domingo, 12 de enero de 2014

EL PANTANO DEL SECRETARIO


Raymundo Riva Palacio
Desde que los dos eran gobernadores, Miguel Ángel Osorio Chong era un eterno acompañante de Enrique Peña Nieto en las largas reuniones nocturnas que sostenían con el operador político más importante que tuvo el presidente Felipe Calderón, Juan Camilo Mouriño. Los dos actuaban como un bloque monolítico. Sin embargo, cuando se trazó la recta final hacia la candidatura presidencial, Peña Nieto optó por su colaborador Luis Videgaray para tenerlo junto en la campaña, y a Osorio Chong lo envió al PRI para hacerse cargo de la operación electoral. Esa jugada no pasó desapercibida. Al contrario.

Durante la campaña presidencial, Peña Nieto y Videgaray ocupaban oficinas en pisos separados, pero dentro del mismo edificio en las Lomas de Chapultepec, mientras Osorio Chong tenía una oficina en el PRI, y otra donde trabajaba lejos de ellos, en la colonia Condesa. De cualquier forma, estaba claro que los dos pilares sobre los que se sostendría Peña Nieto cuando asumiera la Presidencia, eran ellos dos. Al iniciar el gobierno, hubo más diferencias. Mientras que Videgaray nombró a todos los subsecretarios en Hacienda, a Osorio Chong le impusieron el mexiquense Luis Miranda, muy cercano al Presidente, como segundo de a bordo.

Los dos pilares del presidente Peña Nieto entraron en un pique natural. “No hay nada de eso”, dijo una vez Osorio Chong, en respuesta a las versiones periodísticas de que estaban peleados. “Tenemos una muy buena relación”. Era un asunto de medios, decían cercanos al secretario de Gobernación. Ciertamente, no había indicios palaciegos de enfrentamiento. Inclusive cuando Gobernación abrió la llave del dinero a la CNTE para tranquilizarla y les entregaba miles de millones de pesos en especie y efectivo, Hacienda no frenó el flujo. O cuando el Presidente designó a Videgaray como el responsable del Pacto por México y le encargó todas las reformas –salvo la política-, Osorio Chong no trabó ninguna negociación.

Sin embargo, los gestos y los símbolos, con los que se lee la política mexicana no favorecían a Osorio Chong. Fue muy comentado el acto en el cual el Presidente pasó de largo sin saludarlo al llegar al templete, y más aún cuando, al retirarse, se detuvo unos minutos con el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, sin tomar en cuenta al secretario, que estaba a un lado. En un evento posterior, Peña Nieto subió al templete donde estaba Videgaray, y se detuvo a saludarlo. “Para que no digan que no te hablo”, le dijo. Todos rieron. Y muchos consignaron los dos momentos pensando en 2018.

Videgaray, muy criticado por todos los sectores por la desaceleración económica, terminó el año premiado como el mejor secretario de Finanzas del año y, por mucho, el mejor de Latinoamérica. El Presidente recibió múltiples felicitaciones en el mundo por las reformas energética, fiscal y financiera, que Videgaray había operado. Osorio Chong terminó el año en déficit. Nunca resolvió el problema de la CNTE y los maestros disidentes se mantuvieron en rebelión e impidieron en cuatro estados la aplicación plena de la Reforma Educativa. La seguridad, que asumió bajo su cargo, se sumó a los puntos negros de la gobernanza peñista.

El secretario de Gobernación quiso borrar sus declaraciones previas, sin éxito, y pasaron desapercibidas en la prensa sabatina. Había sido más importante decir que Mireles recibía protección federal, que precisar, un poco forzado, que no era un reconocimiento a él. Afirmó que los autodefensas están al margen de la ley, pero como no dijo nada sobre desarmarlas ni que actuarán en su contra, pareció más un juego retórico. El secretario se encuentra en un pantano: si se mueve se hunde más. Pero nadie lo llevó ahí mas que él. Solo entró a chapalear y solo sigue hundiéndose. Salir rápidamente será costoso: tiene que desmentirse a sí mismo y corregir dentro de su equipo todos los yerros y equivocaciones con una estrategia que, más allá de sus estadísticas optimistas, tiene elementos objetivos de alarma: en Michoacán hay decenas de comunidades en poder territorial de delincuentes, ingobernabilidad en otras seis entidades por su contagio, y las fuerzas federales, que dependen de él, están respaldan a delincuentes, a quienes en Michoacán les regalaron territorio y los protegen. Cómo no va a estar en el peor momento de su gestión.

Osorio Chong, en este año de definiciones, no tiene tiempo para pensar en 2018. La realidad lo está aniquilando, y algo rápido y concreto tendrá que hacer para que cuando el Presidente exija resultados, no sea él quien pague todo lo que, paradójicamente, él mismo contribuyó en su desorden e ineficacia. Frente a lo que han mostrado sus colegas del gabinete, sus fallas son más notorias y serán, por lo mismo, más costosas. Esas largas noches de camaradería con el Presidente no le alcanzarán ate un jefe que exige, ante todo, resultados—que no está dando.


(ZOCALO/ Columna de Raymundo Riva Palacio/ 12 de Enero 2014)

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