El penal de Apodaca fue el escenario de la matanza, no hubo riña. Todo fue planeado.
Monterrey
.- Los 44 reos asesinados el domingo pasado en el penal de Apodaca
fueron entregados a sus victimarios, uno por uno, con ayuda de custodios y con
la aprobación de los altos mandos penitenciarios; el ataque fue directo, no hubo
riña, precisó ayer el procurador de justicia de Nuevo León, Adrián de la
Garza.
Añadió que, de acuerdo con las primeras declaraciones de los
involucrados, con ayuda de custodios fueron identificados y entregados para ser
privados de la vida con bates, piedras, tubos y armas punzocortantes.
Dijo que la masacre inició alrededor de la 01:30 horas del domingo,
cuando los prisioneros fueron sacados del ambulatorio Delta y del área de visita
conyugal.
Agregó que para esa hora por lo menos la mitad de los 30
fugados en medio del caos ya habían logrado escapar por la torre 6, de la cual
descendieron mediante cuerdas.
El Servicio Médico Forense culminó las
autopsias y determinó que 26 fallecieron por contusión profunda de cráneo y los
restantes por heridas de arma blanca en pecho y abdomen.
Jorge Domene,
vocero de seguridad estatal, señaló que la fuga de los 30 zetas fue consumada en
sólo 32 minutos, entre la 01:13 y las 01:45 horas, y añadió que el asesinato de
los 44 internos se concretó en el lapso de hora y media.
En ambos
hechos, la fuga y la masacre, hubo ayuda de los custodios; en el primero
acompañaron a los que se fugaban y en el segundo sacaron del ambulatorio de los
asesinados.
Consuelo Morales, presidenta de Ciudadanos en Apoyo a los
Derechos Humanos, A.C (CADHAC), instó a reparar en el entorno de corrupción e
impunidad que hay en el sistema penitenciario.
Se refirió a los tres reos
hallados muertos en el Penal del Topo Chico, de quienes dijo que “es preocupante
que hayan acabado en un entorno protegido”.
Las muertes en el sistema
penitenciario del estado –prosiguió— son una constante afrenta a los derechos
humanos internacionalmente reconocidos, dijo.
Luego apuntó que el
gobierno de Nuevo León ha fallado en garantizar el derecho a la vida y la
integridad de las personas, y no ha enfrentado la situación de crisis
penitenciaria con medidas correctivas y preventivas.
ARRAIGADOS.
Asimismo, Domene informó que fueron arraigados el director y el subdirector del
penal de Apodaca, así como 26 custodios.
Dijo que podría haber más
personas arraigadas, pues fueron citadas a declarar 55 en total.
Quedaron
arraigados, dijo, Gerónimo Miguel Andrés Martínez de 50 años, director del
Cereso; el subdirector, Juan Hernández Hernández, de 37, y el Jefe de Seguridad,
Óscar Laureno Deveze, de 37 años.
El procurador de la Garza precisó que
en sus primeras declaraciones los tres mandos penitenciarios aceptaron que
participaron activamente y que incluso recibían pagos de la delincuencia
organizada, aunque no precisaron montos.
TRASLADAN A TRES. Por su parte,
la subprocuradora de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo, de la
PGR, Victoria Pacheco, informó que tres peligrosos reos del fuero federal fueron
trasladados del Penal de Apodaca al de Puente Grande.
Fueron llevados en
avión hasta Jalisco, durante la madrugada del miércoles, Marco Antonio de León
Quiroga El Chabelo; José Francisco Gámiz Vega El Extraño, y Mario Andrés Acorta
Rios El JR.
El operativo de traslado fue precedido de unas ocho horas de
violencia adentro y afuera del penal de Apodaca, con saldo de 22 lesionados,
todos internos del Cereso.
Los custodios tuvieron que detonar granadas de
humo para contener a los reos que protestaban por el cambio de penal de los
referidos delincuentes. Cuatro presos resultaron heridos con arma de fuego y
tuvieron que ser llevados a nosocomios locales.
Jesús Antonio Reyes, José
Alberto Bocanegra, Luis Ángel Pulido Molina y Orlando García Loera, fueron
trasladados a un hospital en medio de un fuerte dispositivo de seguridad. Los 18
restantes fueron atendidos en la enfermería del centro
penitenciario.
Afuera del Cereso reinaron el caos, la histeria y la
violencia, que degeneraron en bloqueos viales y agresiones verbales y pedradas a
los cuerpos de seguridad. Entre la turba se pudo observar algunos jóvenes con el
rostro cubierto.
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