Desde
el 2006 la PGR ha detenido a más de 7 mil niños y menores de edad involucrados
en el narcotráfico, una situación que se agrava por la falta de un Sistema de
Justicia Federal para Adolescentes que brinde atención y seguimiento a estos jóvenes
que han sido reclutados por el crimen organizado
Cayó
casi 70 por ciento la detención de menores de edad en este sexenio
Los
reclutadores del narco se parecen a los amigos. Su aparente éxito atrae
miradas. Usan ropa de marca, teléfonos celulares , autos último modelo y se
rodean de personas hermosas. Es riesgoso, es mal visto, es criminal y tentador.
Un día te invitan a su mundo. Se arreglarán todos tus problemas de dinero y
sólo es cosa de matar, piensas. Llegó el día y fuiste invitado. Lo piensas.
Matar, matar, matar... Otro día la invitación expira y tienes una pistola en la
cabeza. Matar o morir es ahora la regla.
Así
es la narcoexplotación de adolescentes.
—Oye,
hay un chavo que me invita a hacer un trabajo, es de artillero.
—¿Artillero,
Pepe? ¿En el Ejército?
—No,
con una banda.
—¿En
qué consiste el trabajo?
—Matar
a personas. Que me pagan 50 mil pesos.
Un
miembro de una ONG que ayuda a jóvenes en riesgo de narcoexplotación muestra el
diálogo con Pepe en la pantalla de su teléfono. La historia de este adolescente
es como la de muchos niños y jóvenes que se ven obligados a ingresar en las
filas del crimen organizado.
Las
estadísticas de la PGR indican que desde el 2006 hasta la fecha han sido
detenidos más de 7 mil niños y adolescentes acusados de delitos relacionados
con el crimen organizado .
Casi
el 90 por ciento de estos menores de edad , 6 mil 450, fueron detenidos entre
el 2006 y 2012, años que comprenden el sexenio pasado que encabezó el ex presidente
Felipe Calderón.
En
el 2010 y 2011 el número de detenciones de menores por delincuencia organizada
llegó hasta los mil 200 por año.
En
lo que va del actual sexenio –de acuerdo a este reporte de la PGR- se han
detenido 683 niños y adolescentes y jóvenes menores de 18 años de edad, lo que
implica una drástica caída.
Es
decir, mientras de 2006 a 2012 el promedio anual de capturas fue de 921, en los
años 2013 y 2014 descendió a 288.
Cayó
casi 70 por ciento la detención de menores de edad en este sexenio... sin que
eso sea una buena noticia.
“Cuando
hay confrontación de fuego, se requieren soldados de ambas partes, lo que ha
hecho el Ejército es que también reclutó a adolescentes en el mundo rural,
incrementó su reclutamiento a través del servicio militar anticipado, eso lo
denunciamos, afortunadamente ya lo dejaron de hacer, quedó prohibido por ley,
logramos que eso se modificara en las leyes militares, pero el crimen
organizado por supuesto que no paró y ha seguido reclutando de manera forzada a
muchos adolescentes, bajo el tema de ‘te pago o te mato”, denuncia Juan Martín
Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en
México.
El
investigador reconoce que historias como la de Pepe, un niño que fue contactado
por los grupos del crimen organizado la semana pasada para ser reclutado como
sicario, pasan todos los días en el país.
—Creo
que te están engañando y tienes que negarte, entre sicarios no están pagando
tanto dinero y corres el riesgo de cruzar las puertas del Infierno. —le dice el
entrevistador.
—Ya
hasta me amenazaron.
—Sé
que tienes tiempo en malos pasos, sugiero lo pienses con más detenimiento.
—Es
tiempo de correr.
—No
lo pienses mucho. Salte del lugar en donde estás. ¡Hoy mismo! —le recomienda.
—¿Y
dónde me quedo?
—¿Llama
al albergue? Ellos podrían buscar algún lugar.
—¿Estas
personas saben de ese albergue?
—No.
El
caso más sonado es el de “El Ponchis”, un niño sicario de Morelos que fue
detenido por militares. En Chihuahua, hay un niño de 16 años que aceptó su
participación en 50 asesinatos. En el Distrito Federal está el caso de
“Ramoncito”, quien fue condenado a cinco años de prisión por su participación
en al menos dos homicidios. Se le acusa de haber dejado parapléjico a un
policía de la Bancaria e Industrial.
MORIR O MATAR
Las
investigaciones judiciales y la inteligencia rastrean a los integrantes de los
grupos delincuenciales y sus conexiones. A los narcos les preocupa dejar rastro
y reclutan a jóvenes y, pasado cierto tiempo, los desechan. Los adolescentes se
convierten en presas.
Juan
Martín Pérez García critica que no exista en México un mecanismo de vinculación
de los jóvenes que viven esta problemática en el que encuentren seguridad y
protección para denunciar al crimen organizado y obtener protección del Estado.
Los muchachos se ven obligados a participar en las actividades de estos grupos
y son criminalizados, cuando deberían considerarse como víctimas.
“Se
están viendo como un peligro para la sociedad. Vemos a más chicos que cometen
delitos federales y tal, pero es a la inversa, tenemos a más chicos expuestos
al peligro, sin que el Estado, en sus distintas expresiones, esté haciendo nada
más que encerrarlos”, alerta.
El
encierro, de acuerdo con el especialista, es la peor forma de profundizar el
fenómeno, porque llegan a un sistema que aunque teóricamente no es carcelario,
en los hechos y en la cultura lo es y ahí se enganchan en dinámicas todavía de
mayor riesgo.
Los
adolescentes en estas circunstancias requieren del cobijo del Estado, pues al
haber participado en los cárteles de la droga poseen información que puede
ayudar a que las autoridades ubiquen la actuación de otros integrantes de las
mafias. Se han dado casos en que los jóvenes que son arrestados son asesinados
en los centros tutelares por integrantes del crimen organizado.
Pérez
García afirma que hace falta crear mecanismos que ayuden a que los jóvenes
puedan escapar y recibir ayuda: “Esto no significa necesariamente que se
vuelvan ni testigos protegidos o demás, algunos podrían, si quieren hacerlo,
pero esencialmente se trata de protegerlos y de garantizar su integridad y
seguridad”.
—Sal
corriendo de ahí —le dice el miembro de la ONG a Pepe.
—¿Cómo?
Si tengo miedo.
—Llévate
poca ropa y no le avises a nadie. Tira el chip de tu celular en la calle.
—Pero,
¿a dónde?
—No
le avises a nadie. Ya hablé con Rafa (otro voluntario). Te reciben en el
albergue. Voy al rato. Tú decides si te quieres salir, pero la idea es que ya
no regreses.
—Voy
a juntar para rentar un cuarto y ya.
—¿Y
realmente tienes tiempo? Te van a presionar para que dispares. Y después te
matan. Así funciona. No dejan testigos. —le advierte al menor.
De
no ir a prisión, en la organización criminal llegará un momento en que, por la
misma información que poseen, requieren
ser suplantados y los pistoleros mayores enganchan a otro joven para que lo
mate.
“Ahora
hay una especie de escalerita, de alguna forma ya hay manera de hacer
seguimiento e investigación, y el método más fácil y barato es usar
adolescentes, que a su vez otro adolescente mata y a su vez se va haciendo una
cadena”, advierte el psicólogo de la UNAM experto en temas de niñez y
adolescencia.
A
los jóvenes capturados los llevan a un centro tutelar de menores en donde no
son tratados de manera que se les pueda reinsertar en la sociedad y terminan
yendo a “universidades del crimen y el delito”. Los jóvenes del narco son
tratados como victimarios aunque también son víctimas. Son condenados al
encierro, aunque fueron obligados a trabajar para el crimen.
“(En
el caso de Ponchis, el niño sicario) nadie escuchó ni recordó que cuando es
detenido, y presentado ilegalmente a los medios, lo primero que dijo es que
había sido levantado, que había sido drogado, y él reconocía su participación
en cuatro homicidios, pero todo mundo se quedó en los homicidios y nadie
observó ni destacó que había sido reclutado de manera forzada.
“Los
estamos revictimizando, son reclutados, son forzados para participar con el
crimen y cuando son detenidos por el Estado no es para protegerlos sino para
procesarlos como delincuentes, entonces hay una doble victimización”, señala el
director ejecutivo de la Redim.
Por todos los elementos que convergen en el
fenómeno, de ninguna manera se puede considerar que sea una buena noticia la
baja en las detenciones de menores que participan en las filas del narco, ya
que no hay cifras oficiales que indiquen que se está apoyando en su protección.
“El
descenso (en capturas de jóvenes) habla de una estrategia distinta y me
permitiría sugerir una hipótesis delicada y peligrosa, sin duda: ¿Hasta dónde
muchos de estos niños no están siendo detenidos porque se está incrementando el
homicidio y la desaparición?.
“Creo
que es muy importante que se cree una estrategia atendiendo las recomendaciones
internacionales para poder conocer los patrones que está teniendo el crimen
organizado en este reclutamiento o narcoexplotación de chicos y chicas y dónde
están aquellos que ahora ya no están siendo detenidos, porque esto no significa
necesariamente que no estén siendo víctimas”.
(REPORTE
INDIGO/ JULIO RAMÍREZ/ Lunes 14 de septiembre de 2015)
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