Ley de extradiciones a debate, afirma senador del
PAN
Miguel Ángel
Vega En los viejos tiempos, ser extraditado a Estados Unidos
era el horror máximo para un narcotraficante, que pensaba que en manos de la
justicia gringa nunca miraría la luz del sol... La realidad ahora, sin embargo,
sugiere todo lo contrario.
Luego del acuerdo entre Estados Unidos y Benjamín Arellano Félix, en donde
gracias a que el capo cedió 100 millones de dólares a cambio de una reducción en
su condena, legisladores mexicanos consideraron urgente revisar la Ley de
Extradiciones entre ambos países y determinar si los extraditados reciben penas
que merecen, o solo se les requiere para quitarles su dinero y a cambio dejarlos
en libertad.
“Estados Unidos sigue victimizando a México; no solo tienen
el principal mercado de drogas allá, también nos envían armas y vienen a lavar
dinero en nuestro territorio, sino que encima hacen pactos con narcos que en su
momento causaron un gran daño en nuestro país”, observó Felipe González
González, senador del PAN.
Anteriormente, el caso de Osiel Cárdenas
Guillén tuvo un desenlace similar, solo que a diferencia del juicio a Benjamín
Arellano, ese proceso fue sellado y tras una serie de negociaciones bajo la
mesa, el DOJ determinó sentenciar a Cárdenas Guillén a 25 años de prisión luego
de que este cediera 50 millones de dólares a cambio de una sentencia reducida.
Los detalles de ese acuerdo permanecen clasificados.
En ambos casos, a
los dos capos se les asoció con tráfico de drogas, homicidio calificado,
intimidación, posesión ilegal de armas de fuego y cohecho, entre
otros.
La justicia estadounidense nuevamente estuvo a la orden gracias a
los muchos ceros que los extraditados pusieron a la derecha.
Ley
de Extradiciones: cataratas en la justicia
El 4 de mayo de 1978,
funcionarios federales de México y Estados Unidos firmaron un acuerdo para
extraditar criminales requeridos por las autoridades de uno u otro país. Este
tratado fue ratificado por el Congreso de la Unión el 23 de enero de
1979.
El acuerdo compromete a ambos países a entregar personas requeridas
por las autoridades competentes, siempre y cuando ya se les haya iniciado un
procedimiento penal, o que hayan sido declaradas responsables de un
delito.
Para que la extradición se concrete, deben cumplirse ciertos
requisitos. Entre esos requerimientos destaca que Estados Unidos no puede ni
castigará con la pena de muerte a ningún extraditado por México. Tampoco que
estos sean procesados por el mismo delito por el que se les procesó en México. Y
no se extraditarán los acusados si no hay pruebas suficientes para justificar el
enjuiciamiento, observa el documento.
Sin embargo, el acuerdo no precisa
qué tipo de acuerdos puede lograr el sistema judicial estadounidense con los
extraditados de manera extraoficial, como ha ocurrido con Benjamín Arellano y
Osiel Cárdenas, ni mucho menos que estos acuerdos se fundamenten en un precio al
momento de emitirse una condena.
“Hay acuerdos que se hacen en la
oscuridad y que no siempre son justos para ninguna parte, pero una vez hechos se
tienen que respetar porque ambas partes estuvieron de acuerdo para que estos se
den”, opinó Bob Baker, presidente del sindicato Liga de Policías de Los Ángeles,
quien siempre ha alegado que México es territorio para los fugitivos de Estados
Unidos. “Seguramente es algo que deberá revisarse”, sostuvo.
Un caso
igual de controvertido fue el juicio contra Javier Torres el JT, cuyo expediente
hasta la fecha continúa clasificado y se desconoce qué acuerdos hicieron sus
abogados con los fiscales estadounidenses; solo se sabe que se encuentra
encarcelado en una prisión de mediana seguridad localizada en Yazoo City,
Missisipi. De acuerdo con el Departamento de Prisiones de Estados Unidos, el JT
saldrá libre en marzo del 2013.
Como ocurriera con Francisco Rafael
Arellano Félix, libre desde marzo del 2008, una vez que el JT y el resto de los
extraditados cumplan su condena en Estados Unidos, ninguna autoridad en México o
Estados Unidos lo requerirá más, por lo que podrán transitar libremente por el
país como cualquier otro ciudadano.
Acuerdo entre Benjamín
Arellano y el Tío Sam
El caso de Benjamín Arellano no solo pone
en cuestión el Tratado de Extradiciones, también es singular por ser la primera
vez que el Gobierno estadounidense no clasifica el acuerdo entre el DOJ y el
acusado.
El expediente 97CR2520-LAB establece que para lograrse el
acuerdo entre ambas partes era necesario que Benjamín Arellano se declarara
culpable de ser el líder del cártel de Tijuana y por tanto, responsable de
asociación delictuosa.
Arellano también está obligado a “ceder” al
Gobierno estadounidense el equivalente a 100 millones de dólares, ya sea en
efectivo, bienes, propiedades, instrumentos financieros o productos diversos
hasta completarse la cantidad acordada.
Y por último, Benjamín Arellano
acordó colaborar de manera incondicional con las autoridades de Estados Unidos
para identificar, acusar, investigar o incriminar a otros miembros de ese cártel
que sean detenidos y procesados en el futuro.
A cambio de esa cesión de
dinero y futura colaboración, el Gobierno de Estados Unidos le retiró cargos por
tráfico de droga, lavado de dinero, posesión ilegal de armas de fuego, muerte y
tortura contra agentes policiacos y miembros de cárteles rivales, extorsión,
intimidación, corrupción, documentación falsa, asociación delictuosa y
secuestro. El único cargo por el que Benjamín Arellano será juzgado es de
asociación delictuosa y por ende la pena máxima que puede lograr es de 25 años
de cárcel, según el Código Penal Estadounidense.
Ahí estaba la justicia
estadounidense. Ahí estaba México esperando justicia. Y atrás, en el pasado,
quedaban todos los delitos por los que esos acusados fueron
extraditados.
Revisión al Tratado de Extradiciones
inminente
El senador Felipe González, secretario de la Comisión
Bicamaral de Seguridad Nacional del Senado de la República, criticó fuertemente
a Estados Unidos por la facilidad con que logran acuerdos con narcotraficantes
mexicanos, a quienes además les exprimen el dinero que ilícitamente
hicieron.
“Esto nos lleva a una realidad: el Tratado de Extradiciones
entre México y Estados Unidos debe revisarse porque no es justo que una persona
que envenena gente, asesina personas y extorsiona se le dén condenas tan
sencillas”, sostuvo el legislador.
Agregó: “Ese tratado existe para que
se haga justicia y porque nosotros creíamos que al extraditar a criminales se
podían lograr intercambios de información que nos beneficien, pero vemos que no
ha ocurrido así, todo lo contrario, no nos dan información y en cambio se llevan
a los criminales, les quitan su dinero y encima los dejan libres”.
“Eso
es preocupante porque una cosa es lo que nos dicen, que les quitan tal o cual
cantidad, pero desconocemos si hay otros arreglos que hagan detrás de lo que dan
a conocer, al menos a nosotros (como país) no nos dicen nada”, sostuvo
González.
El senador criticó cómo Estados Unidos ha iniciado programas
que han afectado a México en todos los sentidos, desde lavado dinero, tráfico de
armas y el que origina todo, que es el consumo de drogas, que el Gobierno de ese
país ha sido incapaz de controlar.
“Es como lucrar con ellos ya que les
cobran la libertad y ello genera impunidad, y eso es injusto, porque un bracero
que intenta cruzar la frontera, bien puede ser recluido en la cárcel hasta por
cinco años y en cambio una persona que mata, envenena y extorsiona, hace su
trabajo, ahorra y si es capturado no le importa, porque sabe que tiene su dinero
ahorrado y que saldrá libre. Esa no es justicia”, acusó González.
Ni el
Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ), ni la DEA dijeron que
opinarían sobre el resultado del acuerdo, no obstante un agente federal de ese
país dijo sentirse defraudado con el resultado del acuerdo.
“Nosotros
(como agentes) hacemos nuestro trabajo y al hacerlo ponemos nuestra vida en la
línea de fuego, y para que no se aplique la ley como debe, no es forma de
motivarnos y eso nos frustra”, dijo un agente federal quien solicitó no se
revelara su nombre.
Por lo pronto, en México se construye otro capítulo
relacionado con las extradiciones, luego de que un juez federal de Distrito
negara a Estados Unidos la extradición de Sandra Ávila Beltrán.
De
acuerdo con un comunicado, el Consejo de la Judicatura Federal explicó que la
negación se derivó de uno de los acuerdos existentes, en donde se especifica que
Ávila Beltrán ni ningún otro extraditado puede ser juzgado en ambos países por
el mismo delito.
“Ante ello, queda imposibilitada su extradición”,
observa el documento.
El Gobierno norteamericano reclama a Ávila Beltrán
para juzgarla por asociación delictuosa (conspiración) para poseer 100
kilogramos de cocaína en ese país, con intención de distribuirlos; así como, por
importar diversos cargamentos de esa sustancia a territorio
estadounidense.
Ambos cargos ocasionaron que se le abriera un proceso en
la Corte Federal para el Distrito Sur de Florida.
No obstante, el número
de extradiciones sigue en aumento. De no extraditarse a ningún mexicano antes de
1995, las cifras llegaron a seis en el 2006, 83 en el 2007, 95 en el 2008, 107
en el 2009. |
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