MÉXICO,
D.F.(apro).- A nombre de Enrique Peña Nieto, el gabinete de seguridad
nacional encabezado por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong, cumplió en Michoacán con el ritual de la simulación para
mantener intocado lo fundamental: Las complicidades entre el poder
político y el crimen organizado.
Resguardados en Morelia de la
violencia cotidiana, de los asesinatos, extorsiones, secuestros, robos,
violaciones y toda forma delincuencial que se ha instalado en el
territorio michoacano, Osorio y el séquito de burócratas federales
desahogaron el rutinario trámite de las promesas y regresaron a la
Ciudad de México a seguir la fiesta.
El rimbombante “Acuerdo para
el Apoyo Federal a la Seguridad de Michoacán” se resume en míseras
acciones: La presencia federal en la región de Tierra Caliente; el
recorrido que hará, de vez en cuando, el infectado gobernador Fausto
Vallejo por los municipios de la zona, como Apatzingán –epicentro de Los
Caballeros Templarios–, y la promesa de que ahora sí se aplicará la
ley.
Más que tranquilos y esperanzados, los michoacanos, y todos
los que habitamos México, deben estar alarmados y enfurecidos por esta
nueva tomadura de pelo del gobierno de Peña, que el 1 de agosto del año
pasado ya había firmado un acuerdo (“Encuentro por Michoacán”) que sólo
sirvió para mediatizar el asesinato del vicealmirante Carlos Miguel
Salazar Ramonet y uno de sus escoltas, el 28 de julio.
En medio de
una crisis de violencia, aunque sin la presencia aún de las
autodefensas que desde entonces se multiplicaron, y cuando era
gobernador interino Jesús Reyna –señalado como cómplice de Los
Caballeros Templarios–, Osorio prometió lo mismo.
En la sede de la
Secretaría de Gobernación, frente a representantes de todos los
sectores y clase política de Michoacán, ofreció que las fuerzas
federales (Ejército, Marina y Policía Federal) permanecerían en el
estado hasta devolverle paz y tranquilidad a sus habitantes y hasta que
tenga las instituciones y la capacidad en materia de seguridad para
enfrentar a la delincuencia organizada.
“Vamos a ir municipio por
municipio, comunidad por comunidad, a devolverles la paz, la estabilidad
y el control a los michoacanos”, puntualizó Osorio, quien casi seis
meses después, este lunes 13 admitió implícitamente el contundente
fracaso del gobierno federal.
Aunque cumplió con la retórica
contra la inseguridad –“vamos a hacer nuestro trabajo de manera severa e
inflexible; para la delincuencia, ninguna consideración”–, Osorio se
ocupó más de los grupos de autodefensa para exhortarlos a que se
desarmen, “regresen a sus lugares de origen”, denuncien anónimamente a
los criminales y puedan aspirar a ser policías.
La omisión
fundamental del gobierno federal en Michoacán, como en todo el país, es
el ataque a las redes de complicidad que tienen los grupos criminales
con el poder político local y federal, que les garantiza la total
impunidad para sus actividades contra la sociedad inerte.
En
Michoacán son sabidas estas relaciones desde los gobiernos de Lázaro
Cárdenas Batel y Leonel Godoy, ambos perredistas, pero han emergido
mayores indicios de la relación del gobierno de Vallejo con Los
Caballeros Templarios, cuyo secretario de Gobierno –y temporalmente
gobernador interino–, Jesús Reyna, tendría inclusive parentesco con
Servando Gómez, La Tuta, líder de ese cártel.
Más aún, apenas el columnista Ciro Gómez publicó en el diario Milenio
un comprometedor informe, elaborado en marzo de 2012 por Juan García
Bravo, asesor del secretario de Seguridad Pública de Michoacán, Elías
Álvarez Hernández, en el que se detallan dos reuniones secretas de Jesús
Reyna, jefe de campaña de Vallejo, con La Tuta, en el municipio de Tumbiscatío, antes de las elecciones de gobernador, en 2011.
En
esas reuniones, según el documento, se pactó la operación electoral del
grupo criminal a favor de los candidatos priistas y del Partido Verde,
entre ellos Vallejo, algo que denunció Luisa María Calderón, la
candidata panista a la gubernatura.
Aunque en el documento
publicado por Gómez no se habla del apoyo de Los Caballeros Templarios a
la campaña presidencial de 2012, sí alude a planes para apoyar al PRI
en las elecciones estatales de 2015, y no es aventurado afirmar que
intervinieron a favor de Peña.
¿Por qué el gobierno de Vallejo no
ha frenado la actividad criminal de Los Caballeros Templarios? Por las
complicidades, claro. ¿Por qué no lo hará tampoco Peña y su gobierno?
Por la misma razón. Lo demás, como la visita del gabinete de seguridad a
Morelia, es sólo simulación…
Apuntes:
La expresión involucra también al propio Ernesto Cordero y muchos en el PAN: ¡pinches ladrones!
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
/13 de enero de 2014)
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