sábado, 9 de agosto de 2014

NIÑAS MADRES, UNA CRUEL TRADICIÓN TRIQUI

Niñas esposas. Negro futuro
SANTA MARÍA YUCUNICOCO, Oax. (apro-cimac).- El sol había comenzado a enrojecerse anunciando el atardecer cuando a gritos llamaron a Macario, un hombre esbelto dedicado al campo.

Animado y algo bebido, José, un joven de 21 años, había llegado con ocho cartones de cerveza, 20 litros de mezcal, 10 rejas de refresco y un par de gallinas, para pedir en matrimonio a Diana, la hija menor de aquel campesino.

Ella se puso de puntillas para observar desde la ventana de la casa. Tenía los ojos de un negro profundo y la mirada con el reflejo de sus 12 años de edad. La petición no la sobresaltó porque en Yucunicoco las niñas esposas o los matrimonios a temprana edad son una práctica común al margen de toda restricción legal.

Vinculado al alto índice de migración, en Yucunicoco los matrimonios de niñas y adolescentes con hombres mayores o de su misma edad forman un círculo negativo que mantiene a la población dentro de los indicadores más altos de rezago social.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) precisa que la comunidad ocupa el primer lugar con mayor número de personas mayores de 15 años que sólo cuentan con educación básica (51% de su población).

De la misma forma, Santa María Yucunicoco encabeza la lista con mayor número de viviendas sin drenaje, con piso de tierra y sin energía eléctrica; además de que la mayor parte de sus habitantes no son derechohabientes de algún servicio de salud.

Sin fuentes de empleo o actividades productivas que abran otras expectativas, los jóvenes no tienen a su alcance opciones para un proyecto de vida más allá que lo que la migración o el matrimonio les ofrece. 

Mientras que un 20% de quienes acuden a la telesecundaria decide por la primera opción, el resto opta por ser padre o madre de familia.

Prácticas culturales

En la escuela Leyes de Reforma trabaja Mauricio, un joven de ojos rasgados y nariz pequeña. Anda en el patio con unas botas de lluvia y sudadera de marca americana. 

Recién cumplió 19 años, pero desde hace dos tiene esposa –una joven del municipio triqui de San Martín Itunyoso–, por quien pagó una multa de 60 mil pesos, un toro, 30 rejas de refresco, 30 cartones de cerveza, 20 litros de aguardiente y tortillas, por haberla llevado a su casa.

Y es que en medio de la pobreza, las familias ven en el matrimonio de las niñas la solución al problema de alimentar muchas bocas, tanto por el “intercambio” de dinero y regalos, como por liberarse de un integrante.

El gobierno del estado de Oaxaca ha fracasado en abatir esa práctica: de enero a mayo de este año, de los 62 mil 679 eventos obstétricos, 13 mil 811 fueron de mujeres de 12 a 19 años de edad, (22% de madres adolescentes).

Mauricio explica que en Yucunicoco, como en la mayoría de las localidades de Juxtlahuaca y otros municipios de la región triqui, las mujeres se casan o comienzan a vivir en unión libre a partir de los 12 años.

“Cuando van a pedir a las mujeres tienen que ir a su casa y estar toda la noche hasta que convenza a los padres de la novia dándole de tomar cerveza, aguardiente, así hasta que casi se emborrache para que dé las respuestas. Desde ese momento las mujeres quedan apartadas y ya no pueden salir a los bailes o a la escuela. No pueden salir solas a la calle”, expresa.

Detalla que para él, el matrimonio sólo retrasó un poco sus planes de migración. Tiene previsto irse en unos meses para pagar el dinero que pidió prestado para casarse.

Por ser todavía menor de edad, 17 años, Reyna, esposa de Mauricio, se quedaría en casa porque sin credencial de elector no podría trabajar en los campos de cultivo en Camalú, Baja California.

Niñas madre

Desde lo alto de las montañas hacia el centro de la población, los caminos en Yucunicoco caen haciendo curvas. Sobre esas sendas vienen marcados los pasos pequeños de las niñas madres, quienes llevan sobre sus espaldas a sus hijas e hijos envueltos en rebozo, o leña con mecapal (una faja con cuerdas).

Las calles están repletas de infantes. Los niños juguetean entre el lodazal que se formó con la lluvia. Van y vienen de la escuela a las casas, siempre al ritmo de lo apresurado de su infancia.

En la clínica de la población, la encargada explica que las mujeres comienzan a tener hijos a partir de los 13 años. La experiencia de parir puede resultar fatal para la madre.

En promedio, agrega, cada mes son atendidas por embarazo (inicio, seguimiento y término) entre 15 y 20 mujeres desde esa edad y hasta los 45 años.

En promedio, las mujeres tienen entre cinco y hasta ocho hijos durante todo su ciclo reproductivo. Quienes logran emigrar tienen un menor número de hijas e hijos, y son quienes utilizan métodos anticonceptivos como control natal.

El índice de natalidad en esta localidad es de 3.1 hijos, cifra más alta que en localidades urbanas donde es de 2.3.

Verónica, tiene 18 años y un hijo de un año de edad. Ella dejó inconclusa la secundaria para casarse. En su caso, su padre pidió dinero para permitir la unión de Verónica con un joven de su misma edad.

La sonrisa de Verónica se hace grande. Divertida, suelta una carcajada cuando se le pregunta por qué decidió casarse tan joven.

Ella abraza a su hijo, Edgar, lo coloca sobre su pecho oculto tras una blusa gastada. “Nos queríamos, creo”, expresa. La joven y su familia viven en casa de sus suegros. Comparten el espacio con otras 10 personas en estrechas casas de madera y piso de tierra.

La idea de “Vero” es emigrar a Estados Unidos, pues el dinero escasea y no hay posibilidades de trabajo en su comunidad ni cerca de ella. Salir a la cabecera municipal, donde hay algunas fuentes de empleo, le representa un gasto de 80 pesos en pasaje: “Con un sueldo de 70 pesos al día no se puede vivir”.

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