lunes, 11 de marzo de 2013

EXPEDIENTE: LA HERMANASTRA



Rosendo Zavala
Saltillo.- Traicionada por los celos carnales que abrumaban su mente, Jazmín presionó con fuerza el cable que ató al cuello de Betito para estrangularlo sin piedad, perpetrando el crimen que destrozaría el seno familiar de un grupo desunido por las frustraciones afectivas.

Sabedora de la tragedia que había fabricado en un momento de locura emocional, la puberta entró en el plano de lo irracional trabando sus ideas inexplicablemente, mientras su madre daba cuenta del suceso que la hizo caer al borde del desmayo.

Y es que tan solo unos minutos bastaron para que la presunta asesina labrara con frialdad la escalofriante escena que conmovió a toda una comunidad, que sorprendida exigió justicia para que se castigara el aberrante acto de crueldad.

Tristes recuerdos

Apenas comenzaba el año cuando el destino sacudió con fuerza la casa de los Sánchez, una terrible convulsión acabaría con la tranquilidad que hasta entonces se respiraba el ambiente, tan enrarecido por los moradores que pese a todo, lejos estaban de imaginar lo que eso representaba.

Fue durante aquel pavoroso invierno cuando “Juanito” se convirtió en el pesar de su gente, que nada pudo hacer para arrancarlo de las garras de la muerte, que se lo llevó de manera tan repentina que ni tiempo tuvo de despedirse de los suyos.

El gemelo de Roberto descansaba la humanidad de sus 4 años terrenales revolcándose entre los juguetes que aminoraban sus penas físicas, pero que se convertirían en mudos testigos del acontecimiento que marcó el principio del fin para el núcleo familiar que quedaría marcado con el sello de la desgracia.

Y es que mientras el gélido viento rompía las ilusiones de los niños por jugar en la calle, adentro de su vivienda las paredes mostraban la felicidad de los tiempos fugados, con el pino y las luces de colores que enmarcaban la navidad que apenas se había ido dejando como rastro el mejor de los preludios.

Sin embargo, los destellos de euforia que aún quedaban en los pintorescos cuartos de la residencia se borrarían paulatinamente durante un frío amanecer de enero, cuando Juanito se entretenía con Jazmín en las inmediaciones del lugar donde comenzaría a gestarse la obra del mal.

De manera repentina, el gemelo comenzó a convulsionar tan acaloradamente que su hermana nada pudo hacer para ayudarlo, porque tratando a calmarlo vio cómo la vida del pequeño se iba de golpe, dejándola sola en la incertidumbre del deceso que le hizo cambiar su forma de ver el mundo.

Sorprendida, Jazmín se limitó a llorar sin reparo la partida del infante de 4 años que con sus malestares congénitos había sentenciado el anuncio de un súbito final, que se dio cuando departía su alegría con la estudiante de secundaria que lo vio morir sin poder evitarlo.

Desde entonces, la existencia de la niña se tiñó de una melancolía perpetua que la traicionaría sin darse cuenta, alimentando el inexplicable rencor que se transformó en pesar para su madre, que nunca pudo sopesar la magnitud de la maldad que se refugiaba en casa.

Voces del más allá

Con el paso de los días, la mujercita de 14 años albergó la nostalgia de los tiempos mejores que se habían ido para no volver, mientras su atribulada mente fabricaba la idea de reconstruir las acciones de una realidad marcada por la infelicidad.

Fue así como aquella noche de marzo, las circunstancias se combinaron para liberar la presión emocional de la menor que se convertiría en fratricida, traicionada por los azotes emocionales que la “obligaron” a tomar tan drástica decisión.

Apenas caía el día cuando Lourdes salió de la recámara donde Robertito veía la tele sin prisas, a un lado estaba Jazmín que sin prestar atención a las palabras de su madre se sumió en el mundo de las fantasías que miraba con su hasta entonces hermanito querido.

Tras dar indicaciones al mayor de sus hijos, la señora se enfiló presurosa a la calle para hacer la vuelta que tenía contemplada desde hace tiempo, por lo que se retiró tranquila imaginando que había dejado a “Betito” en buenas manos.

Mientras el domingo avanzaba indiferente por las calles de la populosa colonia, en la casita amarillenta de los Sánchez se desprendía el destello de una felicidad ficticia, porque adentro la muerte comenzaba a rondar en el ambiente sin que nadie se percatara de su presencia.

Recostada sobre la cama que compartía con el pequeño, Jazmín se sobresaltó cuando una voz extraña le susurró al oído, parándose como resorte buscando el sitio de donde provenía el gutural sonido.

Al suponer que todo se había tratado de una sugestión, la adolescente volvió al lugar donde se recostó con el hermano que le habían encargado celosamente, pues las secuelas del pasado reciente aún no habían sanado en la memoria de su madre.

Inexplicablemente, un viento intangible la rodeó y de nueva cuenta un gutural lamento le hizo pararse asustada, por lo que decidida a todo recorrió cada rincón del cuarto mientras las voces “del más allá” le pedían que se convirtiera en asesina.

Atendiendo la orden de manera incontrolable, Jazmín tomó un cable que encontró cerca y privada por el estremecimiento que sentía se dirigió a la cama donde descansaba Roberto, tomándolo con fuerza del cuerpo para someterlo y cometer la obra que jamás hubiera imaginado.

Suspirando hondo mientras el ataque de terror se diluía para dar paso a la realidad, la joven se percató de su obra y sabiendo que nada podía hacer para remediar la tragedia recostó a su hermanastro sobre el colchón intentando evadir su presente.

Terrible hallazgo

Con el alma partida en cachos, la homicida corrió al baño donde con unas tijeras intentó acrecentar la tragedia que ella misma había provocado, pero el espejo la detuvo en su sanguinario afán por alcanzar al chavito en el más allá.

Y es que la verse detenidamente en el portal de plata, su mente comenzó a divagar mientras peinaba sus fallidos rizos para luego matarlos a tijeretazos, animada por el efecto de las voces que no la dejaban tranquila ni en el peor momento de su vida.

Justo en ese instante, el crujir de una puerta se escuchó, aunque Jazmín no se percató de eso, porque sus andanzas mentales le impedían reaccionar con presteza, ocupando el momento en sus anormales actitudes que fueron descubiertas por su madre.

Y es que Lourdes entró con rapidez a la sala para dejar afuera el invierno que pronto pasó a segundo término, porque un extraño ruido la sacó de sus quehaceres mentales para hacerle buscar desesperadamente a sus hijos.

Apenas avanzó algunos pasos cuando entre la oscuridad del baño observó a Jazmín, que alterada se mecía los cabellos mientras los cortaba desesperadamente, y con mirada perdida observaba fijamente a su mamá sin responder a sus cuestionamientos.

Con el corazón dando vuelcos, Lourdes corrió hasta llegar al cuarto de Roberto y azotando la puerta vio la macabra escena, al fondo estaba el cuerpo inerte del niño recostado en la cama, aún tenía rodeado de su cuello el cable con el que había sido atacado por su propia hermanastra.

Enloquecida de dolor, la mujer se dirigió al teléfono para pedir ayuda y una ambulancia acudió al sitio para atender al pequeño, quien ya no mostraba signos vitales porque la asfixia sufrida resultó mortal por necesidad.

Mientras la policía llegaba para investigar en la escena del crimen, Lulú intentaba dialogar sin éxito con su hija que seguía privada en el mundo mental en que había caído, limitándose a divagar sin abrir la boca en ningún momento.

La investigación

En medio de la confusión, agentes ministeriales llegaron para dar fe del deceso mientras buscaban una explicación lógica a lo ocurrido, comenzando las indagatorias que hasta el momento continúan su curso.

Luego de que Lourdes narrara lo acontecido en aquella casa del terror, los investigadores intentaron dialogar con la menor para que diera su propia versión, encontrándose con la negativa de ésta que al momento les hizo sospechar de ella.

Esto porque al mostrar una actitud de desprecio hacia los policías, Jazmín se alteró incontrolablemente despertando la curiosidad de los agentes, que utilizando su instinto en el oficio la señalaron como sospechosa principal del trágico hecho.

Custodiada fuertemente por varios agentes, la hermanastra fue asegurada quedando a disposición de la justicia que poco puede hacer para reformarla en prisión debido a su minoría de edad, por lo que la Procuraduría sigue investigado el caso de una manera especial.

Mientras la presunta sigue bajo la tutela de las autoridades, la madre aseguró que ésta padece trastornos mentales a raíz de la muerte de “Juanito”, asegurando que lo vio morir por causas naturales mientras convivían en el domicilio que desde entonces ha estado enmarcado por la muerte.

Tras el deceso del gemelo de Betito, la menor había caído en una serie de comportamientos extraños que le hicieron cambiar de carácter, suponiendo su madre que eso es lo que le habría hecho no cuidar bien del hermanito que falleció violentamente.

Ante dicho panorama, la justicia tiene varias líneas de investigación que no se han dado a conocer sobre el crimen, trascendiendo que la infante podría tener un doble crimen en su haber, ya que presuntamente no se ha dado a conocer que el gemelo de Roberto hubiera fallecido por causas naturales.

Y es que tras las primeras indagatorias hechas por la Procuraduría, se dio a conocer que Jazmín padecía de ataques de celos en contra sus hermanastros, debido a la ausencia de atención afectiva que padecía desde el nacimiento de éstos.

Por lo pronto, la sospechosa deberá esperar la resolución del caso bajo la mirada de la justicia que la vigila muy de cerca, pues no se descarta que ésta haya sido quien privó de la vida ferozmente a su propio medio hermano.

El detalle:

Por ley, Jazmín no puede ser juzgada como adulto debido a su minoría de edad, por lo que su caso se encuentra en poder de un agente del Ministerio Público especializado en materia de adolescentes infractores.

(ZOCALO/RevistaVisiónSaltillo/RosendoZavala/11/03/2013 - 04:07 AM)

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