abandonar a la organización Golfo y erigirse como organización autónoma, quedando al frente de la misma Heriberto Lazcano Lazcano “El Lazca” (presuntamente abatido por SEMAR el 7 de octubre de 2012 en Progreso, Coahuila) y Miguel Ángel Treviño Morales “Z-40” (detenido por SEMAR el 15 de julio de 2013 en los límites de Anáhuac, Nuevo León y Nuevo Laredo, Tamaulipas)”.  

Terror y corrupción Desde luego el informe no hace referencia a los sucesos de terror en los que se involucra a la organización delictiva ni que sus miembros fueron los primeros en grabar videosara difundir decapitaciones y crueles asesinatos de rivales o bien de sus propios elementos señalados como traidores.

Tampoco se mencionan la matanza en 2008 en Morelia, Michoacán, durante la celebración del grito de Independencia; la ejecución sumaria de 72 migrantes centroamericanos en 2010, en San Fernando, Tamaulipas; el secuestro de otros 145 indocumentados a principios de abril de 2010 en la misma entidad; o el atentado terrorista en agosto de 2011 al incendiar el Casino Royale, en Monterrey, con saldo de 52 muertos.

Foto: Internet/Mexilay Barahona Nadales, “El Contador”.

Parte del crecimiento de Los Zetas es atribuido a su poder corruptor, pues no son pocos los señalamientos sobre empresarios y políticos coludidos con esta asociación delictiva, aunque solo en un caso –juzgado en Texas– se pudo sentenciar al industrial Francisco “Pancho” Colorado, acusado de conspiración para lavar dinero de la organización a través de subastas de caballos de carreras.

La condena de 20 años de prisión impuesta a Colorado fue revocada. Sin embargo, no se ha probado la relación de los ex gobernadores de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores con el cártel de ex militares.

Tampoco los señalamientos hacia el ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés y el ex mandatario de Veracruz, Fidel Herrera.

Los hechos más recientes que muestran el desprecio a la vida y la convivencia social por parte de Los Zetas son las masacres ocurridas en los penales de Apodaca en 2012 con saldo de 44 muertos y de Topo Chico hace unas semanas con la muerte de 49 reclusos. Ambos establecimientos carcelarios ubicados en Nuevo León.

También destacan los asesinatos y desaparición de periodistas en Veracruz y el Distrito Federal durante el último año, como fueron los casos del fotógrafo de la revista Proceso, Rubén Espinosa (1 de agosto de 2015) y de la reportera Anabel Flores Salazar, del periódico El Sol de Orizaba (8 de febrero de 2016). 


(SEMANARIO ZETA/ REPORTAJEZ / LUIS CARLOS SAINZ /LUNES, 14 MARZO, 2016 12:00 PM)

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