El
domingo fue dado de alta el exgobernador de Colima, Fernando Moreno Peña, quien
salvó la vida tras recibir cuatro tiros con una pistola de 9 milímetros que le
dispararon a menos de un metro de distancia mientras desayunaba, sólo porque
uno de los comensales era doctor y le aplicó inmediata atención de emergencia.
Moreno Peña no iba a vivir más allá del lunes de la semana pasada, cuando fue
atacado, y lo que esto significa parece no importarle lo suficiente al Gobierno
federal, cuya reacción fue retóricamente rápida y concreta, pero que en la
realidad ha sido negligente y decepcionante.
Tan
pronto como sucedió el atentado, el gobernador electo, Ignacio Peralta,
alarmado, buscó tomar precauciones. Le informaron que había dos hipótesis sobre
el intento de asesinato. Una, le dijeron, era la del narcotráfico, al tener
Moreno Peña un sobrino de quien se sospechaba tenía relaciones con la
delincuencia organizada. La otra era que en el ataque a él iba un mensaje a
Peralta. El gobernador electo habló a la Ciudad de México para pedir apoyo,
pero sólo encontró ofertas que resultaron huecas. El tema es de vital interés
por estar involucrada la seguridad nacional, pero a Peralta lo dejaron
abandonado.
Colima
no es el estado apacible que muchos recuerdan. Ahí se encuentra el puerto de
Manzanillo, que además de ser el quinto más importante del país, ha sido un
punto estratégico para el narcotráfico. Por Manzanillo llega la mayor parte de
los precursores químicos para la producción de las metanfetaminas proveniente de
China, y desde que se desmembró la Federación de cárteles a principio de 2008,
se ha convertido en campo de batalla de las organizaciones criminales, que
primero querían arrebatárselo al cártel del Pacífico, en ese entonces conocido
como cártel de Sinaloa, y que en la diáspora criminal quedó bajo el control de
los Hermanos Beltrán Leyva.
El
comandante de la 20 Zona Militar, general Francisco Ortiz Valdés, ha dicho
públicamente que los cárteles del Pacífico, Jalisco Nueva Generación y los
remanentes de Los Caballeros Templarios, pelean por el control del puerto, que
sólo entre julio y septiembre provocó la muerte de 30 personas. El negocio de
las metanfetaminas ha crecido significativamente en Estados Unidos. De acuerdo
con la Evaluación Anual de Amenazas de Droga que elabora anualmente la DEA, la
disponibilidad de metanfetaminas en Estados Unidos se está incrementando, y
está directamente relacionada con los altos niveles de producción en México.
Los
decomisos de los laboratorios en México se incrementaron significativamente
desde 2008, dijo la DEA, y los decomisos de la droga sintética en la frontera
se incrementaron 300% en los cinco últimos años. Las metanfetaminas no son las
únicas drogas que llegan por Manzanillo. Entre 2005 y 2014, las autoridades mexicanas
hicieron 2 mil 778 decomisos de drogas –que llegaron de Colombia, Perú y China,
principalmente–, y hierro y madero –que se exportaban a China–. El mercado para
las metanfetaminas en Estados Unidos se calcula en 100 mil millones de dólares
anuales.
El
negocio ilícito de las metanfetaminas ha ido de la mano de la política desde
los 90, cuando los hermanos Amezcua comenzaron a producir las drogas
sintéticas. Un exgobernador, Silverio Cavazos, fue asesinado a las puertas de
su casa en noviembre de 2011, y después de capturar a varios presuntos
responsables, la entonces procuradora de Colima, Yolanda Verduzco, dijo que el
cártel de La Familia Michoacana era el responsable del crimen porque “le
estorbaba para operar”. Más adelante, la procuradora señaló a un sobrino de
Moreno Peña como presunto coautor intelectual del asesinato. No era el único
familiar con nexos oscuros. Humberto Anguiano, hermano del actual gobernador,
Mario Anguiano, fue detenido hace una década acusado de vender drogas
sintéticas al menudeo.
Toda
esta realidad donde la política se mezcla intermitentemente con el
narcotráfico, llevó a la primera hipótesis sobre el atentado al exgobernador
Moreno Peña. Pero la idea de que fuera un mensaje dirigido a Peralta, quien
asumirá la Gubernatura en dos semanas no fue descartado. El día del atentado,
Peralta le habló a su amigo, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, para
solicitar a través suyo el apoyo federal. De acuerdo con la información que ha
trascendido, Videgaray habló con el presidente Enrique Peña Nieto,
transmitiéndole la preocupación del gobernador priista electo.
Después
de esa llamada, agregaron, Videgaray le respondió a Peralta que el secretario
de la Defensa, general Salvador Cienfuegos, se pondría en contacto con él.
Nunca lo hizo. El Gobierno federal se olvidó de Peralta, quien consiguió
algunos importantes apoyos entre privados de fuera del estado, aunque
limitados. Peralta, de acuerdo con personas que lo conocen, no ha recibido
protección federal y, en las condiciones actuales, las escoltas estatales no
resultan, aunque sea por percepción, confiables.
Peralta
se convertirá en el Gobernador de un estado infectado por el narcotráfico y el
Gobierno federal ni siquiera lo ve. El abandono del que ha sido sujeto durante
semana y media, revela negligencia extrema inexcusable en la autoridad federal.
En una entidad donde el narcotráfico ha demostrado ser más poderoso que el
Estado, o que criminales pueden atentar contra políticos de alta jerarquía, esa
irresponsabilidad se traduce como una incomprensión en que la vida de un
gobernante rebasa todos los ámbitos. Este es un tema de seguridad nacional,
donde las omisiones son imperdonables. La pregunta que flota para el Presidente
es cuántas más va a tolerar.
rrivapalacio@rivapalacio.com.mx/
twitter: @rivava
(ZOCALO/
Columna “Estrictamente Personal” de Raymundo Riva Palacio/ 22 de Octubre 2015)
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