Durante
siglos, la naturaleza ha asombrado al hombre. El océano impone, un volcán
asombra y los múltiples ecosistemas presentes en el mundo maravillan; sin
embargo, éstos también aterrorizan.
En
la historia del mundo existen innumerables desastres naturales. El 12 de enero
de 2010 Haití sufrió un terremoto de 7.2 grados donde murieron unas 316 mil
personas. Este terremoto ha sido el más fuerte registrado en la zona desde el
acontecido en 1770.
Tan
sólo uno año después, el terremoto y posterior tsunami de Japón en 2011,
denominado oficialmente por la Agencia Meteorológica de ese país como el
terremoto de la costa del Pacífico en la región de Tōhoku o Gran terremoto de
Japón oriental del 11 de marzo, fue un movimiento telúrico de magnitud 9.0 que
creó olas de maremoto de hasta 40.5 metros donde 115 mil 845 personas murieron.
Así,
hace 30 años la naturaleza también sorprendió a la Ciudad de México, marcando
un antes y un después para toda una nación. El jueves 19 de septiembre a las
7:19 horas el terremoto alcanzó una magnitud de 8.1.
El
epicentro se localizó en el Pacífico mexicano, cercano a la desembocadura del
río Balsas en la costa del estado de Michoacán, y a 15 kilómetros de
profundidad bajo la corteza terrestre. De acuerdo con cifras oficiales, al
menos 10mil personas murieron aquel día.
Gran
parte de la población que vive en las afueras del DF lo hace en condiciones inseguras.
Foto: Especial: SinEmbargo
Ciudad
de México, 20 de septiembre (SinEmbargo).– El 19 de septiembre de 1985 se
derrumbaron 12 mil 747 edificios en la Ciudad de México, de los que el 65 por
ciento eran viviendas. Pero también aquel día la ciudadanía se unió como pocas
veces ha tenido registro nuestra historia y brilló la solidaridad civil en el
país.
A
pesar del terremoto, la urbe salió adelante, creció y hoy se posiciona como la
ciudad más grande no sólo de la República Mexicana sino del continente americano.
30 AÑOS DESPUÉS
La
salida México – Cuernavaca
Tras
el terremoto, que de acuerdo con las autoridades del Departamento de Sismología
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue un parteaguas en
mucho sentidos y le transformó la cara y la vida a la Ciudad de México, las
cosas cambiaron: una de ellas fueron los códigos de construcción.
Mientras
el centro de la ciudad y sus zonas más acaudaladas presentan construcciones
majestuosas e impecables con decenas de pisos, éstas cumplen con las normas de
construcción para zonas sísmicas.
Sin
embargo, ahora existen en el Distrito Federal miles de inmuebles que fueron
diseñados con una normatividad anterior a la del sismo de 1985 y que son
catalogados de alta y media vulnerabilidad estructural. La periferia de la
Ciudad de México se encuentra repleta de estos inmuebles que presentan
características humildes y austeras, y alojan a más del 90 por ciento de la
población total.
EN LA FRONTERA CON HIDALGO
Dichas
zonas –los “ghettos” del Distrito Federal– ubicados en las periferias y cerros
que delimitan la ciudad, son casas en obra negra, con techos de lámina, un
tinaco de agua y una antena de televisión. Y en los casos más desafortunados
los hogares cuentan con muros de cartón, techos de lona y piso de tierra.
Este
modelo de producción en masa para las clases populares representa ventajas a
las empresas constructoras privadas ya que la ubicación de los complejos
abaratan el valor del suelo, y a la vez que el mercado de destino y la nula
regulación estatal posibilita el uso de materiales de construcción de baja
calidad.
LA SALIDA A TOLUCA, ESTADO DE MÉXICO
En
las periferias hay espacios resignados a servir a sus habitantes sólo como
dormitorio, porque de día se convierten en una especie de pueblos fantasma
debido a que sus habitantes viajan diariamente al DF para trabajar.
Además,
debido a la ubicación de estos asentamientos, la movilidad cotidiana por motivo
laboral se convierte en una de las actividades que más tiempo consume. Llegando
a cubrir entre tres y cinco horas de cada día, con lo que se reducen otras
actividades fundamentales como el descanso, los alimentos o la convivencia con
la familia.
LOS LÍMITES CON PUEBLA
La
abundante población en las periferias no es coincidencia, los proyectos son una
inversión garantizada y la única alternativa para millones de mexicanos, porque
estas unidades habitacionales son la única opción de acceder a un espacio
propio, a un patrimonio familiar, una casa.
LA SALIDA A QUERÉTARO
A
30 años del sismo que le cambió la cara y la vida a la Ciudad de México, aún no
se tienen las medidas ni normas necesarias para prevenir o mitigar los daños
que un desastre como éste podría ocasionar en la gran metrópoli. A tres décadas
del desastre natural más impactante y devastador que ha sufrido el país, su
capital todavía no se encuentra preparada para enfrentar una tragedia similar.
(SIN
EMBARGO.MX/ Redacción / septiembre 20, 2015 - 00:00h)
No hay comentarios:
Publicar un comentario