viernes, 18 de abril de 2014

SE VA GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, EL PADRE DE MACONDO


Saltillo, Coah.- La muerte de Gabriel García Márquez entristeció al mundo. Ayer por la tarde, cuando se confirmó la noticia, amigos, familia y admiradores lloraron su pérdida. Con su partida termina una época entrañable para la literatura, que despide a una de sus figuras cumbre de los últimos tiempos. Un escritor catártico, que con el más certero de los ingenios tocó el corazón de un siglo. Es natural que haya lágrimas, tal vez, como escribió al final de su mítica novela, “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían oportunidad sobre la tierra”.

La diferencia es que “Gabo”, como le llamaban con cariño sus más cercanos, dejó de ser un simple hombre para convertirse en un fenómeno. Su emoción por la literatura y su peculiar estrella hicieron que, en un principio, fuera un joven distinguido y difícil de olvidar. Un narrador que se perfilaba para ser una de las figuras de mayor impacto no sólo del siglo 20, sino de los tiempos venideros. Porque Gabriel García Márquez es de los pocos autores que además de conseguir el elogio de la crítica más estricta, ganó una millonaria legión de lectores en todo el mundo, pues solamente su mítica novela “Cien Años de Soledad” vendió cerca de 40 millones de libros. 

Detrás del escritor mediático y de fama internacional, hay muchas historias. Sus amigos, al igual que sus detractores, cuentan tantas anécdotas, que tejer un retrato con ellas resultaría imposible, ya que “Gabo”, el personaje, es interminable. Pero a través de su obra literaria y periodística pueden rastrearse elementos que detonaron una producción invariable.

Lamentablemente el artista murió en su casa de la Ciudad de México víctima de un cáncer que se extendió por todo su cuerpo. Desde hace varios días que su familia y los medios presentían que su final estaba cerca. 


Gabriel García Marquez en brazos de su abuela, quien fuera inspiración para su personaje Ursula de Cien Años de Soledad

FAMILIA DE LEYENDA

Los orígenes del futuro Premio Nobel de Literatura son humildes. Nació el 6 de marzo de 1927 como hijo primogénito de una joven pareja que luchó para consumar su amor. Su padre fue un telegrafistas que después fue farmacéutico, y su madre, una bella y encantadora muchacha de Aracataca. Sin embargo, de niño “Gabo” vivió varios años con sus abuelos maternos. Fueron ellos quienes marcaron una influencia profunda en el escritor y quienes inspirarían sus personajes más famosos: José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, la longeva matriarca. 

Comienza la aventura

Al igual que otras personalidades tocadas por la genialidad, Gabriel García Márquez nunca concluyó sus estudios universitarios. En su juventud ingresó a la carrera de Derecho, más como un compromiso que como una pasión personal, pero sin duda esos años de universitario fueron determinantes para descubrir su verdadero oficio: contar historias. Fue así como se inició en el periodismo y trabajó en un par de periódicos en su país natal, Colombia. En esos tiempos, incluso antes de ser reportero, “Gabo” ya publicaba sus primeros relatos, como “La Tercera Resignación y “Eva está Adentro de un Gato”.

Pronto llegó su primera novela, “La Hojarasca” (1955). Con esta ópera prima el escritor comienza a llamar la atención por su tono fresco y su propuesta narrativa, pero especialmente interesó a los lectores ese universo visible en las páginas del libro, que daría pie a las máximas obras del realismo mágico que contó en vida García Márquez.

La década de los años 50 del siglo pasado fue muy importante por los distintos movimientos literarios, ideológicos y económicos por los que pasaba el mundo. Una época dorada para la cultura de habla hispana.

Por esas fechas García Márquez contrajo matrimonio con la mujer que sería el amor de su vida: Mercedes Barcha. Desde que la vio supo que se casaría con ella. 
 

PERSONAJE POLÉMICO

Aunque “Gabo” ya era conocido en ciertos círculos, su fama mundial se disparó con el sorpresivo éxito de esta última novela. El gran público se enamoró de Macondo, de los Aurelianos y José Arcadios, de Mauricio Babilonia y Remedios, la Bella. Probablemente fue uno de los libros más leídos de la década y con este fenómeno se supo que un nuevo clásico había llegado para cambiar, con sus historias, el rumbo literario en Latinoamérica.

Así continuó el acenso del escritor, que fue prolífico en su trabajo literario y periodístico, autor de obras maestras de la narrativa como “Crónica de una Muerte Anunciada”, y con ello su inmensa fama, tan poderosa que hizo de “Gabo” una celebridad hasta sus últimos días, donde enfermo le pedía a la prensa que se retirara a trabajar.

En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura y su entonces su vida dio otro giro fuerte e inesperado. Desde la década de los años 60 , García Márquez ya daba de qué hablar tras su aparatosa disputa con el otro galardonado literato, Mario Vargas Llosa. De ser íntimos amigos habían pasado a ser rivales. Ya que un día el peruano llegó y de pronto le dio un tremendo puñetazo en el ojo al autor de “El Otoño del Patriarca”. Se dijo que fue por problemas de faldas, desacuerdos políticos o ideológicos, aunque no quedó claro qué fue lo que sucedió.

Después el colombiano fue objeto de críticas con su controversial amistad con el expresidente cubano Fidel Castro; al igual que sus relaciones políticas con hombres poderosos como Bill Clinton. En la red circulan fotografías del novelista con otras celebridades como Roman Polanski y Yasir Arafat.

Pero ante todo, y lejos de las polémicas, Gabriel García Márquez fue un hombre cercano para sus lectores; el genio capaz de crear, desde la realidad, historias fantásticas que se mantendrán con vida propia en los tiempos por venir.


Pasión por el periodismo


Fue casi a finales de los años 40 que Márquez dejó los estudios de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia para dedicar a lo que sería su gran pasión: escribir. “Me aburría a morir esa carrera”, declaró alguna vez.

El destino lo llevaría a ganarse la vida en los periódicos, uno de ellos “El Espectador”, en el que viraría sus escritos hacia el universo literario; otro fue “El Heraldo”, en Barranquilla, donde fue columnista. 

“Me pagaban tres pesos por nota diaria y cuatro por un editorial cuando faltaba algún editorialista de planta”, constató en su libro autobiográfico “Vivir para Contarla” de 2002.

En 1954 regresó a la capital colombiana, por consejo del escritor Álvaro Mutis, donde trabajaría en “El Espectador” como reportero y crítico de cine. De ahí vendrían colaboraciones con periódicos de México, Estados Unidos y Venezuela. Al año de volver a Bogotá, fue enviado para realizar la cobertura de la enfermedad del papa Pío 12. Su faceta más periodística está representada en libros como “Noticia de un Secuestro”, “Relato de un Náufrago” o “Crónica de una Muerte Anunciada”.

Lo definió como “el mejor oficio del mundo”, cuando él mismo fue un gran periodista.















(ZOCALO / Eugenia Flores Soria /18/04/2014 - 03:00 AM)

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