Un informe
reciente de la DEA ubica al Cártel de Sinaloa —asociado con narcotraficantes
colombianos— como una de las organizaciones criminales que surten de droga a
grupos islamistas del occidente africano, quienes al revenderla obtienen
ganancias que ponen al servicio de sus causas. En sentido contrario, y mediante
complicadas triangulaciones, traficantes de armas ayudan a los latinoamericanos
con el lavado de dinero. Así, la agencia antidrogas estadunidense, aunque no lo
hace explícitamente, coloca a la organización encabezada por el Mayo Zambada
como uno de los “patrocinadores”, entre otros, de Hezbolá y Al-Qaeda.
WASHINGTON
(Proceso).- El Cártel de Sinaloa —asociado con narcotraficantes y grupos
paramilitares de Colombia— es uno de los principales proveedores de cocaína y
otras drogas para los mercados del oeste de África y de Europa, revela un
reporte especial de la DEA.
El informe de 77
páginas —copia del cual consultó Proceso— señala indirectamente al Cártel de
Sinaloa como uno de los grupos que financian a los terroristas que operan en el
oeste africano.
“Los nexos entre el
tráfico de drogas y el terrorismo (narcoterrorismo) siguen creciendo y no es
una tendencia nueva. El narcoterrorismo puede ser ampliamente definido como el
solapamiento de las actividades del tráfico de drogas y el terrorismo”,
sostiene el reporte de la DEA Combatiendo al crimen organizado trasnacional.
Elaborado por el
Centro de Operaciones contra el Narcoterrorismo (CNOC) de la División de
Operaciones Especiales de la DEA (entidad creada después de los ataques
terroristas del 11 de septiembre de 2001), el reporte afirma que grupos
terroristas del oeste africano utilizan las ganancias de la venta de drogas que
adquieren de colombianos y mexicanos para financiar sus “proyectos de terror”.
El CNOC indica que
en el oeste de África y gracias al incremento en la venta de cocaína que les
hacen llegar el Cártel de Sinaloa y sus socios colombianos, los grupos
terroristas han diversificado sus actividades criminales para obtener más
ganancias.
“Las franquicias del
terrorismo dedicadas al narcotráfico llevan a cabo actividades criminales
alternativas para obtener más recursos: lavan dinero, secuestran, extorsionan y
contrabandean”, puntualiza el reporte de la DEA entregado hace unos meses al
Departamento de Justicia en Washington.
Aunque el gobierno
de Estados Unidos no tiene catalogado al Cártel de Sinaloa como una agrupación
narcoterrorista, en el informe del CNOC se resalta el hecho de que de los 51
grupos terroristas identificados en el mundo por el Departamento de Estado, la
DEA ubica a 20 como organizaciones asociadas con el narcotráfico colombiano y
con el mexicano.
De entre esos 20
grupos la DEA destaca a dos: Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM) y a Hezbolá
en Líbano.
“Controla la región
del Sahel en el oeste de África, incluidas las rutas del trasiego de drogas que
cruzan a todos los países de esta área”, matiza el reporte en el caso de AQIM.
Respecto a Hezbolá,
apunta: “Está involucrado de manera significativa en el tráfico de cocaína y el
lavado de dinero entre Sudamérica, el oeste de África, Europa y el Medio
Oriente”.
El fenómeno de la
participación del Cártel de Sinaloa en el mercado de las drogas del oeste
africano, según la DEA, se debe al declive del consumo de cocaína en Estados
Unidos y a la caída del precio de esta droga en ese mercado, “mientras en
Europa, Medio Oriente y África, la cocaína sigue subiendo de precio y cada vez
se hace más popular entre la población de esta región del mundo”.
FACILITADORES SOMBRA
La investigación de
la DEA en torno al involucramiento del Cártel de Sinaloa en el trasiego de
drogas al oeste de África explica que la organización criminal, ahora dirigida
por Ismael el Mayo Zambada, no envía a su gente a esa región del mundo a
negociar de manera directa, sino que lo hace mediante socios colombianos, en
primera instancia con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
calificadas por Washington como “agrupación narcoterrorista”.
Una vez iniciada la
relación con los clientes de África, el Cártel de Sinaloa comenzó a ampliar
independientemente sus relaciones con los cabecillas del crimen organizado del
continente, entre los cuales se identifica a traficantes internacionales de
armas a quienes el CNOC llama “facilitadores sombra”.
La DEA enfatiza que
estos criminales son quienes “saben cómo explotar y resquebrajar los sistemas
judiciales y económicos de la comunidad internacional para sacar ventaja y
ganancia del nexo entre el crimen y el terrorismo”.
Según cálculos de la
ONU, el tráfico de drogas genera ganancias anuales por alrededor de 320 mil
millones de dólares. El CNOC considera que ante la expansión del narcotráfico,
era lógico que los facilitadores sombra se pusieran en contacto y se asociaran
con narcotraficantes de Colombia y México.
Los facilitadores
sombra, dice el documento, proveen a los narcotraficantes y a los terroristas
servicios de lavado de dinero, contrabando, falsificación, explotación y
control de rutas para el trasiego de narcóticos y de armas.
Muchas
organizaciones del tráfico de drogas y del terrorismo internacional “comparten
los servicios de un mismo facilitador sombra, por lo cual la captura de alguno
de éstos representa un fuerte golpe a la criminalidad trasnacional”, afirma el
CNOC, que ubica entre ellos a los sirios Monzer Mohammad al-Kasar y Richard
Chichakli, el ruso Víktor Anatolyevich Bout, el sueco Paul Mardirossian, el
griego Joannis Viglakis, el exmilitar estadunidense Joseph Hunter y el afgano
Taza Gul Alizai, algunos de los cuales ya fueron detenidos.
El reporte del CNOC
indica que el Cártel de Sinaloa inició sus operaciones en el oeste de África
hace apenas 10 años. La DEA refiere que los primeros facilitadores sombra que
enlistó ese grupo de la mafia mexicana fueron varios líderes de la FARC y
exintegrantes del Cártel de Medellín.
“Aprovecharon la
relación que tenían narcotraficantes colombianos desde la década de los ochenta
con gente del narcotráfico mexicano, como Juan José Esparragoza Moreno, el
Azul, uno de los principales enlaces de los colombianos para el trasiego de
cocaína hacia Estados Unidos, para fortalecer el tráfico de drogas a Europa y
el oeste de África”, comenta a Proceso un agente especial de la DEA que estuvo
al tanto del reporte de la CNOC y quien aceptó hablar a condición de conservar
su anonimato.
“El posicionamiento
que tiene el Cártel de Sinaloa a escala mundial en el tráfico de drogas lo
convirtió en el socio ideal del terrorismo en el oeste de África y eso lo
aprovecharon los facilitadores sombra y los propios líderes de la organización
criminal mexicana, como el Azul, el Chapo (Joaquín Guzmán Loera), el Mayo
Zambada y otros más”, agrega el agente de la DEA.
CONTACTO VENEZOLANO
El libanés Yehya Ali
Daoud Zeiter, detenido el 14 de abril de 2008 en Rumania, es uno de los
facilitadores sombra a quienes el CNOC asocia con el Cártel de Sinaloa, las
FARC y otros narcotraficantes colombianos.
A este libanés, a
quien el gobierno de Estados Unidos acusa de financiar las operaciones
terroristas de Hezbolá, la DEA le achaca la operación de las rutas para el
tráfico de cocaína y heroína en Argentina, Brasil y Paraguay, puntos de partida
que “utilizaba para la exportación de estas drogas con destino a los mercados
de Europa y Medio Oriente”.
Francisco Antonio
Flórez Upegui, Don Pancho, y sus socios —el libanés Chekri Harb y el
guatemalteco Juan Fernando Sandoval Wyss— son otros personajes ligados por la DEA
a las operaciones que realiza el Cártel de Sinaloa en el oeste africano, Medio
Oriente y Europa en su relación indirecta con grupos terroristas.
“Don Pancho, uno de
los líderes de más alto rango de La Oficina de Envigado, se inició desde hace
30 años en el tráfico de drogas como integrante del Cártel de Medellín”, se lee
en el reporte, que luego matiza: “Flórez Upegui coordinaba el transporte de
cargamentos de múltiples toneladas de cocaína destinadas a Europa, Medio
Oriente y África, así como cantidades no determinadas de heroína que salían
desde Colombia, Centroamérica y México para Estados Unidos y otros
continentes”.
Al guatemalteco
Sandoval Wyss, detenido por la DEA en abril de 2008 en Florida, y a su socio
Jorge Mario Paredes Córdova, el informe del CNOC los llama “cabecillas de una
organización del tráfico de cocaína que opera con narcotraficantes mexicanos
(Cártel de Sinaloa) y guatemaltecos”.
De acuerdo con la
información recopilada en el expediente especial sobre el narcoterrorismo en el
oeste de África, el libanés Chekri Harb, simpatizante de Hezbolá, “coordinaba
las operaciones de lavado de dinero y transporte de cocaína y otras drogas de
los proveedores de Colombia y México, en Damasco y El Cairo”.
El venezolano de
origen sirio Walid Makled García, líder de la organización criminal Los Turkos,
está catalogado por el gobierno de Estados Unidos como otro de los
facilitadores sombra del Cártel de Sinaloa.
El informe de la
División de Operaciones Especiales de la DEA explica que Los Turkos —cuya base
se ubica en el estado de Carabobo— se encargan de sacar cocaína colombiana y la
perteneciente al Cártel de Sinaloa desde esta región venezolana para destinarla
a los mercados de Europa, Medio Oriente y el oeste de África.
La DEA sostiene que
en sus investigaciones contra grupos narcoterroristas descubrió que Los Turkos
tienen muy buena relación con Hezbolá, agrupación para la cual lavan dinero
procedente de la venta de armas.
“Makled García ha
sido ligado con los dirigentes de más alto rango de las organizaciones del
tráfico de drogas tanto de Colombia como de México. Él y sus asociados emplean
una red de funcionarios, militares y policías corruptos de Venezuela para
salvaguardar las operaciones de su organización y garantizar la efectividad de
sus actividades de tráfico de drogas. Además es dueño de múltiples propiedades
y entidades financieras a las que utiliza para lavar el dinero procedente de la
venta de cocaína que distribuye para los narcotraficantes colombianos y
mexicanos”, concluye el informe del CNOC.
(RIODOCE/
PROCESO/ JESUS ESQUIVEL/ 21 diciembre, 2014)
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